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The Guardian

Jill Biden, la profesora de universidad que pedía a sus guardaespaldas hacerse pasar por alumnos

Jill Biden, en un mitin en Florida el pasado octubre.

Miranda Bryant

Nueva York —
22 de noviembre de 2020 21:54 h

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Jill Biden ha hecho todo lo posible para mantener fuera del radar de sus estudiantes su estatus de 'esposa de un político'. Ellos la conocen simplemente como “Dr. B”. Durante los dos mandatos de Barack Obama, su marido fue vicepresidente y ella, segunda dama (aunque prefería el cargo de “capitana de la brigada del vicepresidente”). La doctora Biden siguió enseñando escritura en inglés en el Northern Virginia Community College (Nova). Incluso pidió que los agentes del Servicio Secreto que la acompañaban se hicieran pasar por estudiantes.

Cuando esta profesora de 69 años se convierta en la primera dama de Estados Unidos, será la primera que continúe su carrera profesional mientras ocupa el cargo. Sin embargo, en esta ocasión, cuando vuelva a las aulas en enero, le costará mantener un perfil bajo.

Karolina Straznikiewicz, una estudiante de 27 años, tuvo como profesora a Jill Biden antes de que esta se fuera de excedencia para acompañar a su marido, Joe Biden, en los actos de la campaña presidencial. Straznikiewicz recuerda que se pasó la primera clase intentando averiguar por qué su profesora le resultaba tan familiar.

“Mi cerebro me decía que era imposible que una segunda dama de Estados Unidos fuese profesora de universidad. Estoy bastante segura de que muchos estudiantes no tenían ni idea de quién era hasta que terminó el semestre”, dice.

Straznikiewicz cree que, a estas alturas, la tapadera de la 'doctora B' ya ha saltado por los aires. Durante la campaña, Jill Biden ha viajado a lo largo y ancho del país y se ha convertido en un gran activo para su marido. Ha concedido entrevistas de televisión y ha hablado en mítines. Este verano dio un emotivo discurso durante la convención demócrata desde un aula vacía del instituto de Brandywine, en Wilmington, Delaware, su ciudad natal. Habló de la ansiedad y el dolor causado por la pandemia en un discurso muy elogiado.

También transmitió una imagen de persona divertida. De hecho, durante la convención, sus nietas Natalie y Naomi señalaron que “no es una abuela normal y corriente” y que era muy “bromista”. Contaron que una Nochebuena las despertó a las cinco de la mañana para ir a una clase de spinning en SoulCycle e indicaron que en una ocasión que salió a correr recogió serpientes muertas para gastar bromas a algunos miembros de la familia.

“Lamentablemente, todo el mundo va a saber quién es porque es imposible que pase lo contrario”, indica Straznikiewicz. En su opinión, cuesta sacar buena nota en la clase de Biden; una sensación que comparten los estudiantes que han dejado sus comentarios en la página web “Califica a mis profesores”. Sin embargo, este es el motivo por el que el primer sobresaliente que sacó en su clase fue tan importante.

“Me devolvió mi trabajo y me dijo 'es excelente, como siempre'”. Eso se me ha quedado grabado y ha cambiado por completo mi forma de pensar sobre mi educación“, admite.

Nunca mencionó a su marido, pero Straznikiewicz recuerda que una mañana Biden les contó que un murciélago había entrado en su casa: “Lo que contó era muy normal y cotidiano…se comportaba como una profesora más”.

Estudiaron las memorias 'Prohibido nacer', del escritor y cómico Trevor Noah, tuvieron conversaciones sobre racismo y temas de actualidad y les pidió que escribieran sobre sus propias creencias y experiencias. La cuñada de Biden, Valerie Biden Owens, dio una charla para los estudiantes sobre la confianza de las mujeres.

Straznikiewicz está ansiosa por ver a una profesora de un centro de estudios público convertirse en primera dama. “Creo que realmente va a defender nuestros derechos”.

Jennifer Lawless, profesora de ciencias políticas de la Universidad de Virginia, señala que Biden “derribaría un techo de cristal” para las primeras damas y, junto con el marido de Kamala Harris, Doug Emhoff, que deja su trabajo para convertirse en el primer “segundo caballero”, representa una evolución de la política estadounidense.

“Es la primera vez que vemos a alguien decir, ‘¿Sabes qué? La vida que tenía antes de la victoria de mi pareja también es importante y no quiero que me definan solo por el trabajo que hace mi cónyuge'”, indica.

La primera dama entrante, que ha impartido clase durante 36 años y tiene cuatro títulos universitarios, trabajaba en el Delaware Technical Community College y pidió un traslado a Nova en 2009, tras la victoria de Obama en las elecciones y cuando Joe Biden se convirtió en vicepresidente.

“Todo el mundo dio por sentado que abandonaría la docencia y que me convertiría en una segunda dama a tiempo completo”, escribió Biden en su libro 'Where The Light Enters' (Por donde entra la luz). “No solo quería seguir dando clase; sino que además fui contratada por el decano de Nova”.

Su decisión fue en contra del consejo de los asesores de su marido. “Sólo quería hacer lo que más me gusta”. Señala que le gusta “el balance” que encuentra entre el mundo de la política y la educación.

