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“Galicia fue el laboratorio electoral de Podemos”

Anxo Lugilde (Lugo, 1970) es uno de los cronistas de referencia de la política gallega. Periodista, polítólogo y doctor en Historia Contemporánea por la USC, analiza la vida política de Galicia desde hace más de 20 años. En la última década viene trabajando como corresponsal de La Vanguardia en Galicia y como cronista político de El Progreso y Diario de Pontevedra. Experto en ámbitos como el análisis del voto emigrante y con un ojo siempre puesto en Portugal, Lugilde acaba de sacar a la luz De Beiras a Podemos. A política galega nos tempos da troika (2012-2014), el nuevo volumen de los Libros de Praza&Meubook, que se presenta este 10 de octubre en Compostela. A partir del surgimiento de AGE y del papel de Pablo Iglesias en la campaña autonómica gallega de 2012, el autor analiza la “podredumbre” del actual sistema político gallego y estatal, sus orígenes y los caminos por los que puede transcurrir.

El libro comienza hablando del caldo de cultivo para el surgimiento de nuevas alternativas políticas, incluso antes de que se hablara de Podemos...

Aquí se recoge lo que vengo observando del fenómeno de AGE y lo aplicable a Podemos en las partes comunes, que son muchas. El texto era el contexto. Frente a la versión oficial y a la propaganda de estos movimientos, que hablan de otro modo de hacer política, de una gran maravilla... Creo que la clave está más en el contexto, en que han sabido dar con la tecla. Se ha ido comprobando la podredumbre de lo que ellos llaman régimen y yo llamo sistema; no creo, por ejemplo, que el BNG sea régimen pero sí se incorporó al sistema e incluso hizo un esfuerzo de homologación justo antes de que pasara esto. Esa podredumbre es terrible; a nivel de Estado se ve desde Pujol a la Casa Real y, en Galicia, por una parte hay una diseminación brutal de los casos de corrupción y se comparte con el Estado español el fracaso de los políticos a la hora de gestionar la crisis, que pienso que es lo que la gente tiene más en cuenta. Lo de criticar que los partidos son dogmáticos, que los aparatos son caciquiles, la corrupción en las contratas... ¿Eso no se sabía? Yo creo que eso se aceptaba o se consentía, siempre y cuando funcionara, como contrato perverso.

¿Dejó de aceptarse cuando faltó el combustible, el dinero?

Claro. De todas formas, el deterioro de la economía española y del modelo social es brutal. Comparándolo con la referencia que yo creo más adecuada, Portugal, la crisis financiera coincide con un proceso de caída que viene de muy atrás. En el caso español es una subida fuerte y una caída brutal. En el caso gallego nunca hubo subida fuerte, pero la situación era relativamente buena y se sentía ciertamente confortable.

Aquí se jugó mucho con el “plus de resistencia”, primero, y con el “plus de austeridad”, después...

Sí, pero eso es propaganda. La especialidad de la Administración autonómica es la propaganda. Puede parecer que es por consecuencia natural de tener durante 16 años de presidente de la Xunta al jefe de propaganda de la dictadura, pero eso viene de más atrás. Hace poco se decía, con la polémica en Euskadi, que los convenios del Gobierno vasco con la prensa parecían gallegos; los convenios los creó [Xosé Luis] Barreiro Rivas, responsable de muchos de los males de la autonomía. Por lo que cuentan, fue a aprender al País Vasco, donde tenía muy buenas relaciones con el PNV. La mayor habilidad de la Xunta es la propaganda, pero la diferencia de la tasa de paro con el Estado, hasta que salga la EPA el 25 de octubre, está en 2,2 puntos. Estuvo en 5,9. Eso indica que lo de que Galicia va a liderar la salida de la crisis es una milonga más. Lo que trato de decir en el libro es que Galicia fue laboratorio electoral de Podemos y, desde la crítica, intento hacer una reivindicación de la política gallega. A muchos gallegos la política gallega les parece algo de poca categoría, mientras que las cosas de categoría son las que pasan por Madrid. A pesar de esa obsesión gallega con Madrid, ya es la tercera vez desde que hay autonomía que un cambio político en España surge de Galicia. Y esta es la primera vez que pasa en la izquierda. A mí me gustaría que la política gallega fuera importante porque mejora el país, porque resuelve la decadencia de la lengua, ordena el monte, sanea las rías... Pero, siguiendo el criterio mayoritario de la gente, que es el de mirar hacia Madrid, deberían pensar que la política gallega es algo importante.

