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El descontrol en el recuento de las elecciones en El Salvador inaugura el país de partido único de Bukele

Una papeleta durante el recuento de votos para las elecciones presidenciales y legislativas en un colegio electoral en San Salvador, el 4 de febrero.

Carmen Quintela

5 de febrero de 2024 23:04 h

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Nayib Bukele se autoproclamó el domingo el ganador de las elecciones presidenciales en El Salvador sin esperar a los datos oficiales. Incluso dijo que había ganado con el 85 por ciento de los votos. Y nadie, ni en el país ni fuera, pone en duda su victoria aunque, un día después del cierre de las urnas, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) aún no había hecho oficiales los resultados, sin aclarar los motivos de un retraso imprevisto.

A pesar de que el órgano electoral aventuraba que alrededor de las 21:00 horas del domingo tendrían ya los resultados preliminares completos, el sitio web habilitado para dar a conocer las cifras se congeló al llegar al 31,49% de las actas procesadas y no se siguió actualizando durante varias horas. Los datos de diputados para la Asamblea Legislativa apenas llegaron a un 0,93% del escrutinio.

Tras el cierre de los centros de votación, integrantes de los equipos encargados de contar las papeletas y subirlas al sistema empezaron a protestar por problemas informáticos. La principal queja: al intentar ingresar la información, automáticamente el sistema duplicaba o triplicaba los votos. Eso explicaría un error que varias personas identificaron al inicio del conteo: cuando apenas había un 13% de actas escrutadas, ya aparecían más de 1 millón de votos en el sistema. Si se tiene en cuenta que el electorado de El Salvador está formado por 6,2 millones de votantes, el porcentaje no cuadraba.

La Secretaría General del Tribunal Supremo Electoral emitió un memorándum a las 2:00 de la madrugada del lunes en el que anunciaba que las juntas electorales debían elaborar unas actas manualmente para tener un “escrutinio preliminar”. Después, indicó, los integrantes de las juntas receptoras de votos deberían tomar “evidencia fotográfica o escaneada” y enviarla al órgano electoral. Todo esto, explicaron, era una consecuencia de “múltiples acciones” que habían dificultado la transmisión de resultados.

Un recuento caótico

Esta situación hizo saltar las sospechas de observadores del proceso electoral y líderes de la oposición, que a lo largo de la jornada electoral evidenciaron cómo a miembros de las Juntas Receptoras de Votos, apoderados de los partidos políticos y periodistas se les vetó el acceso a los centros de votación.

“Ya pasaron más de 12 horas desde que cerraron los centros de votación y no hay resultados preliminares, el sistema de transmisión de datos fracasó, sin resultados oficiales el candidato inconstitucional dio datos que solo él conoce. ¿Cuántos millones gastó el TSE para esta gracia?”, se preguntaba en su cuenta de X el lunes por la mañana Andy Failer, presidente del partido opositor Nuestro Tiempo.

Juan Francisco Meléndez, director del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD) en El Salvador, explica a elDiario.es que en muchos centros de votación, a la hora del recuento de votos, no había luz, lo que desde el domingo retrasó el recuento. “Eso, sumado a que el equipo de transmisión comenzó a fallar, y está fallando todavía”, lamenta.

A las 7 de la mañana de este lunes, la página del TSE mostró una actualización repentina. En la web se aseguraba haber procesado el 70,25% de las actas, aunque los datos del número de votos no tuvieron un aumento significativo. De 1.295.888 que Nayib Bukele sumaba la noche anterior con el 31,49% de actas revisadas, apenas había subido a 1.662.313. Llegado hasta ahí, el porcentaje de votos escrutados volvió a estancarse. Además, en la página no se mostraba a qué porcentaje corresponden los votos en números absolutos y se omitían los votos en blanco.

A través de sus redes sociales, el órgano electoral publicó una imagen en la que exigía que las Juntas Electorales Departamentales y Municipales entregaran urgentemente las actas electorales, algo “fundamental para realizar el escrutinio final, próximo a realizarse”.

Meléndez explica que esto es grave porque no hay certeza de quién está resguardando estas actas. Según una investigación publicada por el medio salvadoreño Focos.tv, varios de los representantes del TSE encargados de dirigir el proceso electoral en el extranjero eran de Nuevas Ideas. 

El politólogo, que actuó como observador electoral este domingo, no descarta que en El Salvador sucediera lo mismo. “Las mesas estaban repletas de gente del partido. Da poca transparencia al proceso. Ahora hay dudas de si están manipulando los datos”. 

Un segundo mandato inconstitucional

A pesar del caos en el conteo, Bukele no sólo se proclamó ganador sino que dio los resultados con porcentajes y escaños. En su cuenta de X escribió que “de acuerdo a nuestros números” había ganado con más del 85% de los votos y en el Congreso habían logrado “un mínimo” de 58 diputados de los 60 que conformarán el hemiciclo a partir del 1 de mayo.

A falta de confirmación oficial, El Salvador tiene por delante otros cinco años de gobierno de un líder que logró convencer a las masas de ser la salvación de un país hostigado por la violencia, pero que también lo ha sumido en un Estado autoritario y represivo.

Según politólogos, economistas, periodistas y abogados consultados por elDiario.es, el hecho de que Bukele haya reafirmado, aparentemente, un liderazgo sin rivales consolida la deriva autoritaria del país. Una deriva que comenzó en 2021, cuando un Congreso afín a Bukele destituyó a los miembros de la Sala de lo Constitucional e impuso a unos magistrados aliados con el presidente, que fueron quienes le dieron vía libre para participar en las elecciones del domingo, a pesar de existir una prohibición por ley.