El doctor Jimmie McClellan, decano de artes liberales de Nova y supervisor de Biden, asegura que no la tratan “de manera diferente a los demás profesores”. “Es miembro de la facultad y tiene un cubículo como el resto de nosotros... cuando está allí no hablamos realmente de cómo es la vida de su marido, hablamos de educación, enseñanza y de nuestros estudiantes”.

El decano recuerda que cuando Biden era segunda dama, cuando tenía una cena oficial se iba del centro cargada con un montón de trabajos. Cuando regresaba a la mañana siguiente, los había corregido todos.

McClellan explica que Biden estaba muy impresionada por las vidas de sus estudiantes, muchos de los cuales son inmigrantes y refugiados, y que dejaba notas en el espejo del baño de su casa para que su marido “estuviera al tanto de lo que les pasa a los estudiantes”. También creó un programa de mentores para mujeres.

Además de su carrera, que en su opinión le ha permitido mantener sus “pasiones” y su “independencia” durante más de 30 años, su familia es su otro motor.

Es la mayor de cinco hermanas. Nació en Hammonton, Nueva Jersey, donde el nombre de su padre está en un monumento de la Segunda Guerra Mundial, y creció en los suburbios de Filadelfia.

A los 18, empezó a estudiar en la Universidad de Delaware. Ha explicado que por primera vez “vio de cerca las profundas fracturas de la sociedad” estadounidense. También se casó con su primer marido, del que se divorció cinco años más tarde.

En 1975 tuvo su primera cita con el ahora presidente electo, por aquel entonces senador. Biden había perdido a su primera esposa y a su hija en un accidente de automóvil tres años antes. Los presentó Frank Biden, el hermano de Joe, que había conocido a Jill en la universidad. Al principio no le impresionó ni su traje ni sus mocasines, pero terminaron saliendo tres noches seguidas.

Tras cinco propuestas de matrimonio, se casaron en 1977 y Jill Biden se convirtió en la madrastra de los dos hijos de su marido, Beau y Hunter. Cuatro años más tarde la pareja tuvo una hija, Ashley.

Es una persona introvertida y ha indicado que nunca le ha salido de forma natural ser la esposa de un político. Sin embargo, se siente cómoda hablando de cuestiones como el ejército, especialmente después de que Beau se uniera a la Guardia Nacional, y el cáncer.

“[Joe] tiende a sacarme de mi caparazón y yo le ayudo a mantenerle con los pies en la tierra”. En 2003 se escribió la palabra “no” en la tripa mientras llevaba un bikini cuando los asesores del partido trataron de persuadir a su marido para que se postulara a la presidencia.

Como segunda dama se interesó por las cuestiones que afectaban a los militares; un interés que compartía con la primera dama, Michelle Obama. Crearon la iniciativa “Uniendo Fuerzas”. Jill Biden ya ha avanzado que dará un nuevo impulso a la iniciativa cuando llegue a la Casa Blanca.

Michelle Obama ha descrito a Jill Biden como “su cómplice” y “una de las personas más sensatas que ha conocido”. También ha hablado de la tendencia de Biden a gastar bromas. En una ocasión se escondió en el compartimento superior del Air Force Two.

Cuando a Beau (hijo de Joe Biden) le diagnosticaron un tumor cerebral, la pareja solo compartió esta noticia con los Obama. Recentemente, Jill Biden ha explicado que la muerte de su hijastro la “dejó rota en pedazos”.

Jeremy Bernard, secretario social de la Casa Blanca y asistente especial del presidente durante cuatro años y medio bajo la Administración de Obama, dijo que entre las dos parejas “siempre hubo un afecto profundo y real”. Explica que Jill Biden fue muy amable con él desde que se incorporó al cargo y de hecho recuerda que un día antes de empezar a trabajar la vio comprando en el supermercado orgánico Whole Foods. Cuando se lo mencionó al día siguiente, ella le invitó a una sesión de bikram yoga.

Bernard señala que cuando Jill Biden entra en una sala, suele saludar a todos los presentes, una cualidad que, según él, es “poco frecuente, no sólo en política, sino en general”. También afirma que la primera dama entrante tiene una relación estrecha con los miembros de su equipo, que también integran su círculo social, y que escribe a mano notas de agradecimiento después de cenas o viajes oficiales.

El portavoz de Biden, Michael LaRosa, ha indicado que en estos momentos Jill Biden está con sus hijos y seis nietos en Wilmington y que su foco es “crear equipo y establecer prioridades centradas en la educación, las familias de los militares y los veteranos y el cáncer”. Durante el verano obtuvo la certificación para enseñar a distancia.

En su discurso de victoria, el presidente electo Biden dijo: “Es un gran día para los docentes estadounidenses. Uno de vosotros va a vivir en la Casa Blanca”.

Katherine Jellison, profesora de Historia de la Universidad de Ohio, está de acuerdo con esta afirmación. “Tener a la primera dama como defensora de la educación en Estados Unidos, y en particular de la educación pública, es una gran noticia para el sector.”

Traducido por Emma Reverter

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