Cuando los efectos de la degradación de un barrio recaen sobre la inmigración

La imagen del pasado viernes por la noche en el barrio bilbaíno de San Francisco recordaba a escenas de la película 'Detroit': identificaciones y cacheos a una veintena de personas, colocadas en fila y con sus manos contra la pared. El perfil de esas personas, racial, en este caso fue diferente: jóvenes, inmigrantes y magrebíes.

Integrantes de SOS Racismo Bizkaia presenciaron los hechos. Informaron de que “una veintena de policías pararon a dos grupos de jóvenes magrebíes en dos puntos diferentes de la plaza Corazón de María”, que durante una operación de más de 30 minutos los “rodeó, identificó y los registró sin ninguna justificación”. Valoran, además, que esto creó “miedo y excepcionalidad en la zona”.

La asociación ha denunciado recientemente estas redadas “racistas”, algo que no considera novedoso pero sí que han ido en “aumento e intensidad”. Alegan que la policía no puede basar su trabajo en identificaciones a un perfil en concreto, racializando la delincuencia y dirigiendo sus actuaciones contra jóvenes magrebíes: “Reiteramos que la dignidad e integridad física de todas las personas se deben respetar en todo momento”. No rechazan, por otro lado, el trabajo de la policía, “solo la forma en que lo han realizado”.

Así, la problemática para la asociación de defensa de los Derechos Humanos sería afrontar el 'pico de delincuencia' del que se habla en el barrio con actuaciones policiales dirigidas contra este colectivo en concreto. “Se llama discriminación racial”, afirman, al centralizar las redadas en un objetivo por su origen étnico. Defienden que cualquier actuación policial debe ser “proporcionada y motivada”, respetando en todo momento “los derechos de las personas, independientemente de las circunstancias”.

Fuentes de la Ertzaintza afirman que ha habido un incremento del “menudeo y pequeños hurtos”. Cuentan tener un plan de acción para acabar con estos delitos, y que todas las actuaciones han supuesto “aprehensiones de drogas y armas blancas”. Además, niegan la existencia de “criterios raciales”, afirmando que “todas las identificaciones se han realizado con todas las garantías”.

El barrio es considerado conflictivo, marginado y empobrecido. La crisis económica de la década de 1980 lo castigó, y fue poco a poco degradado por problemas como la droga, el desempleo o los prejuicios. Lentamente fue sufriendo del abandono, pero también de la especulación a través de su estigmatización. Las palabras negativas llevan años brotando de las bocas de los vecinos.

La gentrificación llegaría así al céntrico barrio con el fin de 'mejorarlo', pero no reavivándolo, sino introduciendo allí elementos o nuevos vecinos que no cargarían con esos estigmas. “Es un barrio socialmente marginado pero está en el centro. Hay intereses económicos muy importantes que están en juego” piensa Omar Boudaaoui, de SOS Racismo.

Ha habido numerosos proyectos sociales para darle una nueva vida al barrio, al igual que en otros, también estigmatizados, como Otxarkoaga. Algo que no sucedió hace años. Recortes de prensa de la década de 1980 ya hablaban de la decadencia de San Francisco desde las inundaciones de 1983, de cómo el proyecto de rehabilitación del Casco Viejo no llegó al barrio o de que asociaciones se enfrentaban al silencio administrativo. También de cómo comenzaban a brotar los mencionados intereses. De que no había que rehabilitar solo viviendas, “sino también familias o vecinos en precarias condiciones económicas”.

La conflictividad podría venir entonces de un conjunto de abandonos que azotan el barrio desde hace años, provocando situaciones extremas y dotando al barrio de la estigmatización que posee.

San Francisco pertenece al distrito de Ibaiondo, donde el pasado año, aunque la delincuencia incrementó un 5,5 % respecto al año anterior, no fue uno de los distritos donde más creció -estos fueron Abando y Errekalde, un 7,7 %, y 8,9 % respectivamente-. De hecho, las autoridades municipales mediante estos datos vincularon este hecho al gran número de establecimientos, visitantes y festividades -como Santo Tomás y la Aste Nagusia- que albergan Abando e Ibaiondo.

