José Manuel Albares (Madrid, 1972), ministro de Asuntos Exteriores español, llega a la redacción de elDiario.es después de haber visitado en los últimos días dos de los lugares más calientes de la política internacional actual: la guerra en Ucrania y Oriente Próximo, donde se ha reunido con los nuevos gobernantes sirios y libaneses. Mientras, en Israel y Palestina va cumpliéndose una tregua y el intercambio de rehenes y prisioneros a la espera de saber si ese alto el fuego perdurará, qué será de Gaza el día después y si acaso el Gobierno de Israel rendirá cuentas por los cargos de genocidio por los que es perseguido en la Justicia internacional. Y, mientras tanto, el nuevo inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, acelera con una agenda que altera cada día equilibrios internacionales.
Acaba de llegar de Ucrania, cuando casi se cumplen tres años de la invasión rusa. ¿Cómo ve la guerra en un momento en el que Rusia avanza en el este, si bien el campo de batalla en su conjunto se encuentra relativamente estabilizado, y con Donald Trump en la Casa Blanca?
El motivo de mi viaje ha sido trasladar una vez más el apoyo español a la independencia, la libertad y la soberanía de Ucrania. He visto un país decidido y determinado a que no se coarte su libertad, y a proteger a toda su población. Y he trasladado ese apoyo político y diplomático también en la protección de los civiles.
Hemos comprometido 10 millones de ayuda humanitaria extra: son ya casi 100 millones de ayuda humanitaria española destinada a Ucrania y 400 millones para la reconstrucción.
Allí pude visitar uno de los hospitales a los que estamos dando apoyo, donde tratan terribles amputaciones tanto de civiles como de soldados.
También hemos dado apoyo a la cultura ucraniana, en tanto que la cultura, la palabra y la razón son una forma de oponerse a la guerra y a la barbarie, con la inauguración de un hub cultural entre la Agencia Española de Cooperación y la Unesco.
Trump y Putin han anunciado que se van a reunir para abordar la guerra en Ucrania. ¿Qué cree que pasará? Trump está insistiendo en que tiene que acabar la guerra y se habla mucho de la hipótesis de un acuerdo de paz por territorios y ciertas garantías de seguridad para Ucrania.
La postura española es muy clara: nosotros queremos la paz. Si por nosotros hubiera sido, esta guerra habría terminado ya. Es más, si por nosotros hubiera sido, esta guerra no habría empezado. Y eso vale también para todos los europeos y los aliados de la OTAN. Y, por supuesto, vale para el Gobierno de Volodímir Zelenski y para el pueblo ucraniano.
Lo que también tenemos claro es que una guerra injusta, una guerra de agresión contraria a los principios de la Carta de Naciones Unidas, no puede terminar con una paz injusta.
Y, cuando llegue ese momento, que estoy seguro de que un día llegará, aunque estemos prácticamente en vísperas de iniciar el cuarto año de esta terrible guerra, tiene que quedar claro que no se puede decidir nada sobre Ucrania sin Ucrania; y que no se puede decidir nada sobre la seguridad europea sin Europa.
En el fondo, lo que está en juego en estos momentos, y desde hace tres años en Ucrania, es garantizar principios como la integridad territorial y la soberanía, pero también principios clave de la construcción europea como que la guerra no puede ser la forma de resolver conflictos entre Estados, así como los principios de tolerancia, pluralismo y democracia. Todo eso está en juego, son los valores mismos de Europa.
Parece que existe el riesgo de que se vaya más a una especie de 'Yalta 2', con Washington y Moscú ordenando la seguridad de Europa, que no a una 'declaración de Helsinki 2' en la que Europa esté en la mesa para redefinir la seguridad del continente.
A mí no me gusta hacer política ficción y, desgraciadamente, en estos momentos no se vislumbra la paz porque una de las dos partes, Rusia, no quiere la paz. ¿Quién habla de paz? ¿Quién ha presentado planes de paz? Siempre ha sido el lado ucraniano, el presidente Zelenski.
Por supuesto, los europeos apoyamos cualquier plan de paz justa. Sin embargo, cuando oigo hablar al presidente ruso, siempre habla de guerra, de no abandonar la guerra, de ganar la guerra. Pero, en cualquier caso, el día que se produzca la paz, España y los europeos tenemos muy claro sobre qué premisas debe hacerse: no podemos decidir nada sobre Ucrania, que es un Estado soberano con un presidente democráticamente elegido, sin que ellos sean los que fijen los parámetros. Y, por supuesto, todo aquello que toca a la seguridad europea, y claramente Ucrania lo hace, tiene que tener la voz de Europa que, por cierto, lleva desde hace casi cuatro años al lado de Ucrania defendiendo los valores europeos.
