El consumo de electricidad enfila una caída del 3% en 2023, hasta su nivel más bajo en 20 años, según las nuevas previsiones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que descarta que la demanda se recupere el próximo año.
Este fuerte descenso se explica sobre todo por la fuerte penetración del autoconsumo, junto a otros factores como la menor demanda industrial, la mayor eficiencia o la climatología. Las previsiones de la CNMC figuran en la memoria de la propuesta de peajes de acceso a las redes de transporte y distribución de 2024.
La CNMC pronostica que en 2023 la demanda eléctrica nacional, medida en barras de central (descontando los consumos propios de las centrales), será de unos 242 teravatios hora (TWh), con una caída del 3%, la mayor desde 2020, el año cero del coronavirus.
El consumo de electricidad, que alcanzó su pico en España en 2008, justo antes del reventón inmobiliario de la anterior crisis, va a situarse así este 2023 en el nivel más bajo desde 2003, de acuerdo con los datos de Red Eléctrica de España (REE). Y, según Competencia, no se va a recuperar el próximo año: para 2024, el organismo prevé otro ligero descenso del 0,1%.
La CNMC basa sus previsiones en los datos que le han facilitado REE y las distribuidoras, y en la evolución prevista de la economía, así como el comportamiento de la demanda y de la potencia por grupo tarifario. La previsión del ‘superregulador’ para 2023 es más pesimista que la de las distribuidoras, que prevén un retroceso del 2,6%. La patronal aelec, que agrupa a empresas como Iberdrola o Endesa, no ha atendido a elDiario.es.
La previsión de la CNMC también es más pesimista que la de REE, que tampoco ha querido hacer comentarios para este asunto. El último dato oficial del operador del sistema y dueño de la red de alta tensión es hasta noviembre. En los once primeros meses de este año, la demanda nacional fue de 223.532 gigavatios hora (GWh), un 2,9% menos que en el mismo periodo de 2022. El descenso fue del 2,5% una vez corregido el efecto del calendario y las temperaturas.
Para el conjunto de 2023, la previsión en barras de central que el operador del sistema ha trasladado a la CNMC es de una caída del 2,4%, principalmente por el nuevo descenso del 2,7% en la Península, que supone el 94% del consumo total, y que no se compensará con los aumentos previstos en los dos archipiélagos. Para 2024, REE prevé un incremento del consumo del 1,2%, frente a la ligera caída que pronostica la CNMC.
Pedro Cantuel, Senior Analyst en Ignis Energía, subraya que para 2023 se estima que la demanda peninsular de electricidad en España cerrará en 230 TWh, con una caída del 2% respecto al año anterior y “de un 9% respecto a la media 2017-2021, sin descontar en ambos casos los efectos de laboralidad y temperaturas. Por tanto, se sitúa en el nivel más bajo desde 2004 (236 TWh)”.
Cantuel desgrana por correo electrónico los factores que influyen en este descenso. El primero es el autoconsumo, que en 2022 se duplicó, en un boom que no se va a repetir este año, sobre todo en el segmento residencial. Según datos de UNEF de octubre de 2023, el autoconsumo fotovoltaico residencial e industrial representa ya cerca de 8 TWh/año, “por lo que es un factor importante que explica parte de esta caída, y una buena noticia para reducir emisiones de CO2 y acelerar el proceso de la transición ecológica gracias al uso de las renovables”.
Otro factor relevante, es que, según datos de REE, la demanda de los principales sectores industriales electrointensivos anticipa un descenso del 10% en 2023, “marcada por la evolución en el sector de la metalurgia y el sector químico”, dice Cantuel. Otro factor es la introducción de mejoras de eficiencia en los procesos productivos, “que está llevando a un menor consumo de energía y una mejora en la competitividad”, subraya.
El tercer factor que apunta el experto de Ignis, de menor impacto, está relacionado con la eficiencia y temperaturas. “Parece probable que los altos niveles de precio del último año han ayudado a consumir electricidad de forma más eficiente en hogares y comercios”. Y “las temperaturas más suaves también están influyendo en una menor utilización de calefacción durante el periodo invernal”.
Esta caída de la demanda contrasta con el crecimiento esperado del PIB español, que este año avanzará cerca del 2,5%, y puede interpretarse como un indicio de reducción de la intensidad energética, es decir, la cantidad de energía que consume la economía.
Pero la continua caída de la demanda eléctrica genera preocupación en el sector. Máxime ante las ambiciosas perspectivas de penetración de las renovables que recoge el nuevo borrador del Plan Nacional de Integrado de Energía y Clima (PNIEC). Ya hay voces que sostienen que el proceso de electrificación de la economía (necesario para descarbonizar) no termina de calar.
