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España se planta en Bruselas tras la “broma de mal gusto” del tope al gas inaplicable propuesto por la Comisión Europea

Andrés Gil

Corresponsal en Bruselas —
24 de noviembre de 2022 09:45 h

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España, junto con una mayoría de países de la UE, se planta ante la “tomadura de pelo” de la última propuesta de la Comisión Europea para aplicar un tope al precio del gas. Un instrumento que el propio Ejecutivo comunitario reconoce que nunca se habría aplicado en lo peor de la crisis de precios de agosto pasado. Un mecanismo, por tanto, de casi imposible aplicación, que se activaría cuando durante dos semanas se superara el precio de 275 euros en el TTF holandés y, al tiempo, la diferencia con el precio del gas natural licuado internacional superara los 58 euros.

Para el Gobierno español “no es serio”, ha dicho la vicepresidenta Teresa Ribera, que este jueves ha acudido a la reunión extraordinaria de los ministros de Energía de la UE y ha lanzado un mensaje claro: España no respaldará ninguna medida energética más hasta que se incluya el tope al precio del gas factible.

“Hay tres textos”, ha explicado Ribera a su llegada al Edificio Europa en Bruselas: “Uno que pretende reforzar la solidaridad para con los países que puedan tener más dificultades, incluso forzando la aportación de recursos por parte de quienes sí dispongamos de capacidad para solventar las dificultades; y un segundo sobre las maneras de acelerar el despliegue de energías renovables. Estos dos son presentados para su adopción. Además, se presenta para el debate general un tercer texto hecho público por la Comisión Europea sobre cómo limitar el incremento del precio del gas. A nosotros nos parece que los tres textos tienen una relación muy estrecha y sería enormemente desequilibrado adoptar hoy las propuestas presentadas por el Consejo sobre cómo acelerar el despliegue de renovables y cómo reforzar la solidaridad para con quien lo necesita y, sin embargo, dejar en el vacío una propuesta hecha por la Comisión que a todas luces nos parece absolutamente inaplicable, ineficaz y fuera del propósito y de las demandas reiteradas por el Consejo de Energía y por el Consejo Europeo como aspecto prioritario para abordar esta crisis”.

Y como la posición española no sólo no es única, sino que es mayoritaria, el Consejo de ministros de Energía ha acordado este jueves que el contenido de los reglamentos sobre las renovables y las compras conjuntas y solidaridad no fueran aprobados de momento. Así, se han emplazado a un Consejo extraordinario de Energía que tendrá lugar el 13 de diciembre, 24 horas antes de que se celebre la cumbre de líderes de la UE en Bruselas, para aprobar esos dos reglamentos de la mano de un acuerdo político sobre la Propuesta de Mecanismo de Corrección del Mercado, es decir, el tope al precio del gas para el que aún no hay consenso.

“Los ministros han llegado a acuerdos políticos sobre estos asuntos importantes, también sobre la puesta en marcha de un índice alternativo al gas a partir de marzo”, ha dicho la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, quien ha defendido su propuesta de tope al gas, prácticamente inaplicable: “Hemos traído una propuesta porque lo ha pedido una mayoría, el nivel del tope y la duración de la intervención se han pensado para minimizar riesgos. En la discusión se ha visto que hay posibilidad de buscar una solución”.

“Veremos el día 13 de diciembre”, ha dicho el ministro de Energía checo, presidente de turno del Consejo de la UE, Josef Síkela: “Hay diferentes visiones sobre cómo debe ser la intervención en el mercado, pero tenemos claro que hay trabajar duro en los próximos días para alcanzar un acuerdo. Creo que es importante que todos los ministros se han ido con la idea de llegar a un acuerdo el 13 de diciembre”.

Ribera ha dejado un mensaje claro tras la reunión: “Esto ahora pasa a manos del Consejo”. En efecto, una vez que la Comisión pone a circular una propuesta, los 27 están en disposición de enmendarla. ¿En qué sentido? Según Ribera, hay una mayoría de países alineados con la idea de un “tope dinámico”, en lugar del fijo a 275 euros propuesto por la Comisión Europea: “Mi impresión es que había un amplio consenso en torno a la idea de que era mejor pensar en una referencia dinámica que se fuera adecuando a la evolución de los precios del gas en otros mercados importantes a nivel internacional, en vez de fijar un precio tope que podía generar ese efecto contrario de incentivar una alineamiento al alza de los precios que son ofrecidos a los compradores europeos”.

