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Las obras de la alta velocidad en Mérida dejan a la luz 65 tumbas romanas

elDiarioex

11 de noviembre de 2024 13:58 h

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Los trabajos arqueológicos llevados a cabo los cinco primeros meses del año en un solar de la estación de Renfe de Mérida, debido a las obras de remodelación de las infraestructuras ferroviarias, han permito descubrir 65 tumbas romanas.

“Al retirar las vías, el balasto y la tierra compacta que formaba parte de la base donde se asentaban los raíles, se registró una concentración de tumbas importantes que obedecen al menos a tres momentos diferentes dentro del periodo romano tardío, alguna de ellas incluso se cortaban entre sí”, según explica el arqueólogo Pedro Dávila.

En el último boletín 'Foro', del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida, el arqueólogo señala que la concentración de tumbas en el lugar obedece a la presencia de una calzada o camino, de tipo secundario, con una orientación norte-sur, en cuyos márgenes están las sepulturas que contienen a individuos inhumados. “Muchas de ellas saqueadas de antiguo y que aparentemente no poseen depósito funerario”, según Dávila.

La tipología de tumbas es diferente en cada momento.Las más antiguas presentan una estructura compuesta por fosas simples excavadas en el terreno natural que contienen inhumaciones de individuos en posición decúbito supino (boca arriba).

Algunas de ellas poseen como señalización fragmentos o piezas de materiales constructivos como tégulas o piedras, apunta el arqueólogo. Otras, “debido a su grado de arrasamiento, poseen una colmatación de tierras extraídas del lugar, posiblemente al excavar la propia tumba”.

Las sepulturas más recientes, por el contrario, prosigue Dávila, poseen una tipología diferente, ya que las cajas para albergar a las inhumaciones están realizadas con materiales extraídos de construcciones urbanas, abandonadas o en desuso. Así, prolifera la utilización de placas de mármol, tégulas y cajas realizadas en ladrillo con cubierta de este mismo tipo de material y que revestían a las paredes desnudas que poseía la roca.

“Alguna de ellas eran auténticas cajas marmóreas con orificios circulares en la parte inferior de las mismas y con las improntas de barras de hierro en la parte superior, que aguantaban el peso de las cubiertas realizadas con este mismo tipo de material pétreo”, expone el arqueólogo del Consorcio de la Ciudad Monumental de Mérida.

A juicio de Dávila, es significativa, y objeto de análisis, la presencia de una concentración importante de tumbas en un espacio tan reducido, “en escasos metros cuadrados, lo que hace que muchas reaprovechen el espacio de otras anteriores, cortándose unas a otras”. En ellas se observa, ha destacado, un porcentaje importante de inhumaciones pertenecientes a individuos en edad infantil y juvenil.

Esta intervención, en su opinión, confirma la continuidad en los patrones de ubicación de las áreas funerarias en torno a las calzadas de acceso a la ciudad, aprovechando además la idoneidad topográfica que ofrece el espacio de transición hacia el río Albarregas.