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El ataque limitado de Israel a Irán rebaja el temor a una guerra total en Oriente Medio sin disipar la tensión

Después de varios días de incertidumbre y tensión, en los que la comunidad internacional temió que el Gobierno de Benjamín Netanyahu lanzara un ataque de represalia ejemplar contra Irán, en la madrugada del viernes Israel llevó a cabo una ofensiva limitada y comedida, que transmitiera un mensaje claro pero a la que Teherán no se viera obligado a responder. Tel Aviv no confirmó oficialmente que estuviera detrás de las explosiones que se registraron en los cielos de Isfahán, en el centro de Irán, pero nadie duda de que sea así. Fuentes anónimas estadounidenses e israelíes han confirmado a la prensa que el ataque es obra de Israel y que es la respuesta al lanzamiento de cientos de misiles y drones desde Irán contra el Estado judío el pasado fin de semana.

Ninguno de los dos ataques ha provocado daños materiales importantes ni víctimas mortales y ambos países han demostrado al enemigo y a sus ciudadanos que tienen la capacidad de responder, y también han mostrado al mundo que pueden ejercer la contención que se les ha exigido para evitar el estallido de un conflicto regional en Oriente Medio.

El Ejército iraní ha dado a entender que no planea responder al nuevo ataque de Israel, que fue el que dio comienzo a esta espiral el pasado 1 de abril cuando atacó el consulado iraní en Damasco con varios misiles y provocó la muerte de siete miembros de la Guardia Revolucionaria, incluido un alto mando militar.

Irán informó este viernes de que sus defensas aéreas se activaron en varias partes del país y, en una primera versión, admitió que había derribado tres drones sobre una base militar cerca de Isfahán, pero luego dijo que eran “varios objetos voladores”, sin especificar su naturaleza ni origen. “Gracias a nuestra vigilancia, se disparó a objetos voladores”, declaró el comandante en jefe del Ejército iraní, el general Abdul Rahim Musavi, a la agencia de noticias Defa Press. 

Las instalaciones nucleares, a salvo

Los medios oficiales y semioficiales iraníes se esforzaron por transmitir una imagen de tranquilidad y normalidad en esa importante ciudad del país, un destino destacado para el turismo interno e internacional, conocida por sus tapices. Cerca de Isfahán se encuentra una de las instalaciones nucleares más importantes del país, la de Natanz, pero tanto la agencia de noticias iraní Tasnim como el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) confirmaron que no había sido alcanzada. El director de la OIEA, Rafael Grossi, dijo a través de la red social X que el organismo “puede confirmar que no hay daños en las instalaciones nucleares de Irán”.

Según la agencia de noticias Reuters, que consultó a tres fuentes conocedoras del asunto, el llamado 'gabinete de guerra' israelí, encabezado por Netanyahu, había descartado desde el principio un ataque contra sitios estratégicos iraníes, incluidas las instalaciones nucleares, porque eso hubiera provocado con mucha probabilidad un conflicto en toda la región. Debido a las advertencias de sus aliados, incluido Estados Unidos y varios países árabes del Golfo Pérsico, y con el objetivo de no perder el favor de la opinión pública internacional, el gabinete pospuso en dos ocasiones el contraataque, de acuerdo con esas fuentes.

La presión por parte de los socios israelíes, sobre todo por parte de su principal aliado, Washington, jugó un papel importante y logró que la respuesta no fuera incendiaria, tal y como pedían los miembros más radicales del Ejecutivo israelí. El ministro israelí de Seguridad Nacional, el ultraderechista y colono Itamar Ben Gvir, publicó el viernes en las redes sociales una palabra: “¡Espantapájaros!”, que en argot hebreo significa “débil”. Días antes había instado a que la respuesta israelí no fuera un “espantapájaros”.

El diario israelí Jerusalem Post afirmó que, según fuentes anónimas, la ofensiva buscaba mandar el mensaje de que Israel no quiere una guerra regional, pero que tiene la capacidad de atacar las instalaciones nucleares iraníes, si así lo decide.

Evitar una escalada mayor

“Israel no se podía permitir el lujo de dejar sin respuesta el ataque contra su territorio, que es un hecho sin precedentes y sobrepasa una línea roja muy clara. Este ataque restituye su capacidad de disuasión”, afirma a elDiario.es Ignacio Álvarez-Ossorio, catedrático de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Complutense de Madrid (UCM). “Dentro de todos los escenarios y las opciones posibles, Israel ha optado por una respuesta bastante contenida” que, en opinión del profesor, “tiene la intención de escalar y después desescalar, esto es, salvar la cara ante el electorado de Netanyahu, no dejar sin respuesta el ataque contra su territorio y evitar un choque frontal con Irán”.