Los palestinos no tienen por qué estar condenados a ser un pueblo de refugiados que reciba violencia constante
Usted hace poco también ha estado en Oriente Próximo y se reunió con las nuevas autoridades sirias. Esta semana, el Consejo de Exteriores de la UE aprobó una relajación de las sanciones a Siria. Recientemente, las nuevas autoridades han nombrado a Al Sharaa presidente del país y han suspendido la Constitución de Al Asad ¿La Unión Europea está conforme con los pasos que están dando las autoridades sirias?
El lunes pasado, en el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE, tomamos por unanimidad la decisión de levantar las sanciones que tocan a todo lo que respecta a la ayuda humanitaria y la reconstrucción económica, aquello que afecta directamente a una población que, en el 90%, vive bajo el umbral de la pobreza, con 17 millones en riesgo de hambruna.
Eso, por supuesto, es reversible, y mantenemos otras sanciones como las que tocan a armas químicas. Mi viaje se produjo después de que otros de mis colegas, de Alemania, Francia e Italia, acudieran, y al día siguiente una de las comisarias europeas estuvo allí. También han estado el secretario general de Naciones Unidas, el Alto Comisionado para los Refugiados, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos... Y todos hemos llevado el mismo mensaje de esperanza para el pueblo sirio.
Una vez que ha caído una dictadura terrible, pude visitar una de las peores cárceles de Al Asad, la de Sednaya, donde se calcula que hubo 30.000 ejecuciones extrajudiciales y 150.000 desaparecidos.
Ahora se abre esa ventana de esperanza para una población que ha sufrido tanto, y también fuimos para decirle que ese apoyo que estábamos dispuestos a dar al pueblo sirio tenía unas líneas rojas.
Una de ellas es que el diálogo nacional dé lugar a una Constitución en la que todos los sirios y sirias tengan los mismos derechos. Tuve un encuentro con mujeres sirias de la sociedad civil y también con líderes de las minorías religiosas. Todos deben de tener los mismos derechos.
El futuro de Siria, además, debe ser libre de injerencias y de interferencias extranjeras y, al mismo tiempo, tiene que haber un compromiso con el desarrollo económico que beneficie a la población. En suma, un futuro pacífico, inclusivo y que garantice la integridad territorial de Siria.
Siria puede ser un factor de estabilidad muy grande para Oriente Medio, o lo contrario. Y bajo esas premisas visitamos todos a las nuevas autoridades sirias y decidimos levantar esa parte de las sanciones. Si eso no va por ese camino, por supuesto que nuestra actitud cambiará.
Parece, no obstante, que hay ciertos colectivos de mujeres que están expresando alguna preocupación, que comentan que Damasco no es lo mismo que el resto del país y que han visto lo que ha ocurrido en otros países con gobernantes yihadistas, que es de donde proviene la coalición gobernante actual de Siria.
Para mí es una preocupación singular y una preocupación grande, porque soy muy consciente de que el futuro de las mujeres está en estos momentos en el alero: puede ir hacia donde nosotros queremos o puede sufrir una involución. Y me preocupa porque en el encuentro que tuve con mujeres de la sociedad civil, y debo de decir que no tuve ningún impedimento para encontrarme con ellas, igual que no tuve ningún impedimento para encontrarme con los líderes de las minorías religiosas, algunas de ellas me trasladaron esa misma inquietud.
Pero también me llevo muy claro el mensaje que me enviaron ambos colectivos, tanto las mujeres como los líderes de las minorías: 'Por favor, manténganse en Siria, sigan hablando con las autoridades, levanten las sanciones que solo nos afectan a nosotros, a los ciudadanos. No se marchen, no dejen de poner sus ojos en Siria'.
Es un asunto que me preocupa y fue uno de los principales temas de mi conversación con las autoridades aquel día.
También en estos días se está abriendo camino la tregua pactada entre Hamás e Israel. Pero en ese acuerdo queda pendiente la responsabilidad de Israel en los casi 50.000 muertos que llevamos en año y medio en Gaza. ¿Qué puede hacer España para que se rindan cuentas por esta masacre?
Hemos sido muy claros condenando las acciones indiscriminadas contra la población civil y las infraestructuras civiles. Hemos rechazado tajantemente las leyes de la Knesset sobre la UNRWA, que es una organización de Naciones Unidas absolutamente indispensable para la vida de seis millones de palestinos en Gaza, en Cisjordania y en el resto de la región.