Para los analistas consultados, el hecho de que Bukele se perpetúe cinco años más en el poder tiene graves riesgos. Juan Meléndez, del NIMD, considera que los pasos que ha seguido Bukele son los mismos que siguieron otros líderes autoritarios de Latinoamérica, como Daniel Ortega en Nicaragua o Nicolás Maduro en Venezuela. “Un amigo nicaragüense me decía: ‘Te hablo del futuro’. Y sí. Con esta reelección, se viene la concentración absoluta del poder”, dice Meléndez.

Álvaro Artiga, politólogo de la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), hace un análisis parecido al de Meléndez. “Ahí está el gran tema de la reelección. Hay graves señalamientos de corrupción, y si dejara el cargo, tanto él como sus funcionarios pueden ser imputados, correr la misma suerte que Juan Orlando Hernández en Honduras. La única forma de tener inmunidad es seguir en el poder. Bukele podría seguir la ruta de Ortega y de Maduro. Puede buscar mantenerse en el poder cinco, diez, quince años más”.

“A esto –añade Meléndez– se suma que no hay voces de la oposición en el Congreso”.

Por ahora no se tienen datos oficiales de cómo quedará conformada la próxima Asamblea Legislativa. Un sondeo a pie de urna de CID-Gallup habría confirmado lo que ya aventuraban las encuestas: que Nuevas Ideas, la organización fundada por Bukele, quedaría al menos con 54 de los 60 escaños.

Según los resultados de CID-Gallup, uno de los diputados de la oposición sería del Partido Demócrata Cristiano. Los otros cinco estarían en disputa. Los datos que maneja Bukele, de los que se desconoce el origen, son más extremos y dejan solo dos lugares para la oposición.

En todo caso, advierte Meléndez, “si el FMLN y ARENA sobreviven, seguramente Bukele busque eliminarlos como partidos políticos. Si quedan diputados de esos partidos, se quedarán sin partido”.

Censura de la prensa y críticas silenciadas

“Yo les pregunto a estos periodistas: ¿por qué desean que nos maten? ¿Por qué desean ver sangre de salvadoreños? ¿Por qué debemos morir nosotros y nuestros hijos para que ustedes estén contentos de que estamos respetando su falsa democracia?”, gritó Bukele desde el Palacio Nacional ante cientos de personas la noche del domingo, cuando se autoproclamó presidente.

La pregunta iba dirigida a los medios de comunicación que han cuestionado el régimen de excepción impuesto desde hace dos años en El Salvador. Un régimen que ha permitido el encarcelamiento de al menos 75.000 personas, señaladas por estar vinculadas con las pandillas, lo que también implicó detenciones injustas y violaciones de derechos humanos continuadas. Un discurso al que Bukele consiguió darle la vuelta para convencer a la ciudadanía de que tomó decisiones que era necesario tomar.

Con investigaciones abiertas en contra de medios críticos con el presidente, que han desvelado casos de corrupción de sus funcionarios y los intentos del Gobierno de negociar con pandillas, “lo que se espera ahora –asegura el politólogo Juan Meléndez–, son, probablemente, más periodistas en el exilio”.

Una censura que podría ampliarse a otros sectores. Aunque por ahora no se espera que haya un rechazo masivo de la población al control absoluto de Bukele, la renovación constante e indefinida del régimen de excepción puede implicar un “mayor amedrentamiento de la población crítica”, dice el politólogo Álvaro Artiga. “Puede ser que no haya movilización social por el miedo de la gente a terminar presa”, advierte.

Y en cuanto a los posibles críticos en el ámbito político, Juan Meléndez concluye que “va a venir un mayor ajusticiamiento interno. Al eliminar a los enemigos de otros partidos, Bukele va a buscarlos internamente, para seguir en el poder”.

Más allá de la seguridad

Bukele vendió su candidatura con una narrativa: el Gobierno debía continuar para “mantener los logros en seguridad” que habían conseguido. Y sí, según han confirmado analistas y medios, el golpe al crimen organizado tuvo resultados positivos. Pero, durante su mandato, el presidente descuidó otros aspectos clave. “Fuera del tema de seguridad, El Salvador no ha mejorado en ninguna dinámica”, lamenta Wilson Sandoval, abogado y politólogo salvadoreño. “Los problemas estructurales continúan. La pobreza extrema aumentó en más de tres puntos porcentuales, hay desempleo, falta de acceso a educación…” dice a elDiario.es.

Según Álvaro Artiga, el aumento del número de personas en extrema pobreza se debe a que se suspendieron programas asistencialistas que entregaban transferencias monetarias a las familias en peores condiciones.

Lourdes Molina, economista del Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (ICEFI), explica a elDiario.es que con Bukele, en estos últimos cinco años, se ha tenido una economía de bajo crecimiento: “Es el país de Centroamérica que menos crece. No atraemos la inversión extranjera”. Esto, añade, tiene relación con las medidas autoritarias que Bukele ha tomado para mantenerse en el poder. “¿Cómo los inversionistas se van a instalar en un país donde ni siquiera las disposiciones constitucionales son respetadas por las autoridades?”, se pregunta Molina.

Según las encuestas, los problemas económicos son los que preocupan a la mayoría de la población. “Hay un millón de personas en condiciones de inseguridad alimentaria severa, 250.000 niños en edad escolar fuera de las escuelas… Y si el Estado salvadoreño no es capaz de garantizar los derechos de la población, la alternativa es migrar”, recuerda la economista.

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