El Frente Nacional no gobernará ninguna de las 13 regiones francesas (eran 22 antes de la reforma que fusionó la mayoría de las regiones y que entró en vigor este 2015). La segunda vuelta de las elecciones regionales ha dejado un sabor agridulce en el partido de extrema derecha que propone medidas como el abandono del euro, la ruptura del Espacio Schengen o el cierre de todas las mezquitas.
La formación controlada por la familia Le Pen es el primer partido de Francia, como quedó patente en la primera vuelta (27,73% de los votos), pero no consigue franquear el cordón sanitario que los principales partidos (PS, Los Republicanos y casi todos los demás) establecen en torno al FN en las segundas vueltas. Y Francia es un país de segundas vueltas electorales.
De las 13 regiones continentales, cinco van para el Partido Socialista del presidente François Hollande –acusando de paso el desgaste del poder- y siete para Los Republicanos, la rebautizada formación del ex inquilino de El Elíseo Nicolas Sarkozy. La conurbanización parisina que es Île-de-France pasa a manos de este último, en la que la exministra Valérie Pécresse se ha impuesto por estrechísimo margen (43%-42%, aunque menos de un punto porcentual) al presidente de la Asamblea Nacional, Claude Bertolone (PS).
En Nord-Pas-de-Calais-Picardía, donde se presentaba Marine Le Pen, el vencedor de la derecha Xavier Bertrand (58%-42%) ha agradecido explícitamente a la izquierda sus votos y la retirada de su candidatura para facilitar así la derrota del FN.
El 44% de los votos para la sobrina de Le Pen
La candidatura Provences-Alpes-Costa Azul de la sobrina de Marine, Marion-Maréchal Le Pen, obtiene a sus 27 años el mejor resultado del Frente Nacional con el 44% de los votos frente a casi el 56% de Christian Estrosi, el alcalde de Niza al que muchos enemigos acusan de ser tan extremista como el FN. Pero Marion-Maréchal también es considerada más radical que Marine, y ha comparecido poco antes de las once de la noche denunciando todo tipo de conspiraciones por parte de sus rivales para frenar a su partido. El área de Marsella y el deprimido norte francés se afianzan como plazas fuertes de los 'frentistas'.
El último resultado de la noche se ha publicado en Centro-Valle del Loira, al sur de París, donde el PS se ha llevado la victoria en el descuento (35-34, con el FN alcanzando el 30%). Además, los socialistas retienen Bretaña (51% de votos), Borgoña-Franco Condado, la superregión de Aquitania-Limousin-Poitu Charentes y el Languedoc-Rosillón-Midi-Pirineos, y pierden todo lo demás (20 de 22 regiones antes de la reforma).
Los Republicanos han vencido cómodamente en Pays de la Loire y en Alsacia-Champagne-Ardenas-Lorena (más de diez puntos porcentuales de ventaja) y con menor margen en Auvergne-Rhône-Alpes (40-36 frente al PS). En Córcega ha ganado una lista regional y todavía faltan los resultados de las islas.
Marine Le Pen ha comparecido exultante en su feudo de Henin-Beaumont. “Ahora el bipartidismo ya no es derecha e izquierda. Son los partidarios de la mundialización frente a los patriotas”; una categoría, la segunda, en la que evidentemente se posiciona ella. “La nación es el espacio que mejor protegerá a los franceses”, ha señalado entre aplausos.
Los resultados cosechados por tía y sobrina perpetúan la trascendencia lepeniana en el FN, aunque la campanada ha podido darse en una región inesperada. En Normandía el empate técnico entre Los Republicanos de Sarkozy y el PS (36% ambos, llevándose finalmente la derecha la victoria) ha permitido al candidato del FN Nicolas Bay llegar al 28%. Es el aspirante de ultraderecha que más cerca se ha quedado, junto con su colega Philippe Loiseau en Centro-Valle del Loira.
El FN vivió una auténtica travesía en el desierto de 2002 a 2010. Estuvo a punto de desaparecer, pero precisamente en las anteriores elecciones regionales Marine Le Pen tomó el liderazgo de la formación ultra sustituyendo a su padre Jean-Marie Le Pen, fundador y patrón del partido desde 1972. Marine llevó al partido a obtener el 11,5% hace cinco años, y a partir de ese momento la remontada ha sido imparable bajo su batuta.
Los socialistas pierden Île-de-France
El PS sufre una crisis controlada, la primera en elecciones regionales en los últimos 15 años en la que destaca la pérdida de Île-de-France. En 2010, con 22 regiones, se impuso en todas excepto en la conservadora Alsacia que votó a la UMP (predecesora de Los Republicanos). En Córcega ganó una lista entonces aliada con los socialistas y en Languedoc-Rosillón se impuso un exmiembro renegado del partido, el populista inclasificable Georges Frêche (fallecido siete meses después de los comicios de 2010). El resto de la Francia continental fue de color rosa.
En 2010 el presidente era Nicolas Sarkozy, que vivió un desgaste similar al de François Hollande este domingo. “El riesgo de la extrema derecha no ha desaparecido”, ha advertido el primer ministro Manuel Valls nada más salir los primeros recuentos. “Me acuerdo perfectamente de la primera vuelta. Tenemos ahora que entender al francés y actuar decididamente en áreas como el empleo o los cursos de formación”.
Aunque pueda parecer lo contrario, tampoco sale tan airado el teórico vencedor del día, Nicolas Sarkozy. El desgaste de los inquilinos del Elíseo y el pacto anti-FN ha aupado a Los Republicanos a los gobiernos de siete regiones, pero el Frente Nacional se ha afianzado como primer partido francés situándose a la derecha y eso ha llevado a Sarkozy a adoptar posiciones igualmente extremas, fundamentalmente en materia de inmigración, que no están dando tanto resultado.
El artículo anónimo de un funcionario publicado en Médiapart y titulado 'Por qué no votaría por Christian Estrosi' [candidato de LR en Provence-Alpes-Costa Azul, finalmente elegido] ha causado gran revuelo en las redes la semana de campaña. Y la imagen de Sarkozy no es la que era en 2007. Suena fuerte como sustituto el moderado exprimer ministro Alain Juppé, condenado en 2004 a pasar un año sin cargos políticos por un caso de contrataciones ficticias que lo salpicó cuando trabajó con Jacques Chirac en el Ayuntamiento de París (pero en Francia los escándalos en la alta política son norma). Con todo, los Republicanos logran una sonada victoria en Île-de-France que refuerza a Sarkozy.