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ENTREVISTA Secretario de Estado de la Seguridad Social

Borja Suárez: “El PP no va a derogar la reforma de pensiones porque es extraordinariamente positiva”

Laura Olías

2 de abril de 2023 23:18 h

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Desde que se aprobó la reforma unilateral de pensiones del PP de 2013, Borja Suárez Corujo (1973) ha trabajado para “desmontar” lo que consideró un sistema de graves recortes con consecuencias “casi traumáticas” para la población. Primero como académico en la Universidad, donde ejercía como profesor de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, y después donde se toman las decisiones, en el Ejecutivo, dentro del Ministerio que hoy lidera José Luis Escrivá.

En los últimos meses, como 'número dos' del ministro, ha estado involucrado en armar el consenso social y político alrededor de la reforma de pensiones. Una ardua negociación, que ha requerido un gran esfuerzo para unir los intereses de muchos actores distintos, pero que esta semana veía sus frutos. El jueves, la última fase de la reforma recibía un amplio respaldo en el Congreso de los Diputados. Un día después, el secretario de Estado atendía a elDiario.es en la sede del Ministerio en Madrid.

En 2018, cuando era profesor de Universidad, le entrevistamos en elDiario.es y decía que había que hacer una reforma de pensiones basada en los ingresos y no en grandes recortes del gasto como la de 2013, en contra de lo que opinaba la mayoría de expertos. ¿Cuánto ha costado hacer esto realidad? ¿Qué ha sido necesario para ese cambio de enfoque? 

Es la confluencia de una serie de circunstancias. La reforma de 2013 fue casi una experiencia traumática para la sociedad española. En 2018, en el momento en el que se hizo evidente que nos llevaba a una cuasi-congelación de las pensiones, hubo un despertar de la conciencia de los pensionistas y del conjunto de la sociedad que hizo que la aproximación a este asunto virara.

Por otro lado, este Gobierno y este Ministerio han asumido desde el principio un compromiso muy fuerte de garantía del poder adquisitivo de las pensiones como un aspecto esencial e irrenunciable de nuestro sistema y, al mismo tiempo, un compromiso por abordar los retos de sostenibilidad de una manera distinta.

Finalmente, creo que hay un éxito en concienciar a todo el mundo de que el gran reto al que se enfrenta nuestro sistema de pensiones es que en las próximas décadas se va a jubilar la generación del baby boom, cuando aumentará el gasto, pero que nos afectará a ese periodo de tiempo y después la situación vuelve a ser la que tenemos ahora. Creo que hay un cambio en la manera de afrontar esto, al tomar conciencia de que se trata de un desafío transitorio, no se opta por medidas drásticas de recorte cuando en realidad no es necesario.

Una de las bazas más destacadas es que este cambio de paradigma no solo ha logrado una mayoría política en España, sino que tiene el respaldo de Bruselas. ¿Cómo de difícil ha sido convencer a la Comisión de este nuevo rumbo?

Si miramos lo que ha pasado en Europa en los últimos 25 años, todas las reformas han estado básicamente concentradas en el ámbito del gasto, con recortes o ajustes, mientras que en los ingresos han sido excepcionales. Esta es la lógica con la que nos hemos enfrentado inicialmente a la Comisión. El gran éxito de la interlocución con Bruselas es haber llegado a un punto de encuentro que supone asumir, por su parte, que la sostenibilidad fiscal también se puede alcanzar a través del reforzamiento de los ingresos. Y esto ha sido muy complicado. 

Pero en la negociación, las propuestas del Ministerio han sido creíbles y, por ello, ha sido posible que ellos modificaran su planteamiento, en el que estaban claramente anclados y que ha sido muy, muy difícil revertir. Por eso, como dice el ministro con muy buen criterio, esto marca un antes y un después en los procesos de reforma en los sistemas de pensiones en Europa.

La reforma que hemos hecho marca un antes y un después para los sistemas de pensiones en Europa

Para explicar algunos de los elementos más destacados de la reforma, se pretende reforzar el sistema con más ingresos de cotizaciones sociales, sobre todo de los salarios más altos. ¿Es un “impuestazo al talento” como dicen los empresarios y el PP? 

Evidentemente, no. Aquí hay varios elementos que tomar en consideración. Lo primero es que nuestra base máxima es de las más bajas de la Unión Europea. Muchos países no tienen base máxima de cotización, se cotiza por el salario completo, y quienes la tienen están casi todos por encima. Esto ya nos indica que ahí hay un margen. 

