Björk
Björk
UtopiaOne Little Indian / Popstock!POP EXPERIMENTAL7/10Utopia
Se supone que con Utopia, Björk vuelve a sonreír. Así lo asegura toda la artillería promocional que, jugando a la guerra de contrastes, señala que frente a la oscuridad del deprimente Vulnicura (2015) -un álbum que fue producto de su ruptura sentimental con Matthew Barney- esta entrega muestra a una Guðmundsdóttir enamorada de la vida. Efectivamente en la portada del disco, en la que Björk juega a reinventar su imagen por enésima vez en su carrera, se adivina una sonrisa grotesca que habrá a quien le sugiera un fotograma de El hombre elefante y quien vincule con las cada vez más habituales averías provocadas por la cirugía plástica. Algo similar provoca a estas alturas, noveno álbum ya bajo el nombre de Björk, la música de la artista islandesa. Una incómoda sensación de artificialidad que resulta complicado asociar a sensaciones mundanas o que, cuanto menos, compartimos el común de los mortales. Su reino no es de este mundo.
Se ha asociado nuevamente con Arca, que coproduce con Björk todo el disco (en algunos temas puntuales también participa el músico de Houston Rabit). Cierto aire neoclásico domina un trabajo que en todo momento se debate entre el formalismo orquestal y la modernidad más absoluta, representada desde el punto de vista sonoro en los beats. 72 minutos de Björk en estado puro, una artista que desde el ya lejano Medúlla (2004) ha conseguido, por un lado, levantar un universo sonoro insólito, inconfundible; pero que lleva aproximadamente el mismo tiempo sin firmar una canción verdaderamente memorable.
Tal vez porque hace tiempo que Björk dejó de ser precisamente una artista pop, convirtiéndose en otra cosa. Partiendo de la base de que la receta compuesta por electrónica avant y pasajes orquestales al servicio de su característica voz no pueden tampoco considerarse estrictos en su música de vanguardia, Björk habita un territorio incómodo, inhóspito por momentos. Un lugar del que esta particular Utopia tampoco le ayudará a salir.
Berri Txarrak
Berri Txarrak
InfrasoinuakOnly in DreamsHARDCOREâ Infrasoinuak
8/10
Son uno de nuestros grupos más internacionales y, desde hace varios discos (van por el noveno ya), giran por EEUU casi como si de una banda yankee se tratara. Pero los prejuicios que les vinculan a determinadas posiciones políticas por el mero hecho de practicar hardcore y cantar en euskera siguen cerrándoles en su propia casa algunas puertas. Será por eso que a la hora de avanzar Infrasinuak con la canción que da título al disco, esta llega debidamente traducida al castellano. Para que todo quede bien claro: “Ya llegan los infrasonidos, ya llegan / en el peinado pseudo-nazi de los futbolistas / en la torre sin ventanas que he construido con mis contradicciones / en nuestro comportamiento como hegemónicos hombres blancos / en los smartphones de Troya / detrás de las macrocifras / Quién es capaz de escuchar los infrasonidos / de tenerlos en cuenta de una vez / de elegir entre cura o virus / de arrojar algo de luz en la oscuridad / de ser luz”. La crítica social, es obvio, sigue presente en lo nuevo del trío navarro, pero nadie podrá acusarles de mantener un discurso sectario. Lo suyo en realidad tiene mucho de poesía con una honda preocupación social no exenta de un filtro absolutamente personal.
Aunque la mejor definición de lo que representan Berri Txarrak a día de hoy la ha dado Bill Stevenson, quien fuera batería de los míticos Black Flag y todavía golpea los parches en los no menos reverenciados Descendents, que aquí ejerce de productor junto a Jason Livermore (responsable de trabajos de All, Rise Against o NOFX): “¿Berri Txarrak? Suenan como una mezcla entre Hüsker Dü, Torche... y Andrés Segovia”. Con estas credenciales solo cabe pararse a felicitar al trío por conseguir una vez más situarse al nivel de las primeras espadas del género a nivel internacional, con un sonido tan directo como contundente.