Por eso hemos incrementado exponencialmente nuestra contribución. La última partida, hace muy pocos días, de 13,5 millones de euros. Por eso también somos parte de la demanda ante el Tribunal Internacional de Justicia y damos un apoyo financiero muy claro a la Corte Penal Internacional para que pueda llevar adelante su investigación. Y, por eso, también, reconocimos al Estado de Palestina el 28 de mayo pasado, porque el pueblo palestino no tiene por qué estar condenado a ser eternamente un pueblo de refugiados que reciba la violencia constantemente. También creemos que es lo mejor para las legítimas demandas de seguridad del pueblo de Israel.
Hemos impuesto sanciones a los colonos violentos de Cisjordania y rechazamos claramente la ocupación de los territorios, muchas veces condenada por las Naciones Unidas y contraria al derecho internacional. Por lo tanto, todas esas medidas unidas a otras como, por ejemplo, no vender armas a Israel ni permitir que haya barcos que hagan escala en nuestros puertos, son cosas que hemos venido haciendo para conseguir que la paz llegue a Oriente Medio para todos, por supuesto para los palestinos, porque es de justicia, pero también para el pueblo de Israel y para el resto de los países que conforman la región.
Pero sí que ha faltado en Europa y en Occidente, como también lo señalan países del sur global, un rasero equivalente al aplicado con Rusia por la invasión de Ucrania en relación con Israel y la invasión de Gaza.
No será por parte de España, y es una de las cosas que nos reconocen todos nuestros amigos árabes y del sur global, que incluye a muchos países de América Latina. Nos reconocen que España tiene una política exterior con identidad propia y coherente, que dice lo mismo por los mismos motivos y por los mismos principios en Ucrania y en Gaza: trabajar por la paz, proteger a los civiles, defender a las Naciones Unidas y al derecho internacional.
Y eso nos lo reconocen todos, también nuestros socios europeos y, en la mesa de Bruselas, España es el país que más ha hecho por esa coherencia en la voz europea.
Pero, por ejemplo, el pasado lunes, en la reunión de los ministros de Exteriores, se aprobó prolongar las sanciones a Rusia, a la que se han aplicado hasta 15 rondas de sanciones. Pero a Israel ninguna.
Pero, gracias a España, se impusieron sanciones a los colonos violentos. Y España sola no puede hacer la unanimidad. Lo importante, y es ante lo que responde el Gobierno, es qué hacemos nosotros bilateralmente y a qué se añade nuestra voz en Bruselas.
Si no fuera por España no habría un marco de diálogo euro-árabe para hablar con una sola voz. Fue aquí, precisamente en Madrid, no hace muchos meses, donde conseguimos ese marco que ha terminado con la Alianza Global en favor de la solución de dos Estados en Naciones Unidas. Por lo tanto, España es un país indispensable y ha demostrado su liderazgo tanto en Ucrania como en Gaza.
España tiene una política exterior propia y coherente con Ucrania y Gaza
Recientemente, Trump habló de “limpiar Gaza” y tiene un plan que tiene más semejanza con lo que quisiera el Gobierno de Israel que lo que históricamente se ha entendido por los dos Estados, por lo que se acordó en Oslo. ¿Cómo ve España los planes de Trump para Palestina?
El lugar de los gazatíes es Gaza. Gaza es la tierra de los palestinos gazatíes y Gaza tiene que ser parte del futuro Estado palestino, y todos sabemos perfectamente cuál es la solución, la verdadera solución, la que han negociado israelíes y palestinos varias veces en la historia para conseguir paz, estabilidad, seguridad para todos: dos Estados que coexistan y convivan en buena vecindad y se garanticen mutuamente seguridad y prosperidad. Eso es lo que está impulsando España y ahí es donde se sitúa España.
Lo tenemos muy claro, igual que hemos condenado sistemáticamente los bombardeos indiscriminados sobre la población civil de Gaza y la infraestructura civil en Gaza; igual que hemos apoyado desde el primer momento a UNRWA, en momentos en que la mayoría de los donantes –que ya por fin felizmente han vuelto– se retiraban, y nosotros no solamente manteníamos, sino que incrementamos nuestro apoyo.
El compromiso de España con el pueblo palestino es indiscutible, es firme y es coherente con todo lo demás que hace nuestra política exterior.