Porque exporta, no importa...

Y esta es la tercera vez. Podemos no es que surja de Galicia, pero fue su laboratorio, su campo de pruebas. Los dos anteriores momentos son cuando AP consigue adelantar a la UCD y se convierte en fuerza hegemónica, en las autonómicas de 1981, y en 2009, cuando el PP resucita en Galicia gracias a Touriño y Quintana, Feijóo llega a la Xunta y Rajoy se lanza hacia la Moncloa. El tercero, sorprendentemente, porque es en la izquierda, es el surgimiento de Podemos.

Indica en el libro que Pablo Iglesias aprende, en cierto modo, en Galicia...

Lo ha dicho Pablo Iglesias muchas veces, lo incluimos en la primera página del libro: “Ese centralismo arrogante español hace que se mire con desdén o directamente no se mire hacia lo que acontece en otros lugares (...). Yo no me canso de repetir que lo que aconteció en Galicia era la señal de que las cosas eran posibles”. Eso, aún hoy, es absolutamente desconocido a nivel español. Es más, se publicó un libro de una docena de autores sobre Podemos, coordinado por John Müller, y en él no se cita ni una sola vez a Galicia, a AGE ni a Beiras, aunque Pablo Iglesias reconoció muchas veces que fue de quien aprendió. Él llegó un poco despistado a las autonómicas gallegas, con poco conocimiento de esta tierra, pero leyó muy bien el resultado. Entendió que había algo de AGE que trascendía a la unión de Beiras con Izquierda Unida, con dos elementos aplicables en otros contextos: que el oro electoral de hoy en día es el discurso de la indignación, y puesto en la boca de un líder carismático, con un mensaje muy personalizado y adaptado al estilo de comunicación de estos tiempos. Él acabó poniéndose en el sitio de Beiras, aunque inicialmente pensó en Ada Colau...

Eso llegó a decirlo abiertamente...

Sí, en una entrevista con Galiza Ano Cero. Las autonómicas gallegas son en octubre de 2012 y el 25 de abril de 2013 entra por primera vez en Intereconomía y se va produciendo su salto a la fama en laSexta, Cuatro... Y en ese proceso él vio que ese líder podía ser él mismo. Inicialmente formula las europeas como un test personal y no piensa, para nada, en la magnitud del éxito. Y, sobre todo, en la sobrevaloración que se produce después.

Algo que también pasó con AGE, en su momento...

Exacto; incluso se parecen en que comenzaron en el CIS con un escaño. Y también en la espiral que siguen en las encuestas post electorales. Eso nos llevan a formular la duda de si seguirá o no el camino de AGE.

Se trata, también de administrar el éxito... Usted define en el libro la relación de Podemos y AGE en las elecciones europeas como una “escisión electoral”. ¿Es un magma que se subdivide?

Todo indica que una parte de los votantes de Podemos lo fueron de AGE en las autonómicas y, en todo caso, es al sector al que AGE se dirige. Yo hago la analogía con el Bloque; al BNG se le escindió su líder histórico y a AGE, en mucho menos tiempo, se le escindió un asesor que aprendió mucho de Beiras. El papel de Pablo Iglesias en la campaña gallega no fue decisivo, como se puede pensar ahora, porque era una campaña dual, con IU por un lado y los afinadores de Beiras, por otro. Pero él hizo que se incorporara el discurso anti troika. Él llega aquí justo después de las elecciones griegas.