Mavis Staples
Mavis Staples
If all I was was blackAnti / [PIAS]SOULâ If all I was was black
8/10
You are not alone, un típico álbum colaborativo en el que una gloria de vuelta de todo se deja ayudar por músicos más jóvenes, propició el encuentro de Mavis Staples y Jeff Tweedy. Desde entonces la pareja prácticamente se ha convertido en dupla y son tres ya los discos en los que el líder de Wilco ha puesto todo su arte al servicio de una de las voces (y mujeres) más admirables que ha dado el soul. Son tres largos sin fallo, y en éste concretamente Tweedy enrola a buena parte de su tropa -desde su hijo Spencer hasta uno de los mejores percusionistas del mundo, Glenn Kotche- para proponer la versión más guitarrera posible del género. Ni que decir tiene que Staples se siente igual de cómoda que si le pusieran detrás a un coro de gospel o a toda una orquesta al más puro estilo Philly Sound: su carismática voz puede con todo, a pesar de que en este trabajo le toca lidiar un registro ligeramente mas oscuro.
Como no podía ser de otra forma en una mujer que nunca ha escondido sus posicionamientos políticos, hay mensaje explícitos al “tema” Trump: We go high parece una referencia explícita al eslogan de Michele Obama en su campaña de apoyo a Hilary Clinton: “Cuando dicen sus mentiras / y esparcen los rumores / Yo sé que en el fondo son humanos y necesitan mi amor”. Es otra forma de lanzar mensajes a una sociedad, la norteamericana, traumatizada en su día a día por la fractura en dos bandos.
Comentar también que prácticamente en paralelo a la publicación de este disco se pone en la calle I'll take you there: an All-Star concert celebration, un doble álbum en directo en el que Staples se deja acompañar por una estelar alineación de músicos y a la vez admiradores: Arcade Fire, Emmylou Harris, Glen Hansard, Taj Mahal, Gregg Allman, Bonnie Raitt y, por supuesto su inseparable socio en los últimos años, Jeff Tweedy.
Peret
PeretDes del respecte / Desde el respetoSatélite KRUMBAâ Des del respecte / Desde el respeto
8/10
Aunque la muerte no le pilló sobre el escenario, de Peret podría decirse que cuando llegó el momento de decir adiós decidió afrontarlo con las botas puestas, entregado a la que había sido su gran pasión desde niño: la música. Su nieto Daniel Salvat, igualmente músico tal y como marca la tradición familiar, recuerda que cuando Peret recibió la noticia de que le quedaban seis meses de vida redobló sus esfuerzos por dejar un regalo, su particular testamento musical. Y a sabiendas de que no le quedaba tiempo suficiente para que el disco se completara, el maestro mantuvo largas conversaciones con el alumno en paralelo a la grabación de estas trece canciones, encomendándole la misión de terminar un trabajo que sabía que quedaría inconcluso.
Des del respecte / Desde el respeto contiene desde regrabaciones de temas clásicos como El cant dels ocells (canción tradicional), Paraules d'amor (de Joan Manuel Serrat) o Los ejes de mi carreta (de Atahualpa Yupanqui) a temas compuestos por el propio Peret; canciones en catalán y otras en castellano; historias reivindicativas y ejercicios canallescos. Desprovisto de artificios y esencialmente limitado a la voz, guitarra, percusión, contrabajo y puntuales arreglos de piano, tal vez no será el disco por el que se recordará a Peret pero sí un sincero compendio de su concepción de la rumba, el género que el gitano de Mataró convirtió en universal.
