A última hora de la tarde del 14 de diciembre del año pasado, cuatro amigos se dirigieron a una playa cerca de la ciudad portuaria de Dunkerque, en el norte de Francia. A medianoche estaban todos sentados en una embarcación que se hundió en el Canal de la Mancha, con otros 66 pasajeros a bordo.
Se sabe que un pasajero murió esa noche dado que se encontró el cuerpo. Sin embargo, nunca se ha confirmado la suerte de dos de esos cuatro amigos: Hiva, de 26 años, y Nima, de 24. Habían llegado a Francia huyendo de un Irán cada vez más autoritario y confiaban en poder solicitar asilo en el Reino Unido.
En una foto tomada días antes y compartida por sus amigos, Nima aparece posando orgulloso con una camiseta blanca y un chándal en París, con la estación de tren Gare de Lyon y su alta torre del reloj visibles al fondo. Otra foto muestra a Hiva sonriendo y sosteniendo a su hermana pequeña. Uno de los amigos supervivientes, Jamal, recuerda haber cogido de la mano a Nima mientras el barco hacía agua. Poco después, una ola los arrojó al Canal. El otro amigo superviviente, Rojman, recuerda que cayó al agua con Hiva. Ni Nima ni Hiva sabían nadar y no los volvieron a ver.
En cualquier otro naufragio las autoridades habrían entrevistado a los supervivientes, como Jamal y Rojman, y se habría activado un protocolo para que los familiares pudiesen contactar con las autoridades y abrir una vía de diálogo para estar informados sobre la suerte de sus seres queridos desaparecidos. Así se podría confirmar la identidad de los desaparecidos y entender qué les pasó. Las familias podrían llorar y las autoridades comprender las dimensiones humanas de esta catástrofe.
Sin embargo, en el caso de refugiados como Hiva y Nima, esto no ha sido así. The Guardian ha descubierto muchos casos en los que, al parecer, no se ha investigado ni la identidad ni la suerte que corrieron las personas después de que su barco naufragara en la peligrosa travesía del Canal de la Mancha.
Si no puedes demostrar que tu marido ha muerto, tal vez no puedas acceder a cuentas bancarias, propiedades o a la tutela de tus hijos
Florian von König, que dirige la labor de sensibilización del Comité Internacional de la Cruz Roja sobre las personas desaparecidas, señala que se trata de una “gran tragedia humanitaria”. Una persona de otra organización humanitaria, que pidió no ser identificada, afirma que las autoridades no están dispuestas a investigar la desaparición de refugiados o migrantes “a menos que encuentren el cadáver”.
Al menos 38 desaparecidos sin identificar en diez años
Según la Organización Internacional para las Migraciones, sólo en la última década, al menos 38 personas siguen sin ser identificadas tras desaparecer o morir intentando cruzar el Canal de la Mancha. Von König indica que el hecho de que las autoridades no investiguen la suerte de los migrantes desaparecidos deja a las familias con “una herida abierta para el resto de sus vidas”. “No pueden hacer el duelo, cerrarlo y seguir adelante con sus vidas”, afirma. “Y en muchos países, si no puedes demostrar que tu marido ha muerto, es posible que no puedas acceder a una cuenta bancaria, a una propiedad o a la tutela de tus hijos”.
Los amigos supervivientes cuentan que la Cruz Roja preguntó por Hiva y Nima, pero más tarde las autoridades francesas sólo les interrogaron sobre quién llevaba el timón de la embarcación y a qué traficantes de personas habían pagado para el viaje. Más de un mes después del naufragio, las autoridades no habían contactado con los dos supervivientes para preguntarles por sus amigos. Las familias de los desaparecidos en Irán también siguen esperando noticias.
The Guardian ha sabido de otras dos personas desaparecidas tras el naufragio de una embarcación en el Canal de la Mancha y cuyo destino e identidad no parecen haber sido investigados.
