Grupos ultracristianos brasileños han tratado de prohibir durante las últimas semanas el desfile de la Estação Primeira de Mangueira en Río de Janeiro, acusándoles de blasfemia, y eso que lo único que se conocía –hasta la pasada madrugada– era la letra del samba-enredo creado para la ocasión. Mangueira, la escuela de samba campeona en 2019, venía anunciando un Jesucristo con “rostro negro, sangre de indio y cuerpo de mujer”; un Jesucristo que se preguntaba si el pueblo habría entendido “el mensaje” pues los “profetas de la intolerancia” le tienen otra vez crucificado; un Jesucristo que alertaba de los “mesías con armas en la mano”, en referencia al nombre completo del presidente, Jair Messias Bolsonaro. En el Sambódromo de la avenida Marquês de Sapucaí, a la hora de la verdad, la puesta en escena de la agrupación irritó más si cabe a aquellos que les venían increpando.
La estampa, explican los organizadores, es la versión de lo que podría haber significado Jesucristo en otro tiempo, nuestro tiempo. Le representan en la fragilidad de la favela y le crucifican en cuerpo de mujer, ensalzando la causa feminista, y también como joven negro marginalizado, recordando quién lidera los datos de exterminio en las periferias de las grandes ciudades brasileñas.
La reacción ultracristianas ha sido enérgica, articuladas principalmente en torno al Instituto Plinio Corrêa de Oliveira, que organizó una recogida de firmas para que la Justicia detuviera el proyecto. Comprenden la necesidad de la libertad de expresión, pero opinan que, “como todo derecho, tiene ciertos límites, y aquí entra la cuestión de la blasfemia”. Son palabras para eldiario.es del abogado y politólogo Frederico Viotti, representante del Instituto Plinio Corrêa de Oliveira. “Han decidido llevar al Carnaval, que es una fiesta en la que se mezcla todo tipo de inmoralidades y de nudismo, imágenes de Nuestro Señor”.
Protestaba Viotti, al mismo tiempo, de la presencia de “ideología de género” en la samba-enredo de Carnaval. “En determinado momento, el samba dice que es preciso un amor sin fronteras y que Nuestro Señor tiene cuerpo de mujer”, se queja el abogado y politólogo. “El samba es usado de una forma muy clara para propagar una visión de Nuestro Señor contraria a la fe católica, y en el fondo burlándose de la veneración y adoración que los cristianos en Brasil, más del 90% de la población, sienten por Nuestro Señor”.
No había visto este portavoz todavía a la reina de la batería de la Estação Primeira de Mangueira. Evelyn Bastos, nacida y criada en la favela de Mangueira, era la encargada de desfilar sambando frente al ejército percusionista de la escuela. Desfiló portando una corona de espinas, luciendo llagas en las manos, e interpretando su papel de Jesucristo mujer negra desde el principio hasta el final. Su mensaje ponía el foco en los feminicidios en Brasil, y también iba dirigido a concienciar sobre el 'no es no' en celebraciones multitudinarias como el Carnaval: “Desgraciadamente, nuestra danza todavía es vista como sexual. Para nosotras es cultural. La lucha aún es grande”.
El apoyo de las religiones minoritarias
Desde el momento del anuncio de su desfile, hace meses, hasta el próximo sábado –día en que volverán a desfilar en el Sambódromo de Río las seis escuelas mejor clasificadas en este Carnaval 2020–, una de las ocupaciones rutinarias de la directoría de la Estação Primeira de Mangueira es defenderse de los ataques ultracristianos. “La gran mayoría de religiosos, de varios pensamientos religiosos, opinan que no se trata de blasfemia, sino que estamos tomando las enseñanzas que Cristo dejó”, cuenta a este periódico Moacyr Barreto, vicepresidente de proyectos especiales de la agrupación. “Cristo estuvo siempre al lado de los pobres, de los oprimidos”.
En la favela del Morro da Mangueira, y por supuesto formando parte de la agrupación, hay cristianos de diversas direcciones, pero Barreto señala que “toda la escuela ha abrazado este samba”. Entienden los vecinos y seguidores que están “hablando de un Jesucristo que renace en el Morro da Mangueira, y que va a convivir con los excluidos, con los más humildes. Tal vez no hayamos comprendido bien su legado y sus enseñanzas, porque si no no estaríamos viviendo situaciones como las que vivimos hoy”.
La buena noticia para Mangueira es que por cada ataque que han recibido por parte de los ultracristianos –al final no lograron su objetivo de censura– también han aparecido apoyos de líderes religiosos de los más diferentes credos. Estos líderes, unidos contra la intolerancia y el racismo religioso, contaron con una comitiva en el desfile en el cual Mangueira repensaba al lado de quién estaría Jesucristo si viviera hoy.