El pasado martes, el consejero delegado de Endesa, José Bogas, señalaba que el PNIEC es “muy ambicioso” y se siente “orgulloso de él”, pero tiene “serias discrepancias de que vaya a funcionar”. Durante su intervención en la 'II Cumbre Empresarial. Eje Comunidad de Madrid - Comunidad Valenciana', Bogas criticó que no se contempla un impulso a la electrificación y que sin estas políticas “es casi imposible llegar” a los objetivos de incremento de la demanda.
Bogas también lamentó que la red de distribución eléctrica está “absolutamente obsoleta” por una “regulación restrictiva” de 2013, que “hay que cambiar”, y afirmaba que la fiscalidad en España es “una cosa demencial” e “injusta”.
Poco después, la ministra de Hacienda confirmaba que el Gobierno va a modificar el impuesto a las energéticas “básicamente para incentivar la inversión en electrificación de la red”. El Ejecutivo va a hacer “algunos ajustes” al tributo para, según María Jesús Montero, “mandar un mensaje al sector energético, al sector eléctrico, para que continúe los proyectos de inversión que permitan acelerar el ritmo de transformación de nuestras fuentes energéticas”.
Las renovables viven un momento de incertidumbre por la evolución de la demanda, la caducidad de los permisos de conexión por el atasco administrativo y el aluvión de solicitudes, los bajos precios en las horas de más luz, los precios de los equipos o los altos tipos de interés.
Hace unos meses, en vísperas de la presentación del nuevo borrador del PNIEC, el director general de la Asociación de Energías Renovables APPA, José María González Moya, calificaba el desplome del consumo de “desastroso”, lamentaba el lento despegue del vehículo eléctrico y las bombas de calor en España y advertía de que el país está “fallando de forma estrepitosa” a la hora de atraer consumos de energía fósil a la electricidad.
El nuevo borrador del PNIEC estima que la demanda eléctrica final de los sectores no energéticos se sitúe en el año 2030 en unos 237 TWh, con un incremento de solo el 1,2% con respecto a los 235 TWh de 2019.
De fondo se adivina el temor del sector renovable a encontrarse con un exceso de capacidad de potencia verde, especialmente en las horas con más sol, si la demanda no termina de tirar. Esto propiciaría precios cercanos a cero gracias a la fotovoltaica, lo que se conoce como canibalización de precios, y no favorece la inversión. Y está la cuestión de cómo incentivar el almacenamiento a gran escala para evitar el desperdicio de electricidad generada en las horas de más generación eólica y solar.
Previsiones erróneas
El descenso del 3% previsto por la CNMC para el cierre de 2023 contrasta con la previsión que hizo este mismo organismo hace un año, cuando preveía un aumento del 0,9% en 2023, hasta unos 254 TWh. Finalmente, la demanda este año va a ser 12 TWh más baja.
Un año antes, la CNMC pronosticó un crecimiento del consumo del 1,8% para 2022. Pero la demanda caería ese ejercicio un 2,4%, en un contexto excepcional, marcado por la sucesión de precios récord de la luz por la guerra en Ucrania y la disparatada subida del gas. La cotización de esta materia prima sigue en niveles superiores a los de antes de esta crisis energética, pero se ha moderado mucho en los últimos meses. Este miércoles, la referencia europea TTF cotizaba por debajo de los 35 euros por megavatio hora (MWh), su mínimo en dos años.
En su informe, la CNMC recuerda que a las dificultades que conlleva hacer este tipo de previsiones se suman “incertidumbres adicionales sobre el comportamiento de los consumidores” ante la escalada de precios de la energía, la invasión rusa, las medidas para mitigar el impacto de la crisis energética en el recibo y las de eficiencia energética.
Las previsiones que tiene sobre la mesa Competencia apuntan a una recuperación del consumo ya en 2025. Para ese año, REE estima un crecimiento de la demanda en barras de central del 5%, sin precedentes en los últimos años. La CNMC prevé que para ese año el descenso del consumo propiciado por el autoconsumo y la mayor eficiencia “será parcialmente compensado por el aumento de la demanda por la penetración de las bombas de calor y el vehículo eléctrico”.
Sus previsiones apuntan que en 2025 habrá cerca de medio millón de vehículos eléctricos, frente a los 5,5 millones que prevé el PNIEC para 2030. La CNMC también pronostica que en 2025 el 18% de los hogares tendrán sistemas de bomba de calor renovables; que el autoconsumo representará ese año el 5,6% de la demanda nacional; y que el tamaño medio de los suministros domésticos se reducirá un 6% anual por la renovación del parque de electrodomésticos.