En aquel momento se hablaba en términos de “Syriza gallega”...

Sí, pero lo que llama la atención es que Yolanda Díaz fuera la primera política gallega que incorpora el mensaje anti troika a los mensajes cotidianos, y eso fue obra de Pablo Iglesias. También es interesante analizar por qué Beiras se coloca en ese espacio de ruptura, en el que siempre estuvo y en el que también estuvo el BNG. Pero durante el proceso de homologación del Bloque él no entra, entre otras cosas porque no consigue ir de cabeza de lista por Pontevedra en las elecciones de 2005 y porque el carguito que le ofrecen es poca cosa y se condiciona, por parte de Anxo Quintana, a una renuncia a dar la pelea dentro del Bloque. Él no acepta y se mantiene inmaculado hasta las elecciones, mientras el BNG dejó de estarlo. Yo creo que es un elemento importante, presentarse como libros en blanco. Por parte de Izquierda Unida, su principal ventaja es que en Galicia no existía, excepto en Ferrol.

A lo mejor, las personas que analizamos la política gallega, la prensa, los partidos... ¿estuvimos más pendientes de la evolución de AGE como el desarrollo de una escisión del BNG junto a IU y no supimos ver el resto del fenómeno?

Lo que vio Pablo Iglesias, que siguió asesorando a Izquierda Unida después de la campaña, es un espacio que no existía como tal. Después de las elecciones hubo personas que se quisieron afiliar a AGE y no tuvieron modo de hacerlo, tenían que afiliarse a Anova o a IU. Esa cosa horrible y cruel de que vivimos por encima de nuestras posibilidades pienso que se puede aplicar a este caso: fueron votados por encima de sus posibilidades.

Posibilidades organizativas, de infraestructura...

Y de relación entre ellos. Se ataron en lo que Beiras llegó a definir como una relación sexual esporádica que llevó a un amancebamiento del que salen nueve diputados. Pero ellos no estaban preparados para eso. Podemos sigue ese ciclo e institucionalizarse es muy complicado. Una de las grandes aportaciones del beirismo es la combinación de mesianismo y asamblearismo. Mientras la asamblea le dice que sí al mesías, todo va bien. Pero el día que la asamblea no coincide con el mesías...

¿Podemos puede estar en ese momento?

El mesías tiene mucho crédito y Podemos tiene algo que no tuvo AGE ni el BNG, que es base después del éxito electoral. Digo base porque no son exactamente personas afiliadas, sino inscritas. Y ahí puede acabar habiendo una disociación entre base y líder. Yo creo que Iglesias y los otros politólogos de la Complutense son muy hábiles y lo de las europeas está muy bien pensado por dos cosas: por la circunscripción única y por los efectos, ya estudiados en la ciencia política, de estas elecciones como comicios estatales de segundo orden. Eligieron muy bien el campo de juego, pero tienen el riesgo de las autonómicas de 2015, en las autonomías del “café para todos”. Porque, como tengan que elegir entre PP y PSOE, eso puede ser envenenado.

Y, en esas autonómicas, no tienen la opción de no presentarse, como decidieron hacer con las municipales...

No se sabe si se presentarán en solitario o con alianzas. Pero les puede pasar lo que le ocurrió a Izquierda Unida en Extremadura. Con su discurso de que todos son “casta”, darle el poder al PSOE es tremendo pero dejar que gobierne el PP, también. Lo único, que ellos adelanten al PSOE, que es lo que intentan. Pero me parece complicado. En todo caso, hace falta ver cómo evoluciona esto, pero parece que las expectativas están un poco inflacionadas.

Respecto al discurso de la “casta”, en el libro se detiene en el terreno gallego, casi en el subsuelo de la política gallega, para explicar lo que puede ser un concepto un poco etéreo. Y pone ejemplos de dos tipos de familia: política y de sangre.