Sufjan Stevens
Sufjan Stevens
The greatest giftAsthmatic Kitty / Popstock!POP7/10The greatest gift
Con una decena de discos a las espaldas, hace años que Sufjan Stevens forma parte de la más selecta aristocracia del pop internacional. Sin embargo, su último trabajo en solitario le catapultó a un estadio definitivamente superior. Se trata de un álbum con la emoción a flor de piel por el que transitan los fantasmas de su madre y su padrastro, esos Carrie & Lowell a los que hace referencia el título. Reconocido por crítica y público, aquel disco que data de 2015 ha dado ya para una versión en directo y ahora vuelve a explotarse comercialmente con esta colección de tomas eliminadas, remixes y demos.
Se trata, obviamente, de un producto pensado para los fans de Stevens que sin embargo se deja escuchar con agrado. Tal era el nivel de Carrie & Lowell que cualquier músico daría el brazo por descartes como Walowa lake monster o The hidden river of my life, que encajan de lleno en la estética de aquel disco: protagonismo del ukelele, percusiones proscritas, ambientes pastorales y sensibilidad extrema. También resulta curioso comprobar como la versiones más desnudas de temas como el titular o John my beloved que aparecen aquí en crudo, tal y como Stevens las registró inicialmente en su teléfono móvil, siguen siendo igualmente emocionantes desprovistas de la producción definitiva. En el otro lado, los remixes a cargo de Helado Negro, Doveman o 900X tienen un carácter anecdótico.
Tulsa
Tulsa
CentaurosI*M RecordsPOP7/10Centauros
El anterior disco de Miren Iza, La calma chicha, supuso una pequeña revolución en el mundo de Tulsa, que de la noche a la mañana consiguió un apoyo incondicional de la crítica reforzado poco después por su asociación con Jonás Trueba en Los exiliados románticos. A diferencia de aquel, Centauros no cuenta con coartadas: ni viajes a Nueva York, ni parones por tiempo indeterminado que nos ayuden a componer la historia de este cuarto disco. Un álbum en el que se potencia esa tendencia que ya venía apreciándose de vestir las canciones con más sintetizadores, pero en el que Miren no termina de decidirse a entregarse al completo al pop electrónico.
En la nota de prensa se afirma que Miren afrontó esta nueva colección de canciones con una serie de productores en la cabeza: gente como Richard Russell (Damon Albarn, Ibeyi, Gil Scott-Heron...), Martin Hannett (Joy Division / New Order, Happy Mondays,…) o Craig Leon (Fleetwood Mac, Blondie, Ramones...). Más que un desprecio se trata de un guiño a sus dos hombres de confianza, Ángel Luján y Charlie Bautista, a los que empuja aquí por un sendero muy concreto que parece vinculado al concepto alrededor del que gira el disco: la dualidad del centauro, personaje que conjunga lo humano y lo animal para acercarse a lo divino. Porque aunque a Tulsa inicialmente la identificamos como cantautora, poco a poco ha hecho todo lo que ha estado en su mano para abandonar ese espacio y situarse en otro mucho más difuso.
Esto, que es evidente en el aspecto meramente musical, podría aplicarse también a la Miren escritora, que explora diferentes niveles en las relaciones interpersonales, de lo sentimental a la amistad pasando por el análisis de yo (recordar que Miren ejerce de psiquiatra, lo que posiblemente sea un buen punto de partida a la hora de afrontar canciones como Lobo o Atalaya). En cualquier caso, sus letras están cargadas de referencias y giros populares, no siempre resueltos de la mejor de las maneras. Resulta complicado ignorar, por ejemplo, el arranque del disco con una rima tan desafortunada como “Todo el mundo habla mal de ti / eso habla muy bien de ti” en Centauros.
Aciertos y errores puntuales al margen, la sensación que sobrevuela estas diez canciones, dueto con Abraham Bona en Pequeñas embestidas incluido, es que Centauros está lejos de ser el disco definitivo de Tulsa, papel que por el momento seguirá representando La calma chicha. Allí, de hecho, ya estaban presentes las principales apuestas de Centauros.