Dicho eso, hemos planteado una subida gradual, progresiva en el tiempo que no debe tener ningún tipo de repercusión en términos de empleo. Una subida adicional de 1,2 puntos, más allá de la revalorización anual, es casi testimonial. 

En todo caso, el mensaje es que, ante el gran reto que supone financiar la jubilación de los baby boomers, tenemos que hacer un esfuerzo y la decisión política del Gobierno es que hay que pedirle un mayor esfuerzo a quien mayor capacidad tiene.

Luego está el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI), que se prevé que aumente de 0,6% al 1,2% para sustituir al derogado factor de sostenibilidad del PP. ¿Cómo afectaría uno y otro a la población trabajadora de cara a su futura pensión? 

El factor de sostenibilidad, que nunca llegó a aplicarse, era un mecanismo de recorte automático de la cuantía de las pensiones en el momento de acceso a la jubilación, que era creciente en el tiempo. Desde el punto de vista del colectivo más joven era una medida particularmente dolorosa porque les iba a suponer un mayor perjuicio. 

Nuestro compromiso era establecer un mecanismo alternativo desde la óptica de los ingresos, que trata de pedir a todos un pequeño esfuerzo adicional para financiar las pensiones. Y ese esfuerzo es muy pequeño, se ha aplicado este año, un 0,6%, y no ha generado problemas. Que vaya a incrementarse progresivamente en los próximos años, una décima por año, hasta situarse en el 1,2%, sigue siendo un pequeño esfuerzo, perfectamente asumible por el mercado de trabajo. 

Respecto a los jóvenes, frente al modelo anterior en el que la sostenibilidad se lograba a martillazos reduciendo la cuantía de las pensiones, aquí se establece un pequeño esfuerzo para garantizar que el sistema de pensiones que hoy conocemos, que hoy disfrutan sus padres, sus abuelos, seguirá existiendo dentro de 30 años y les proporcionará unas pensiones equivalentes. Es un mecanismo previsible y creo que lo entiende todo el mundo: ‘Voy a pagar un poquitín más porque con esto estoy garantizando la sostenibilidad del sistema’.

La reforma supone que con un pequeño esfuerzo del lado de los ingresos se garantiza que el sistema de pensiones que hoy conocemos seguirá existiendo dentro de 30 años

Los empresarios no se sumaron a esta última fase de la reforma e insisten en que este aumento es un “sablazo” o “atraco” a las empresas y que perjudicará a las pymes. Aterricemos en números, ¿cuánto supone esta alza? ¿Puede implicar problemas a las compañías?

En el Ministerio hemos proporcionado datos que ilustran que el impacto en términos de coste laboral es absolutamente irrisorio. Son medidas muy suaves y graduales en su despliegue. En España tenemos unos costes laborales sensiblemente inferiores que en la media europea, por lo que ahí hay cierto margen. 

En todo caso, me gustaría resaltar algo con perspectiva de medio plazo. Se está produciendo una gran transformación del mercado de trabajo, no solo tenemos un crecimiento muy fuerte de la afiliación, sino que además la calidad del empleo es mucho mejor. Esto es resultado de la reforma laboral, pero también de la experiencia de la pandemia, de la política de ERTE… Está cambiando la cultura, por ejemplo con una gran reducción de la temporalidad. Y esto nos llevará a cifras de desempleo por debajo del 10% en unos pocos años. 

¿Por qué digo todo esto? Porque mirando a ese medio plazo es evidente que tenemos una cotización por desempleo que se corresponde con las necesidades de unos niveles de paro mucho más altos, del 16% en los últimos 30 años, y que va a ser excesiva. Es un elemento que los empresarios deberían tener también en la cabeza, porque no significa que hayamos entrado en una espiral de subida infinita de las cotizaciones.

Luego hay compromisos de mejora de las pensiones mínimas para los próximos años, hasta 2027. ¿Cuánto prevén que aumenten en los próximos cuatro años? ¿A cuántas personas alcanzarán estas mejoras?

Ahora mismo los beneficiarios de pensiones mínimas son algo más de 2 millones, de los que dos tercios son mujeres. Es un número que está cayendo en los últimos años como consecuencia de carreras de cotización cada vez más largas. Con la reforma se pretende ofrecer una solución más estructural al objetivo que deben perseguir las pensiones mínimas, que es la efectividad a la hora de combatir y de erradicar la pobreza, que no dependa del gobierno de turno.