Uno de los logros que se comentaban en Bruselas era el aislamiento internacional que se había conseguido en torno a Putin por la invasión de Ucrania. Hace unos meses, sin embargo, vimos cómo una cumbre de los BRICs se celebraba en suelo ruso, con Putin recibiendo a líderes de países con muchos habitantes. ¿Hasta qué punto ese rasero diferente de la comunidad internacional con Palestina ha permitido reforzar la figura de Putin, que hace dos años se encontraba más aislado, tal y como se veía en las votaciones en la ONU?
Yo creo que todos los europeos tenemos muy claro cuál debe ser la relación con Putin, cuál es nuestra posición frente a la guerra de agresión y, al mismo tiempo, todos somos conscientes de que el día que llegue la paz, Europa seguirá teniendo una larguísima frontera con Rusia y debemos recuperar una relación con Rusia. Pero bajo premisas de igualdad soberana entre los Estados y de respeto mutuo, de respeto al proyecto europeo, que es un proyecto de democracia, de pluralismo, de tolerancia, de paz.
Y yo creo que ese marco, en Bruselas, se tiene muy claro. Desde luego, en Madrid lo impulsamos.
Habla del proyecto europeo. Ahora hay elecciones en Alemania y uno de los principales asesores de Trump, que además es el dueño de X, Elon Musk, está haciendo campaña por la ultraderecha. ¿Cree que hay injerencias por parte de la nueva administración estadounidense?
Que hay injerencias externas sobre el proyecto europeo y sobre los procesos de elecciones democráticas en Europa no es algo nuevo. Es un hecho constatable y objetivo. Y hace ya muchos años que los europeos nos preparamos para ellas y nos hemos ido dotando de una serie de instrumentos.
Y hay que decirle la verdad a los españoles y a los europeos de a qué nos enfrentamos: el proyecto europeo es un proyecto democrático, de tolerancia, de pluralismo, y es un proyecto fuerte, sólido. Muchos de los principales países del planeta, se coja el criterio que se coja, como, por supuesto, el económico, conformamos el proyecto europeo. Y aquellos que desde distintos intereses, porque quieren influir externamente o porque tienen intereses privados incompatibles con los intereses de los europeos, intentan influir, intentan dividirnos, intentan alterar los procesos democráticos señalando a fuerzas claramente antieuropeas, van en contra del interés de los europeos.
En primer lugar, es inaceptable y tenemos los instrumentos y la voluntad política para hacerle frente. Y, en segundo lugar, nada de eso va en interés de los europeos, de su vida. Todo lo contrario, va en contra de ellos. Aquellas fuerzas políticas que quieren debilitar el proyecto europeo desde dentro de nuestras sociedades, aunque las apoyen desde fuera, no lo hacen en favor del interés de los europeos o, en el caso de España, de los españoles. Muy al contrario.
Elon Musk ha señalado a AfD en Alemania, está señalando a la extrema derecha en Reino Unido, donde gobiernan los laboristas. El siguiente paso puede ser España, que también es uno de los principales gobiernos socialistas europeos.
Quien quiere debilitar el proyecto europeo ataca siempre a aquellos países que considera más fuertes y los ataca en los momentos en los que hay un debate sobre quién debe dirigir ese país. Y evidentemente, quien quiere debilitar el proyecto europeo, porque no le viene bien para sus intereses, sean países extranjeros o sean intereses de corte privado, va a preferir siempre a fuerzas antieuropeístas.
Lo importante aquí es que va en contra de sus intereses más concretos. No nos olvidemos de que Europa nos ha dado las mayores décadas de paz y de prosperidad, de crecimiento económico y de tranquilidad a los europeos. Y Europa no es neutral en cuanto a sus valores. Se construye sobre unos valores que son los valores democráticos, de rechazar la guerra como forma de resolver conflictos, de tolerancia y de pluralismo.
No son bellas ideas filosóficas que están en el aire, son el verdadero motor de esa paz y de esa prosperidad. Por lo tanto, yo creo que en las elecciones en las que los europeos estamos decidiendo el futuro en cada país, en Alemania y próximamente en Polonia y así sucesivamente, nos jugamos mucho más que en cualquier otra elección, porque hay personas que consideran que Europa es demasiado fuerte para sus intereses. Europa es demasiado fuerte y lo tiene que ser más para seguir haciendo avanzar la prosperidad y la tranquilidad de los europeos y los españoles.
El otro día en Davos Milei anunciaba la alineación de esta Internacional reaccionaria. Él decía que no está solo, que está Trump, Netanyahu, Orbán, Meloni... Hay una internacional reaccionaria, coordinada, que se ayuda y que además ahora tiene la Casa Blanca.
