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Entrevista
Actriz

Itziar Ituño: “Aunque llegue a lo más alto siempre voy a tener conciencia de clase”

La actriz Itziar Ituño, en el reciente Festival Internacional de San Sebastián. EFE/Javier Etxezarreta.

Maialen Ferreira

29 de diciembre de 2021 21:33 h

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Pese a ser una de las protagonistas de 'La casa de papel', serie española con gran éxito mundial, Itziar Ituño (Basauri, 1974) no ha perdido su humildad ni su sencillez. Vive en la misma casa y en el mismo barrio, y siempre que puede se muestra a favor de las luchas en las que cree. Tal es así que no es raro verla en concentraciones de apoyo a trabajadores, causas sociales o manifestaciones feministas. “Tengo la piel fina ante las injusticias y por eso siento la necesidad de apoyar causas que considero que son justas”, asegura la actriz.

Antes de 'La casa de papel' Ituño formó parte del elenco de 'Goenkale', una de las series más longevas de Euskal Telebista, y participó en la película 'Loreak', escogida en 2015 para representar a España en los premios Oscar en la categoría de Mejor película de habla no inglesa. No oculta que su éxito es resultado de mucho esfuerzo y trabajo, y que antes de que la fama y los focos llegaran se ganaba la vida con cada oportunidad que le llegaba, ya fuera de cuentacuentos o arreglando lavadoras en la fábrica en la que trabajaba su padre.

Ha pasado de vivir en Basauri y trabajar en Fagor a ser una de las protagonistas de una de las series españolas más reconocidas internacionalmente, como es 'La casa de papel'. ¿Qué ha supuesto para usted?

El mío es un recorrido muy largo. Estudié sociología con la intención de ejercer de ello y, a la vez, hacía teatro por afición, pero nunca sabes por qué caminos te va a llevar la vida. Terminé la carrera y acabé en el paro. Como Fagor, la fábrica en la que trabajaba mi aita, la antigua Edesa de Basauri, pedía eventuales, entré a trabajar. Estando allí me surgió un casting para Goenkale y me cogieron, así que decidí que lo de hacer neveras era muy duro y que me gustaba más el mundo de la interpretación. He tenido la suerte, tras haber trabajado durante muchos años, de participar en la película 'Loreak' y después en 'La casa de papel'.

¿Cómo ha cambiado la fama su día a día?

Mi día a día ha cambiado sobre todo en el hecho de que cuando voy paseando por la calle la gente me conoce y dejo de pasar desapercibida. Los tiempos han cambiado mucho: hoy en día todo el mundo lleva un móvil en el bolsillo y quiere hacerse un selfie. Muchas veces vienen con todo el cariño, pero después de 50 fotos una ya se cansa porque es un poco invasivo y difícil de llevar. El fenómeno fan es algo alucinante, esa idolatría que conlleva ser una persona conocida. Lo estoy descubriendo ahora y me parece que es algo digno de un estudio sociológico o psicológico. La gente tiene muchas ganas de tener referentes. La mayoría de mis fans son mujeres y creo que es algo que ocurre porque las mujeres estamos carentes de referentes de mujeres. En eso sí que ha cambiado mi vida, pero en el resto de cosas no; sigo viviendo en la misma casa y en el mismo barrio que antes.

Tengo la piel fina ante las injusticias y por eso siento la necesidad de apoyar causas que considero que son justas

Es común verle defendiendo causas sociales como la huelga de Tubacex o a la organización de apoyo a la transexualidad infantil Naizen. ¿Es su forma de tener los pies en la tierra?

Soy de un barrio trabajador que ha sido muy vapuleado por el desempleo y por eso me viene de fábrica el sentir mías las luchas de alrededor, porque yo he estado en ellas. No me es ajeno nada de lo que pasa en esta sociedad. Estudiar sociología también fue una decisión que tomé porque vengo de donde vengo. Tengo la piel fina ante las injusticias y por eso siento la necesidad de apoyar causas que considero que son justas. Eso es algo que no se olvida, por mucho que llegue a lo más alto o entre en la creme de la creme. Siempre voy a tener esa conciencia de clase y de mujer vasca y trabajadora.

¿Suele ser habitual ver a personas famosas defendiendo ese tipo de causas?

Hay bastantes personas que defienden causas sociales, lo que pasa es que cuando lo que se dice es crítico e incómodo, el sistema acalla sus voces. No gusta que alguien que tenga visibilidad por su trabajo diga lo que piensa porque puede hacer pensar a otros y que estos quieran cambiar las cosas. La gente que está muy a gusto con el statu quo y el sistema establecido no quiere que nada cambie.

Las mujeres sufrimos discriminación todos o casi todos los días y muchas veces pasa desapercibida porque ya nos hemos acostumbrado a que las cosas sean así

¿Qué comparte con Raquel Murillo, su personaje en 'La casa de papel'?