La pasada semana diferentes sectores vecinales del barrio iniciaban sus trámites para constituirse en asociación. “No tiene no nada que ver con el racismo sino con la denuncia de un problema de orden público” alegaban, afirmando que las denuncias de SOS Racismo carecían de base.

SOS Racismo respondió que sus denuncias se centraban en las redadas “racistas” policiales, no en asociación alguna. “Estamos en contra de la delincuencia, no estamos locos” defendía Omar Boudaaoui ante estas declaraciones. “Que la policía haga su trabajo, perfecto, yo también soy ciudadano, me gusta estar seguro; es normal. Pero respetando los derechos humanos. Es lo que pedimos. No que no actúen; que respeten los derechos humanos”, reiteraba.

La concejala de EH Bildu Alba Fatuarte se ha sumado a SOS Racismo y afirmó el pasado lunes que las “identificaciones masivas” de inmigrantes de origen magrebí en el barrio de San Francisco “no respetan los derechos fundamentales”. Afirmaba, además, que las actuaciones “estigmatizan aún más estos barrios”.

La concejala se mostraba preocupada ante los medios de comunicación, “ya que la obligación de la Policía por velar por la seguridad en los barrios no debe estar reñida por el escrupuloso respeto a los derechos fundamentales de todas las personas y, con estas actuaciones, no se respetan estos derechos de la forma en que se debiera”.

Policía como única solución

A los puntos de “venta de droga” se suma el “problema añadido de los adolescentes que suben y bajan las calles pegando patadas y metiéndose con la gente”, según la nueva asociación vecinal. Tiene como uno de sus objetivos hacer frente a la “creciente degradación del barrio”, para “poder vivir con seguridad” y “que se controle la delincuencia” porque “es insoportable la situación”. Añaden que son “los primeros” en denunciar “si hay racismo de verdad”, pero que “no se puede tildar de racista una actuación policial”.

Para pedir más policía, la vecindad organizó una recogida de firmas. SOS Racismo Bizkaia considera grave que la solución a la situación del barrio sea traer más patrullas, y denuncia que no haya apenas intervención social ya que esta sería la solución a un problema enraizado y sus consecuencias.

“La Coordinadora del barrio ha pedido siempre intervención social integral aquí, pero ni caso. Desde el Ayuntamiento, desde el Gobierno, se han hecho pocas cosas. Sobre todo con los colectivos más marginados, más vulnerables y más pobres. Y no hablo solo de inmigrantes, también gente de aquí” lamenta Boudaaoui.

Ante la petición vecinal, la respuesta ha llegado. Algo que Boudaaoui y su asociación no comparten. Menos, aún, cuando los trabajos policiales están teniendo un foco concreto: “Su respuesta es ir por la calle identificando personas con este perfil. Joven magrebí, marroquí o argelino. Esto se llama identificación por perfil racial y está condenado por los convenios europeos e internacionales de Derechos Humanos. Nuestro trabajo como asociación es poner el enfoque en estos aspectos”.

La conclusión de Boudaaoui es que la policía tiene que actuar, pero que no puede ser la única solución al problema: “Hay muchos chicos que están en la calle que necesitan orientación laboral, formación profesional, ayudarles a salir adelante. Ves a muchos chicos en la acera que no tienen nada que hacer. Como no trabajas y no tienes dinero para nada, ¿qué haces?” explica. Defiende que más policía no arreglaría esta situación, derivada de un profundo problema social.

La concejala Fatuarte coincidía con SOS Racismo Bizkaia en este aspecto: “Somos conscientes y conocemos de primera mano la preocupación de muchos vecinos por los problemas de seguridad que existen en el barrio. Compartimos que desde las instituciones se debe actuar, pero son necesarias actuaciones más integrales”. Valoraba, además, que la intervención policial “estigmatiza aún más estos barrios”.

Boudaaoui une así la delincuencia existente en el barrio con un trabajo social inexistente: “No se solucionará del todo hasta que se acabe con la pobreza, la marginación, la gente que vive sin papeles”. Y no solo para inmigrantes según afirma, sino “para gente de aquí”, con una cohesión social que ya pedían los vecinos y vecinas de los barrios bilbaínos más estigmatizados a comienzos de año.