Uno de los grandes éxitos de Podemos es identificar a esa casta como problema. Puede tener un poco de 'quítate tú, que me pongo yo', que es lo que está por comprobar, pero en el caso gallego lo que digo es que, más allá de la acepción que usa Pablo Iglesias, de casta como grupo profesional cerrado que acumula prebendas, está la otra acepción, tanto en gallego como castellano, que es la de grupo familiar en el que se heredan rasgos genéticos como los ojos, el pelo, la alcaldía de Ponte Caldelas, la Diputación de Ourense, una liberación de CC.OO. en Vilagarcía... El capítulo se titula El cuñado y el resto de la casta porque parte de la muy interesante figura del cuñado del presidente del Gobierno de España, Francisco Millán Mon, diplomático emparentado con Gonzalo Fernández de la Mora y Mon, ese nostálgico del franquismo y ministro de Obras Públicas. Lo que hago es hablar de ejemplos de la familia en la política gallega.

Ejemplos que son muy transversales...

Son muy transversales, y además en Galicia se suman a la querencia del político gallego por amarrarse a la poltrona hasta el final. A Pablo Iglesias Posse, el gallego, le llamaban “el abuelo” al final, cuando seguía al frente del PSOE y recibía a la Ejecutiva en su casa porque estaba enfermo y ya no podía salir. Es mejor no tener en cuenta a un tal Francisco Franco, pero también está el ejemplo cubano, el caso tremendo de Fraga, su émulo de A Reboraina, el caso de García Sabell, que salió de la Delegación del Gobierno con 86 años... Si a eso, por encima, se le añaden los casos de sucesión dinástica, ya es terrible. Y no se trata de demonizar las sagas, que también las hay en el periodismo, en la música y en otros ámbitos. Pero aquí se ha llegado a un exceso y a situaciones feudales. Y, al margen de de la casta como grupo familiar, está la casta como grupo profesional, en el que hago cuatro perfiles, uno por cada fuerza representada en el Parlamento: Arsenio Fernández de Mesa, en el PP, Pepe Blanco, en el PSOE, Bieito Lobeira, en el BNG, y Juan Fajardo, en AGE.

Sagas familiares, deterioro brutal de la economía. Y, como guinda del pastel, la corrupción. Aquí se nos intenta decir que, comparada con Bárcenas, no es para tanto... Pero las explicaciones parece que también valen menos que antes, ¿no es así?

Yo sostengo que el éxito de AGE y Podemos está más en la podredumbre del sistema que en sus propias virtudes, aunque no niegue que haya alguna. Pero no formulan una alternativa, se centran sobre todo en la denuncia y en la podredumbre. Con la corrupción en Galicia hubo durante bastante tiempo un intento de taparlo todo, sobre todo por sus efectos transversales. En el anterior Parlamento, cuando le afectaba también al BNG aunque en menor medida, vivimos debates del estado de la autonomía en los que no se decía una palabra de corrupción. ¿La gravedad de la corrupción es mayor que en el resto del Estado? Yo, lo que creo es que está bastante desperdigada, que las posibilidades de negocio no son las que hubo en otros sitios pero que tiene componentes muy preocupantes, sobre todo su relación con el caciquismo. Frente a ese aforismo que dice que la corrupción comienza con una botella de vino, en Galicia la corrupción comienza por un enchufe. El enchufismo es el gran lastre para el desarrollo económico de Galicia porque crea un entorno de bajísima competitividad en el que se valora poco el talento.

En los propios sumarios de algunos de estos casos se observan valoraciones en las que se refiere la poca habilidad para el trabajo de ciertas personas pero se destacan sus amistades...

Personas presuntamente implicadas en estos casos, como Orozco o Diego Calvo, para defenderse admiten que enchufan. Pero, ¿qué clase de señores feudales son ellos para decidir eso? Es verdad que las personas a las que enchufan tenían una situación tremenda, pero hay otras que la tienen igual o peor. Es fundamental entender que el enchufe de uno es el paro de otro. En Galicia también aflora mucha corrupción por circunstancias que se han dado en los juzgados de Lugo: aparecen unas juezas que vienen de fuera, enfrentadas con el establishment judicial lucense, y el número de teléfonos que se intervienen en la provincia de Lugo es exponencialmente alto. Creo que está sin explicar la importancia que tuvo el Sytel, el sistema de escuchas que, por lo que dicen, Aznar consigue a través de Estados Unidos cuando mete a ETA en la guerra contra el terrorismo.