Se establece que a lo largo de la próxima legislatura las pensiones mínimas van a alcanzar por lo menos ese umbral de la pobreza, el 60% de la renta mediana de un hogar de dos adultos. ¿De cuánto va a ser esa subida? Es difícil dar una cifra, porque va a depender de cómo se mueva ese umbral mínimo y de la inflación, pero calculamos un aumento de un 2% adicional sobre la revalorización anual, más o menos.

Hay varias medidas para reducir la brecha de género, como mejoras en la cobertura de lagunas y de las excedencias y reducción de jornada por cuidado, así como un mayor complemento contra esta lacra. ¿Han estimado cuánto pueden reducir la brecha de género en las pensiones estas medidas?

Es muy complejo de cuantificar, pero hay dos elementos que me gustaría destacar. El primero es que hemos establecido un objetivo para enmarcar las medidas específicas para reducir esa brecha de género, que se mantendrán hasta que la brecha esté por debajo del 5%. Es un mensaje importante, porque señala que esto es una prioridad y hay un conjunto de actuaciones para alcanzarla. 

En segundo lugar: hay una inercia muy fuerte a abordar la brecha de género desde el ámbito laboral y, aunque es indiscutible la relación que existe entre una y otra, también es evidente que no podemos esperar a resolver los problemas de brecha salarial y del mercado laboral para resolver la de las pensiones. ¿De cuánto estaríamos hablando? ¿De corregir la brecha en pensiones en 50 años? ¿O en cuánto? No puede ser. 

Hay que actuar sobre el sistema de pensiones para corregir de manera acelerada esa brecha de género reflejo de carreras profesionales distintas en las que ha habido una mayor involucración de las mujeres en los cuidados, que es algo que no puede resultar irrelevante y que merece un reconocimiento.

La ampliación del periodo de cómputo, que bloqueó durante meses las negociaciones, ha quedado en una fórmula opcional durante las próximas dos décadas y después se tomarán los mejores 27 años de los últimos 29. ¿Cómo afectará a los futuros pensionistas?

La solución que hemos encontrado trata de ser lo más equilibrada posible. Las reformas de la Seguridad Social se hacen de manera gradual y la convivencia de los dos sistemas durante un tiempo largo va a implicar que nadie va a perder. 

Después, el sistema al que vamos de los 27 mejores años cotizados de los últimos 29, con la mejora de la cobertura de lagunas y 24 meses que poder descartar, es más interesante para quien empieza a trabajar ahora o quien lleva poco tiempo trabajando. Porque, frente a las carreras laborales más estables y crecientes del pasado, la realidad económica está cambiando. Hay más estabilidad en el empleo, pero las carreras laborales no son tan lineales y nos encontramos con más movilidad y oscilaciones en la vida de los trabajadores. Desde ese punto de vista, incorporar un seguro para descartar los peores años es más atractivo.

¿El resultado total de los dos bloques de la reforma de pensiones hace sostenible el sistema para la jubilación de los baby boomers? Ha generado inquietud el informe de la AIReF que dibuja un aumento del déficit de 1,1 puntos en 2050. 

La opinión de la AIReF es un informe muy extenso, muy completo y hay lecturas que probablemente no son todo lo finas que deberían ser. Por sintetizar, la AIReF maneja dos escenarios, un escenario base y un escenario que llama “de mayor crecimiento potencial”, y este último es el que nosotros consideramos más probable. Pero no porque seamos unos optimistas sin fundamento, sino porque ese escenario es el que mejor refleja a nuestro juicio el impacto del Plan de Recuperación y, en particular, la mejora del mercado de trabajo. 

Y en este escenario las perspectivas de evolución del gasto en pensiones de la AIReF son muy parecidas a las que nosotros hemos manejado y las que han convencido a la Comisión Europea.

Desde el PP están señalando mucho 2025, por el mecanismo semiautomático que también incluye la reforma, por el que la AIREF hará revisiones periódicas cada tres años para ver si hacen falta más medidas. ¿Esta es una reforma temporal que en unos años requerirá de “recortes en pensiones o salarios” como dice Feijóo?