El 11 de agosto del año pasado, una embarcación con exceso de pasajeros se quedó sin gasóleo una hora después de zarpar de una playa cercana a Calais. La mayoría de los 67 pasajeros eran exsoldados del ejército afgano que temían por su vida tras la salida de las fuerzas británicas y estadounidenses y la toma del país por los talibanes en 2021.
No he vuelto a recibir noticias de ellos desde el naufragio
Mientras el capitán intentaba en vano volver a poner en marcha la embarcación, uno de sus tubos hinchables explotó, arrojando a todos al agua. Algunos pasajeros llevaban chalecos salvavidas, otros se agarraron a boyas hinchables, pero muchos no tenían nada. En el caos que siguió, los pasajeros intentaron agarrarse a los restos del barco, mientras otros se encontraban dispersos, con las olas rompiendo sobre ellos, a la deriva en las corrientes y gritando y pidiendo ayuda.
Esa misma mañana se recuperaron cinco cadáveres en el Canal de la Mancha, mientras que otra persona fue evacuada en helicóptero a un hospital de Calais, donde fue declarada muerta.
Una operación de rescate llevada a cabo por equipos franceses y británicos consiguió salvar a 59 de los pasajeros, pero dos personas desaparecieron en alta mar: Ahmad Jan, de 26 años, que había trabajado para la policía en Afganistán; y Samiullah, de 20 años, que había huido por temor a ser reclutado a la fuerza como combatiente por los talibanes. “Estas dos personas estaban conmigo en Calais”, cuenta Naeem*, uno de los supervivientes: “Los conocí en el campamento y en la embarcación. Desde el naufragio no he vuelto a saber de ellos”. Otro superviviente también confirmó que los dos estaban en la embarcación.
Tras enterarse del naufragio, Mohammad Amin Ahmadzai, que dirige la Association Solidarité Culture et Insertion des Afghans (ASCIA), un grupo de apoyo a los afganos con sede en Lille, acudió a la ciudad de Boulogne-sur-Mer, cerca de Calais, para dar su apoyo.
Le dijeron que los supervivientes habían sido trasladados a alojamientos de emergencia y que la policía les había confiscado los teléfonos. Una actualización publicada en la página de Facebook del grupo de apoyo desencadenó una oleada de peticiones y fotos de familias en busca de información.
Pasaron las semanas y los meses, pero las familias de Ahmad Jan y Samiullah, que se habían puesto en contacto con Ahmadzai, no tuvieron noticias de sus seres queridos. En un último mensaje con fotografía enviado a su hermano mayor Muslim, en Afganistán, Ahmad Jan había sido todo sonrisas. “Sabía que pensaba cruzar esa misma tarde”, dice Muslim.
Tras el naufragio, las autoridades francesas sugirieron que una o dos personas más podrían haber estado también en la embarcación, pero que estaban en paradero desconocido. Hasta ahora, sin embargo, no parece que hayan hecho ningún intento de ponerse en contacto con los familiares. “No han contactado con nosotros por ninguna vía”, afirma Muslim.
A menudo estas tragedias se abordan desde la perspectiva de la legalidad y la seguridad, y se ignora su dimensión humanitaria
Los investigadores británicos no estudiaron el caso de agosto, argumentando que, aunque habían tenido conocimiento del accidente, no entraba dentro de su jurisdicción por haber ocurrido en aguas francesas. La investigación francesa, que aún no ha concluido, está dirigida por una unidad de lucha contra la droga y el tráfico de seres humanos con sede en París.
“Estas situaciones suelen analizarse desde un enfoque legal y de seguridad y se ignora la dimensión humanitaria”, afirma von König.
Como resultado, añade Steve Valdez-Symonds, de la organización por los derechos humanos Amnistía Internacional, las autoridades estaban de hecho “negando la dignidad humana de forma permanente a estas personas, tanto en la vida como en la muerte”.
* Se han cambiado los nombres
Este artículo se ha elaborado con el apoyo de Journalismfund Europe
Traducido por Emma Reverter