Cita cosas que están por explicar, estamos desgranando el surgimiento de AGE y Podemos... ¿Hasta qué punto el análisis político y el periodismo es importante para que la ciudadanía tenga elementos de juicio? Habida cuenta, además, del ecosistema político-mediático de Galicia...

La reivindicación de la política gallega también es interesada [se ríe], es nuestro objeto de estudio. Es verdad que la política gallega está en un momento muy triste, bajo y frustrante, pero es la que tenemos y, además, es uno de los grandes logros de la autonomía, un espacio político que, por más que pueda estar subordinado a la política española, tiene una lógica propia. Desde que comencé a trabajar en el periodismo, haciendo prácticas en La Voz de Galicia en Lugo, siempre quise dedicarme a escribir de política gallega y soy un apasionado de ella, a pesar de sus defectos. Peinso que es muy importante analizarla más sin mirar tanto hacia Madrid. Y, en algunos casos, con más honestidad.

Ahí también entra la importancia de libros como este, de la crónica diaria y del análisis, más allá de lo que dicen unos y contestan outros.

Se trata de mirar a un escenario que realmente es apasionante. En las europeas, por ejemplo, podíamos imaginar que Podemos sacaría un diputado, pero consiguieron tocar una tecla que Beiras ya había conseguido presionar antes. En el caso de Beiras no había mucha gente compitiendo... Estaba Mario Conde, que era el Xan das Bolas, como dijo Xosé Manuel Pereiro. Estaban también Compromiso por Galicia y UPyD, que se había suicidado en Galicia con los brutales comentarios que nos dedicó su líder. En España había más, con Vox o Ciudadanos, que habría sido el fenómeno si no existiera Podemos. Y también Elpidio Silva o el Partido X.

En el ámbito gallego también tenemos una perspectiva incierta en la que hay mucho que contar, desde los movimientos demoscópicos al panorama político-partidario... Empezando por el futuro político del presidente de la Xunta.

La política gallega actual está condicionada por el Domingo de Resurrección, el Aberri Eguna [se ríe] del 2013, el día que se publicaron las fotos de Feijóo con Marcial Dorado. Ahí se destroza el proyecto vital de Alberto Núñez Feijóo, que volvió a Galicia con la vista puesta en marcharse a Madrid. Eso hace que el proyecto y aspiraciones que tenía de suceder a Rajoy, incluso como candidato, saltaran por los aires. Volvió de Guadarrama al Padornelo, pero es una lástima que, de vuelta a Galicia, no intentara ponerse a gobernar. Continuó con su propaganda y, aun así, su posición relativa no es mala porque enfrente no tiene nada. Y, a pesar de ello, su resultado en las europeas fue absolutamente catastrófico. Días antes de las europeas un miembro del PPdeG me decía que la situación iba a ser como lo que decía Pío Cabanillas, pero al revés: “perdimos, pero no sabemos contra quién”. De cara a las elecciones gallegas es decisivo lo que pase en el ciclo anterior de municipales y generales, sobre todo en las generales, que es donde se va a decidir si va a haber una gran coalición. No parece que la vaya a haber, pero si la aritmética les obliga, es bastante probable que la pueda haber por la presión de los mercados, porque la tormenta ha pasado pero la crisis, tristemente, no. Si hay una gran coalición en España es muy improbable que pueda haber alternancia en Galicia, donde el PP siempre ha sido la fuerza más votada. Si no hay una gran coalición en Madrid, el PP podría perder la mayoría absoluta e incluso debería perderla. Si hubiera algo enfrente.