No. Una de las novedades y de las grandes aportaciones de esta reforma es la incorporación de un instrumento de supervisión permanente para identificar con tiempo suficiente las desviaciones que puedan producirse en la senda del gasto. Se implica a la Comisión Europea a través del informe de envejecimiento y a un organismo independiente como es la AIREF para que, con toda transparencia y con la mejor información, se ponga de manifiesto si lo que nosotros hemos estimado que nos garantiza esa sostenibilidad, exige alguna medida adicional o no a futuro. Según nuestros cálculos, esa cláusula no debería activarse en 2025. Y en todo caso, si se hiciera, sería para establecer un ajuste muy pequeño. 

Es importante recordar que nunca hay reformas definitivas en el ámbito de la Seguridad Social, de las pensiones. La Seguridad Social tiene que adaptarse a la realidad sociológica y económica de cada momento. Este instrumento lo que va a permitir es una supervisión ordenada y transparente. Si se necesitan más medidas complementarias, se discutirá si debe hacerse a través de los ingresos o de los gastos y, si no hay acuerdo en el diálogo social y en el Pacto de Toledo, se ajustaría a través del mecanismo de equidad intergeneracional.

Además, los principales centros de estudios en pensiones, desde el Instituto de Actuarios Españoles, a Fedea, Funcas o BBVA Research, entre otros, alertan de que la reforma supone un problema para la sostenibilidad del sistema y algunos también señalan a los efectos negativos en el empleo. No les convencen sus números, ¿cómo lo ve?

Con toda modestia, quien tiene la mejor información para hacer proyecciones sobre el gasto en pensiones es el Ministerio. Y con esa información realmente estamos convencidos de que las teclas que hemos tocado con esta reforma garantizan la sostenibilidad.

¿Esto significa que no se va a tener que hacer ningún tipo de ajuste en ningún momento? Estamos hablando de periodos de tiempo muy largos donde pasarán muchísimas cosas y siempre hay un elemento de incertidumbre. Pero hemos puesto los elementos necesarios sobre la mesa para garantizar que, si hay que hacer cosas, se hagan de una manera ordenada y, sobre todo, garantizamos que dentro de 30 años tendremos un sistema como el de ahora.

La experiencia traumática que supuso la reforma de 2013 hace que la sociedad española sea particularmente exigente con este tema y que los recortes de entonces no vuelvan a producirse

Aunque la reforma de pensiones ha salido adelante en el Parlamento con un amplio consenso, el principal partido de la oposición la ha rechazado. ¿Cree que la reforma de pensiones está en riesgo si el PP llegase de nuevo a la Moncloa? ¿Veríamos una derogación y otra contrarreforma?

No, por dos razones. La primera, porque como decía antes la experiencia traumática que supuso la reforma de 2013 hace que la sociedad española sea particularmente exigente con este asunto y que lo del 2013 no vaya a volver a producirse. 

La segunda: si miramos la trayectoria del PP, nos encontramos con que en el año 2011 votó en contra de la reforma de pensiones, consensuada del Pacto de Toledo, y cuando gobernaron no la tocaron. Y no hace falta irse tan lejos: el PP presentó una enmienda de devolución al proyecto de ley con la primera fase de la reforma de pensiones y esta semana ha reconocido abiertamente que está a favor de su revalorización de acuerdo con la inflación, que es justamente lo que hacía esa ley. 

Esta reforma se ha hecho de una manera consensuada, tiene un amplísimo apoyo detrás y además tiene el visto bueno de la Comisión Europea, más allá del pronunciamiento formal que se haga en su momento. Así que pensar que el PP puede desmontarla, sinceramente no lo creo. Es extraordinariamente positiva para la sociedad española y, precisamente por eso, me resultaría inimaginable que el PP en el futuro pudiera desmontarla.

Por último, se han fijado una nueva meta, que apunta a cambios en la jubilación parcial antes de junio. ¿Qué intenciones tienen en este tema?

Hemos hecho un conjunto de reformas muy ambicioso, pero hay que seguir haciendo cosas en el futuro. Y la jubilación parcial creo que tiene una trayectoria insatisfactoria, porque tal y como funciona en general no es beneficiosa para el sistema, pero ni siquiera para los trabajadores y las empresas que la aplican. 

Puede tener un potencial importante, buscando fórmulas más satisfactorias que regulen la compatibilidad del trabajo con la pensión. Lo que nos resulta más urgente, porque es donde detectamos los mayores problemas, es en esa compatibilidad más allá de la edad de jubilación. Pero somos conscientes también de que hay actividades o circunstancias donde la jubilación parcial antes de la edad de retiro puede permitir una desconexión progresiva del mercado de trabajo, que puede ser un elemento interesante para mantener a más gente trabajando.

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