En respuesta a las críticas de países como España, Simson ha afirmado: “Nuestra propuesta no pone en peligro los suministros en la UE. Estamos listos para proveer todos los datos necesarios para que los tengan en cuenta para negociar otros parámetros. Hay muchos parámetros que hay que tener en cuenta. La propuesta no es sobre un número, es un sistema complejo que nos permite evitar picos de precios y ofrece salvaguardas si son necesarias. Por supuesto, los Estados miembros pueden negociar y nuestros servicios les pueden ofrecer todos los cálculos”.

“Es más”, ha proseguido Ribera, “creemos que la propuesta hecha pública por la Comisión puede generar el efecto contrario al deseado, que incentivará un incremento de precios del gas más que contener los precios del gas. Con respecto a las dos propuestas que se presentan para adopción, no es posible adoptarlas si no es en el mismo paquete, en el mismo día, que la relativa al tope del precio del gas”.

Ribera ha reconocido que el de este jueves “es un consejo complicado en el que las posiciones nacionales están divididas. Hay una gran mayoría de Estados miembros que ve con gran preocupación lo lenta que está reaccionando la Comisión al mandato que ha recibido por parte del Consejo Europeo, por parte del Consejo de Energía. Hay algunos Estados miembros que se sienten incómodos con ese enfoque de aprobar hoy dos reglamentos y dejar para más adelante el debate sobre el tope máximo al gas”.

Según la vicepresidenta, “el mecanismo [propuesto por Bruselas] tiene tres problemas serios de diseño de precio y de condiciones. Es decir, los tres elementos centrales están mal planteados. Hay una cosa muy buena y es que la Comisión ha presentado una propuesta, tenemos un texto sobre el que poder discutir, y creo que esto permite que a nivel técnico se pueda ir perfeccionando. A nuestro juicio, no puede exigirse un precio tan alto que nunca jamás llegará a aplicarse. Es decir, este verano no se hubieran podido aplicar estas previsiones porque se exige que durante 15 días seguidos se supere ese umbral de precios. Creemos, además, que poner un precio fijo es un error. Pensamos que sería mucho más razonable poner un precio dinámico. Pero tal y como están definidas las tres condiciones, parece diseñado precisamente para garantizar que nunca jamás se llegue a aplicar. Y eso nos parece que es una broma de mal gusto por parte de la Comisión”.

En este sentido, Ribera ha insistido: “Sería un error dar salida a las propuestas de solidaridad y de compra conjunta sin tener claro qué representa eso en términos de impacto en los precios a los que se oferte ese gas o a los que se va a proporcionar para con quienes mostramos solidaridad. Las tres cosas están vinculadas y es lo que falta en el modo en el que se ha gestionado. Pensamos que estamos en condiciones de poder llegar a un acuerdo en torno a las líneas maestras de las tres cosas en muy pocos días, en dos semanas, en tres semanas. Pero creemos que respaldar hoy parte de ese paquete, dejando abierto un elemento tan importante como es la orientación sobre la senda general de precios a la que compramos sería un enorme error. Así que, a nuestro juicio, deberíamos adoptar las tres cosas simultáneamente y evitar el error de respaldar dos propuestas que son importantes pero parciales, y dejar a una incertidumbre que está por resolver la cuestión de cómo se abordan los precios máximos, el tope del precio del gas, que es el origen del problema que estamos viviendo en este momento”.

“Tiene poco sentido que se introduzcan horquillas tan altas como la que hace la Comisión”, ha explicado Ribera: “Puede generar el efecto contrario al que se persigue. Y es que simplemente se dé el mensaje de que Europa está dispuesta a comprar a ese precio y, por tanto, lo que hagamos sea una llamada al alza a los precios a los que se nos vende gas en Europa. Así que ni por el umbral que ha marcado la Comisión, ni por el modo en el que define el funcionamiento de ese umbral, nos parece acertada la propuesta”.