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Blesa maniobró para evitar que Iberia se quedara en manos españolas

La llave del futuro de Iberia estuvo durante años en manos de Miguel Blesa, presidente de Caja Madrid. Y decidió entregárselo a “los ingleses” como él mismo se refiere en los correos a British Airways. El intercambio de correos con sus directivos sobre la toma de control y la posterior venta de la aerolínea deja claras las maniobras que se hicieron desde lo más alto de una entidad pública para ceder a terceros la primera aerolínea española. Una venta que, por ahora, ha sido nefasta para el tráfico aéreo en Barajas y ha hundido la llegada de turistas a Madrid, la comunidad que debía proteger y promocionar la caja pública.

La secuencia de la venta “a los ingleses” tiene varios capítulos. El primero arranca a finales de noviembre de 2007 cuando Caja Madrid se queda por sorpresa con una participación de control de la entidad. La entidad pública madrileña compró el paquete de acciones que Logista (6,42%) y BBVA (6,99%) tenían de Iberia. Con esta acción se evitaba que Manuel Jove, la familia Del Pino, Alicia Koplowitz, Juan José Hidalgo y la caja vasca BBK tomaran el 100% de las acciones de la mayor aerolínea española.

Este grupo de inversores españoles ya había presentado una propuesta de adquisición formal al consejo de la aerolínea el día 15 de noviembre, y el presidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, tardó poco más de una semana en abortar la operación, con la compra de la participación. De cómo disponían de la aerolínea a su antojo, delata la forma de gestionar el banco, sus intereses y sus participadas por parte de Blesa. Estos correos añaden más información sobre cómo el presidente de la Caja disponía del dinero público, tal y como trató de demostrar el juez Elpidio Silva en el caso Blesa por el que él mismo está siendo juzgado.

Rafael Sánchez Lozano, entonces director de inversiones especiales de la entidad financiera, alertaba a Blesa en correos previos a este golpe de mano de la caja de “la complicación que [la oferta de los inversores españoles] añade al tema” de la venta de Iberia a British Airways. El hecho de que este grupo de inversores nacionales “se lo haya trabajado” hace temer a Sánchez Lozano que estén “en condiciones de presentar una oferta”, se puede leer en los correos que dirige a Blesa.

Cuando el grupo inversor español presenta oficialmente su oferta de compra de Iberia al consejo de la aerolínea, el documento es remitido de inmediato al correo de Miguel Blesa. Entre otros a favor de su oferta, los empresarios incluían este profético argumento para defender la candidatura de capital español: “Aumentar la presencia accionarial en Iberia por parte de una de las grandes aerolíneas europeas [no se cita por su nombre a British Airways] podría a corto plazo afectar de manera negativa a Iberia y al propio aeropuerto de Madrid-Barajas”.

Paradójicamente, cuando la caja toma el control de Iberia, la operación se justifica por el “rechazo absoluto a las ofertas que están en curso sobre la aerolínea. Caja Madrid no solo se ha negado a participar en el consorcio liderado por TPG y British […] sino que está totalmente en contra de que Iberia acabe en manos de British”, se lee en el resumen de prensa que Miguel Blesa recibe en su correo electrónico.

Sin embargo, nada más aumentar su porción del pastel de Iberia, Blesa ya sabía que la negociación continuaría con los británicos. Apenas unas horas después de hacerse oficial la compra, Blesa le escribe este correo en confianza a un colaborador: “También yo disfruto viendo algunas caras e intuyendo otras que no veo. Hemos adquirido una gran responsabilidad pero voy a dedicarle tiempo y mano izquierda al asunto. Ayer estuve más de una hora con el Chairman de BA y me despaché a gusto. Ya quieren volver a hablar pero les he dicho que hay algunas cosas innegociables. Al Consejo de Iberia le eché ayer un discurso y se quedaron encantados. Te contaré. Un abrazo”.