El ministro de Asuntos Exteriores es la última persona que en un país tiene que comentar lo que digan otros mandatarios extranjeros. Y, además, yo me caracterizo por no señalar a una persona u otra, porque poco importa el quién, lo importante es el qué.
Un indicador muy claro para los españoles y para los ciudadanos europeos tiene que ser que es extraño que alguien que es extraeuropeo se fije tanto en lo que es bueno para los europeos o no: eso lo decidiremos nosotros mismos entre nosotros. Y que hay una Internacional reaccionaria, por supuesto, claro que sí, pero esa internacional reaccionaria no ayuda en nada al día a día a los verdaderos intereses de los europeos: va en contra de los intereses europeos.
Europa es una sociedad abierta que se relaciona pacíficamente en un plano de igualdad con los demás, a nosotros nos gusta el libre comercio, creemos en el multilateralismo, sabemos que a los grandes desafíos de la humanidad solamente podemos hacerles frente como hemos demostrado en la crisis del COVID-19 o frente a la lucha contra el cambio climático o la gestión de los flujos migratorios irregulares: conjuntamente; primero, entre europeos; y después con el resto de países del planeta.
¿Cree que estamos en un momento de cambio de paradigma por el cambio en la Casa Blanca y por cómo se manifiesta esta Internacional reaccionaria?
Estamos en un momento muy similar al que se produjo en la caída del Muro de Berlín. No estamos ante un cambio de paradigma, pero estamos ante un momento en el que tenemos que decidir hacia dónde vamos en las próximas décadas. Hasta ahora, hasta la agresión rusa a Ucrania, hemos ido viviendo mejor o peor con eso que en la jerga diplomática llamamos un orden mundial que arranca con la caída del Muro de Berlín.
Eso ahora está agotado porque hay potencias que llamamos emergentes, pero hace mucho tiempo que ya son emergidas, y que legítimamente quieren su lugar en la mesa, que tienen visiones a veces distintas a nosotros, a veces opuestas, porque hay otros actores, porque hay nuevas tecnologías que han transformado la forma en que nos comunicamos, en que los medios de comunicación trabajan, en que la economía funciona y, por lo tanto, lo que tenemos que decidir es si vamos a ser actores de ese cambio o simplemente lo vamos a sufrir, vamos a ser meros espectadores.
España ha decidido ser un actor y nuestra política exterior, que es coherente y tiene una identidad propia, está participando e influyendo en todos los escenarios. En consecuencia, no hay un cambio de paradigma, pero sí hay un diseño, y tenemos que ser actores, tenemos que ser valientes, tenemos que ser propositivos y poner los intereses de los españoles y de los europeos por delante de todo.
Y cuando ve estas deportaciones desde EEUU con latinoamericanos esposados, o que se pueden habilitar 30.000 plazas para migrantes en Guantánamo... ¿Cómo lo percibe? Al mismo tiempo, Trump parece estar irrumpiendo también con confusión, anunciando medidas y luego echando para atrás algunas de ellas, además de quebrar el multilateralismo saliéndose de la OMS o cortando la financiación de agencias de la ONU.
Nosotros no podemos decidir en lugar de otros. Cada país democráticamente escoge quién es su gobierno. Y yo veo en la prensa y también en debates con mis colegas europeos que pasamos mucho tiempo pensando qué harán otros. Y yo siempre digo lo mismo: lo importante no es qué harán otros, sino que lo importante es decidir qué haremos nosotros, y eso sí lo podemos decidir.
En política exterior uno nunca escoge las situaciones que le vienen impuestas, pero siempre, siempre, podemos escoger la actitud ante ellas. Y eso es lo que hace España. Nosotros hacemos una apuesta clara por el multilateralismo, porque se ha demostrado que es bueno para el planeta. Además, hay desafíos que solo se pueden abordar con una escala global.
Nosotros tenemos muy claro nuestro modelo migratorio, que es muy exitoso y así lo reconocen todos los países europeos. Y ese modelo es siempre respetuoso con los derechos humanos de los migrantes.
Para terminar. Cuando vio que el presidente de Estados Unidos confundía a España con un miembro de los BRICs. ¿Qué pensó?
Yo eso lo dejaría en el terreno de la anécdota absoluta, y no le doy mayor trascendencia. Todo el mundo sabe que España es un país de la Unión Europea, que es uno de los grandes motores de la Unión Europea cuya voz pesa por fin con fuerza en todos los principales escenarios mundiales.