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Desmontar un lavabo Roca, alfombras y una puerta antigua: planes de los Franco para Meirás en manos del juez

Imagen de algunos de los bienes que la familia Franco reclama llevarse de Meirás

Paola Obelleiro

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El lavabo del cuarto de aseo personal de Franco. Las alfombras “pasilleras” colocadas en estrechas escaleras interiores. E incluso la puerta de acceso desde el vestíbulo, de madera maciza tallada. En el litigio que los enfrenta al Estado y demás administraciones públicas (Xunta, Diputación de A Coruña y los ayuntamientos de Sada y A Coruña) por los bienes que atesoran el Pazo de Meirás y sus jardines, los herederos de Francisco Franco reivindican no solo poder llevarse piezas y objetos de marcado carácter noble, histórico o artístico, sino también elementos del singular inmueble aparentemente más vulgares o anodinos pero imprescindibles para que sea funcional y habitable. 

La vista judicial para determinar qué bienes forman parte integrante y cuáles no de la propiedad que ahora, por sentencia, está en manos del Patrimonio Nacional está fijada para el día 22 de octubre. El Estado reclama un total de 133. La familia del dictador, que ocupó durante más de 80 años el singular castillo de tres torres ideado por la escritora Emilia Pardo Bazán, enumera 54 en sus alegaciones contra la reclamación estatal. Pide con esta lista poder llevarse, en una mudanza de momento suspendida por orden judicial, ese lavabo con pedestal y decoración floral pintada a mano que está instalado en el cuarto de aseo del dormitorio que usó Franco durante las casi cuatro décadas en las que el Pazo de Meirás fue residencia veraniega del autoproclamado jefe de Estado. Una pila de lavabo de la conocida marca Roca, un modelo antiguo decorado con flores en color rosa y ocre que ya no se comercializa. Completan la relación numerosas esculturas, blasones, escudos, lámparas y otros objetos nobles. 

Pero, para la Xunta de Galicia, también forma parte integrante de la mansión, protegida tras su declaración en 2008 como bien de interés cultural (BIC) en la categoría de sito histórico. Ese lavabo tiene “un valor cultural”, “concurre directamente a satisfacer necesidades de uso y habitabilidad del inmueble”, argumentan los peritos designados por el Gobierno gallego para realizar un informe técnico sobre la vinculación con el sito histórico de Meirás de los 54 bienes que reivindican como propios los nietos del caudillo. El dictamen pericial, al que ha tenido acceso elDiario.es, fue enviado al juzgado de cara a la vista judicial del 22 de octubre y concluye que todos esos bienes reclamados por los Franco forman parte integrante del inmueble, “contribuyen a conformar su valor cultural e histórico”. 

Recuerda el informe que el Pazo de Meirás, en la resolución que lo declaró BIC, tiene “una destacada importancia como lugar de memoria, reflejo de un pasado burgués, cosmopolita, nobiliario y político, indudablemente asociado a dos personalidades históricas de gran notoriedad” como son Pardo Bazán y Franco. Y que ambos, al diseñar, habitar y usar la mansión y sus jardines, dieron al sitio su carácter simbólico e histórico. Los dos arquitectos que realizaron para la Xunta este informe destacan que todos los bienes que reclaman los Franco, por anodinos que parezcan, no son “una agrupación casual, ni una simple acumulación” de objetos y muebles, sino una selección de elementos que, procedan de la época de la escritora o de tiempos del dictador, responden, por cómo y dónde se colocaron en la mansión y sus jardines, al deseo de ambas personalidades de configurar, usar e interpretar las Torres de Meirás como un “espacio simbólico y de representación de estatus, poder, dignidad y significación”.

Tanto Pardo Bazán como Franco, al construir, decorar, adornar y habitar la propiedad “lo hicieron con ánimo de ennoblecer, enriquecer y construir un cierto carácter que identificaba el lugar, el feudo con una concreta significación intencionada”. La condesa concibió Meirás como “una quimera romántica, un 'neopazo' de carácter nobiliario y de representación de una sociedad elitista”. Adquirido y reformado en 1938, en plena guerra civil, por la Junta Pro Pazo del Caudillo, constituida por empresarios y políticos fervientes adeptos del general golpista, se convirtió en “la idealización de un palacio que reúna aquellos elementos que ilustran el significado, el poder y la ideología del jefe del Estado, así como el vasallaje y cierto culto –exigido y obligado– de los ciudadanos”. Esos 54 bienes, remacha el letrado de la Xunta en el escrito que acompaña ese informe pericial, tienen un “anclaje” en Meirás “desde la perspectiva del patrimonio cultural”. Y advierte del quebranto si finalmente los Franco son autorizados a llevárselos: “Aunque la separación física puede parecer simple, desde el punto de vista histórico y cultural puede resultar dramática”. 

El lavabo del cuarto de aseo de Franco, además de ser un elemento funcional de la residencia imprescindible para su uso y habitabilidad, fue decorado “con una clara intención de adornar un espacio de forma especial, singularizándolo”, dado que se trataba de una estancia personal del dormitorio del dictador, destaca el informe técnico de la Xunta. En el mismo registro están las dos alfombras “pasilleras” colocadas en sendas escaleras estrechas del pazo que reclaman los nietos del caudillo. Ambas fabricadas a medida del espacio que visten, no destacan especialmente por su calidad. Una, “anudada a mano”, tiene “dibujos réplica de antiguas persas”. La otra es “gruesa, con pelo aparentemente de lana”. Para los peritos de la Xunta, son elementos estéticos que no deberían salir de Meirás. “Tienen razones funcionales que las hacen necesarias en este tipo de edificaciones: amortiguan el ruido, aportan seguridad en un espacio muy transitado, facilitan la conservación de las maderas nobles o antiguas de las escaleras, que podrían sufrir un desgaste excesivo por el tráfico frecuente”. 

Más valor tiene la puerta de acceso desde el vestíbulo del pazo que los herederos del dictador también se quieren llevar. De madera maciza tallada en cuarterones con herrajes, forma parte de la mansión tal y como la concibió Pardo Bazán. Lo atestiguan fotos de la propiedad en tiempos de la condesa conservadas en el archivo de la Real Academia Galega. Hay otras cuatro puertas interiores similares a la que reclaman los Franco y todas fueron “concebidas, construidas y dispuestas expresamente en la distribución de espacios del sito histórico”, recalca el informe pericial de la Xunta. Tanto su material como su formalización ornamental corresponde al estilo general del pazo tal y como lo diseñó la escritora, en una época, principios del siglo XX, en la que resultaba imprescindible delimitar espacios con puertas, sobre todo desde la parte pública de una vivienda a la más privada. 

“Las pilas de lavabo, las carpinterías y puertas, y también las alfombras pasilleras instaladas para el propio uso de escaleras”, concluyen los peritos de la Xunta, “directamente concurren a satisfacer necesidades de uso” y, sin ellas, el pazo “no sería habitable, o suficientemente funcional tanto en condiciones de vivienda como de inmueble dedicado a las funciones propias del jefe de Estado”.

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