Fin de las relaciones con los españoles

Una vez que Miguel Blesa, Rafael Sánchez Lozano y Caja Madrid se hacen con el control de Iberia, no establecen ya contacto con Hidalgo, Del Pino, y el resto de los inversores españoles. Muy al contrario. Pese a las contundentes manifestaciones públicas contra las pretensiones de British Airways, el propio Sánchez Lozano, convertido ya en consejero de Iberia, informa el 28 de febrero de 2008 a Blesa en un nuevo correo que “un asesor de British Airways le ha hecho una presentación en la que se define cinco posibles alternativas de acuerdo con nosotros”. El 3 de agosto de ese mismo año, Sánchez Lozano indica a su jefe: “Esta semana tendremos la primera reunión entre IB y BA para tratar la fusión”.

Desde aquellas fechas claves hasta nuestros días, la historia es conocida. Iberia y British se fusionaron en 2011 con la constitución de IAG en un pacto teóricamente “entre iguales”. Pero Caja Madrid, transformada en Bankia y arrastrada por la quiebra, vende su 12% en IAG en una confusa desinversión el 27 de junio de 2013 con lo que Iberia queda definitivamente en manos británicas.

En los correos también se ve que desde Caja Madrid barajaron tesis algo alocadas sobre el futuro de Iberia, como una posible fusión con Air Comet, la compañía de Gerardo Díaz Ferrán que estaba a punto de quebrar. Díaz Ferrán era entonces consejero de Caja Madrid, además de presidente de la patronal CEOE. En un análisis interno, desde la entidad madrileña llegan a barajar fusionar Iberia, Spanair y Air Comet, con una cierta participación de Hidalgo (Air Europa). Un auténtico Frankenstein de aerolíneas que finalmente Caja Madrid no ve viable.

Eliminada la sombra de la oferta de los empresarios españoles, entre febrero y agosto de 2008, se establecen las nuevas bases para la “fusión de Iberia y British Airways”. E inmediatamente se plantea la sustitución del que entonces era presidente de Iberia, Fernando Conte, y arrecian los correos con un baile de candidatos.

El omnipresente Sánchez Lozano escribe a Blesa el 28 de mayo de 2009: “Maynard [representante en las negociaciones de fusión por BA] habló ayer con Jorge Pont [representante por Iberia] y le contó lo mismo que a mí: que quieren llegar a un acuerdo y que Fernando (Conte) no ven que sea un buen interlocutor.” A la hora de plantear posibles directivos para sustituirle, asegura que “no veo candidatos claros en el Consejo actual (no me incluyo porque yo soy una pieza de la Caja a tu disposición) ni entre los actuales Directivos de la compañía”.

El día 17 de junio el baile de candidatos ha pasado y ya hay fumata blanca, por lo que Sánchez Lozano vuelve a escribir a Blesa para decirle que le han propuesto a Alberto Recarte, en aquel momento consejero de Iberia y el presidente del diario digital de Federico Jiménez Losantos, Libertad Digital, que sea presidente de la aerolínea. Recarte declina la invitación.

En el correo son muy claros con el proceso de elección del nuevo presidente. Se decantan por Antonio Vázquez -al que identifican en los correos como “AV”- porque “no se mete mucho en los temas”. Para la cúpula de Caja Madrid y para Alberto Recarte, esa parecía ser su mayor cualidad. Además, Antonio Vázquez ya tenía experiencia en la venta de una empresa española de bandera (otrora también pública) a los ingleses. Era el presidente de Altadis cuando fue comprada por Imperial Tobacco. Por eso también recuerdan de él, “en la venta a los ingleses pesaron mucho los temas personales”.

Uno de los correos directos que envía Blesa a Antonio Vázquez después de ser nombrado presidente de Iberia es para agradecer lo bien que se ocupó una empleada de la aerolínea, que recogió sus maletas y las de los amigos durante un viaje a Estambul. En ese email, Blesa elogia a la trabajadora de la aerolínea y da también algunos detalles sobre el trato VIP que conseguía por parte de Iberia. “Querido Antonio”, escribe Blesa. “He de reconocer la magnifica atención que recibo siempre y en cualquier aeropuerto por las personas responsables de protocolo”. El presidente de Caja Madrid no viajaba como un ciudadano común.