Comparto la sensación de que como mujer no se te escucha o no se te tiene en cuenta del mismo modo que a un hombre. El tener que estar peleando constantemente para que te hagan el mismo caso que a ellos es algo que comparto con Raquel Murillo, ese carácter peleón por hacer respetar tu terreno y tu voz en esta sociedad. También comparto la parte vulnerable y empática que tiene ella.

La industria del cine sigue siendo machista a día de hoy. ¿Ha sufrido algún tipo de discriminación por el hecho de ser mujer en su trabajo como actriz?

Yo creo que las mujeres sufrimos discriminación todos o casi todos los días. Muchas veces pasa desapercibida porque ya nos hemos acostumbrado a que las cosas sean así. Creo que hay que desaprender muchas cosas que como mujeres nos han inculcado a lo largo de la historia. Debemos deconstruirnos y construirnos otra vez de una manera diferente. Yo estoy en ese camino y estoy detectando muchas desigualdades, no solo en el mundo del cine, sino en todos los ámbitos de la sociedad. Las mujeres tenemos mucho trabajo que hacer para cambiar las cosas.

También se trata de una industria muy precarizada. ¿Tras finalizar un trabajo suele tener otra propuesta enseguida o ha llegado a tener que compaginar su carrera con otros empleos?

He pasado de todo, pero ahora mismo tengo el gran lujo de poder elegir entre más de una propuesta laboral. He tenido épocas en las que no me salía nada y me he tenido que reinventar, pero siempre dentro del sector, que es un sector que da para mucho. He trabajado como cuentacuentos, he hecho teatro, anuncios y así he conseguido sacarme las castañas del fuego. No he tenido que empezar a trabajar en otras cosas. Así he estado durante muchos años, pero también he tenido la gran suerte de participar en Goenkale durante 13 años, que era como estar en una fábrica en la que muchos actores teníamos trabajo fijo.

Incluso generaciones que no conocían el 'Bella ciao' han salido a la calle a protestar cantándola o cambiándole la letra para reivindicar sus propias luchas. Eso es maravilloso y de lo que más orgullosos nos sentimos

¿Ahora que ha finalizado 'La casa de papel' tiene algún trabajo en mente?

Tengo algunas ofertas muy interesantes. Después de 'La casa de papel' he estado todo el verano haciendo una serie para Netflix que se titula 'Intimidad' y que estuvimos grabando en Bilbao, pero todavía no se ha estrenado. También he trabajado en la película 'Irati'. Ahora tengo una oferta para trabajar en Sudamérica y tengo muchas ganas de que se materialice porque los guiones son maravillosos.

¿'La casa de papel' es un grito a la rebeldía o un despertar de la sociedad?

Hilan fino en el guion de 'La casa de papel' porque no deja de ser un grupo de ladrones, no son revolucionarios que van a poner en jaque al sistema; lo que quieren es robar. Lo que pasa es que dentro de la serie el impacto que tiene a nivel social está ahí porque hay mucha gente que se rebela y ellos son la resistencia y no nosotros, que estamos robando un banco. Eso genera en la sociedad una especie de insurrección y eso mismo también ha pasado en la realidad. Es una serie que no deja de ser entretenimiento, pero que en la sociedad ha impactado de tal manera que se han utilizado símbolos como la máscara de Dalí o el mono rojo en los levantamientos en Chile, en protestas estudiantiles o en las manifestaciones del 8 de marzo. La canción que se eligió para la serie, que es el Bella ciao de los partisanos, no es la canción de 'La casa de papel', es un himno antifascista por el que murió gente y, de repente, ha vuelto a la palestra y se ha estado cantando a lo largo y ancho del mundo. Incluso generaciones que no lo conocían lo han recuperado y han salido a la calle a protestar cantándolo e incluso cambiándole la letra para reivindicar sus propias luchas. Eso es maravilloso y de lo que más orgullosos nos sentimos quienes hemos formado parte de la serie.

El legado que deja la serie es que por mucho que te digan que estás en lo más bajo del escalafón social y tienes que conformarte con ello, tu situación se puede cambiar, pero para cambiar las cosas hay que salir a la calle, juntarse y protestar

¿Por qué considera que ha tenido tanto éxito?

Porque el descontento a nivel mundial de tanta gente es tan grande que ha conectado con una parte de cada corazón que es sensible ante las injusticias y ha supuesto un revulsivo. Los espectadores ven que los personajes roban un banco y es normal que piensen que no está mal porque son los bancos quienes los asaltan cada día. Por eso la gente que tiene sentido común se ha sentido muy identificada.

¿Qué debería aprender la sociedad de 'La casa de papel? ¿Con qué enseñanzas deberían quedarse?

Con la irreverencia que plantea. El legado que deja la serie, el mensaje con el que la sociedad debería quedarse, es que por mucho que te digan que estás en lo más bajo del escalafón social y tienes que conformarte con ello, tu situación se puede cambiar y se puede dar la vuelta a la tortilla. Pero para cambiar las cosas hay que salir a la calle, juntarse y protestar.

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