Agrega que “para Israel, golpear el territorio iraní es una maniobra de distracción, una cortina de humo que desvía la atención y el foco de lo que está ocurriendo en la Franja de Gaza y le da un balón de oxigeno para mantenerse en el poder a Netanyahu”, que está cada vez más presionado por sus socios de gobierno más radicales, las familias de los rehenes en manos del grupo Hamás y las críticas de la comunidad internacional. Por ello, cree que a los dirigentes israelíes le interesa más que a los iraníes mantener la tensión en Oriente Medio, algo que Álvarez-Ossorio no espera que “desaparezca por completo, a corto plazo”.

El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo este viernes que su país ha trabajado para “asegurar que Israel puede defenderse de forma efectiva, pero también en rebajar las tensiones y evitar un conflicto”, y que esos siguen siendo sus objetivos. Blinken hizo esas declaraciones en una reunión de G7 en Italia, en la que el supuesto ataque de Israel contra Irán robó el protagonismo a otros asuntos. El secretario de Estado recibió varias preguntas de los periodistas al respecto pero no quiso responder y sólo aclaró que “EEUU no se ha visto involucrado en ninguna operación ofensiva”.

En un comunicado al término de la reunión, los líderes del G7 instaron a “todas las partes a trabajar para evitar una mayor escalada”, después de recibir las informaciones sobre las explosiones en Isfahán. Sin embargo, las mayores economías del mundo tuvieron palabras mucho más duras sobre el ataque contra Israel del pasado fin de semana y reafirmaron su “compromiso con la seguridad de Israel”.

Desde la Unión Europea, señalaron el viernes que “ven signos de desescalada”, según el portavoz de Exteriores, Peter Stano, quien precisó que la UE no tiene ninguna “confirmación oficial” sobre lo ocurrido. Fuentes comunitarias enfatizaron que el ataque de esta madrugada ha sido “limitado”. El único que alertó del riesgo que aún corre Oriente Medio fue el alto representante de la Política Exterior, Josep Borrell, que advirtió de que “cualquier cálculo erróneo sobre las reacciones de los demás puede provocar una escalada que no elimina el riesgo de una guerra”. “Las noticias de los ataques de hoy no hacen sino confirmar la necesidad de evitar la escalada para garantizar que la guerra en Gaza no se extienda al resto de la región. Lo fundamental es parar la guerra en Gaza, no extenderla a otros países”, agregó el jefe de la diplomacia europea.

Álvarez-Ossorio considera que Oriente Medio se encuentra en “un círculo sumamente peligroso de acción-reacción, que puede producir en cualquier momento un error de cálculo y que las tensiones entre los dos países se eleven, o en el frente iraní-israelí o en otros frentes”. Desde el comienzo de la guerra de Gaza, hace más de seis meses, se han abierto varios frentes en la región, alimentados por la masacre de los palestinos a manos de Israel, cuyo Ejército se enfrenta a diario desde entonces con el grupo chií Hizbulá en la frontera con Líbano.

“No debemos olvidar que Irán cuenta con aliados regionales, con varios satélites, y podría de alguna manera movilizarlos en el caso de que sus intereses vitales sean golpeados”, recuerda el catedrático de la UCM, que publicará próximamente el libro 'Gaza. Crónica de una Nakba anunciada', junto al autor José Abu-Tarbush.

La guerra de Gaza ha exacerbado la hostilidad hacia Israel de aquellos que ya consideraban al Estado judío como su mayor enemigo, encabezados por Irán y su 'eje de la resistencia', en el que están integrados varios grupos armados no estatales, como el palestino Hamás, el libanés Hizbulá o los rebeldes hutíes de Yemen –estos últimos están causando graves interrupciones del comercio marítimo mundial por sus ataques contra los barcos que navegan en el mar Rojo–.

A pesar de los varios frentes que mantiene abiertos y del gran precio económico y en términos de reputación que está pagando Tel Aviv por una guerra que ha causado más de 34.000 muertos (de los cuales, más de 14.600 son niños), el Gobierno de Natanyahu no se ha planteado en ningún momento detener su ofensiva contra la Franja de Gaza y se muestra dispuesto a un conflicto abierto con Hizbulá en Líbano o con su padrino, Irán, si fuera necesario.