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Jacinda Ardern anuncia su dimisión como primera ministra de Nueva Zelanda: “No tengo energía para seguir”

EFE / elDiario.es

19 de enero de 2023 02:33 h

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La primera ministra de Nueva Zelanda, la laborista Jacinda Ardern, ha anunciado este jueves que dejará su cargo el próximo febrero y ha dicho que no tiene “la energía” para presentarse a la reelección este año. Ardern, de 42 años, ha hecho el anuncio durante una reunión del Partido Laborista y ha asegurado con la voz trémula: “No tengo suficiente energía para seguir con el trabajo. Es el momento”.

“No lo dejo porque sea duro, lo dejo porque este trabajo conlleva una gran responsabilidad, y no tengo suficiente energía para hacerle justicia”, ha explicado durante una rueda de prensa Ardern. También ha dicho que será siempre el cargo “más bonito” de su vida.

La carismática política consiguió en octubre de 2020 revalidar su mandato con una aplastante mayoría y que el Partido Laborista gobierne en solitario, algo que ninguna formación neozelandesa había logrado desde la reforma electoral de 1996.

Ha puesto como tope para su salida el próximo 7 de febrero. El partido tendrá que elegir antes a su sucesor. “Creo que liderar un país es el mayor privilegio que nadie puede tener, pero también uno de los trabajos más exigentes”, ha subrayado Ardern. “No puedes ni debes hacerlo a no ser que tengas el depósito lleno y algo más en la reserva para afrontar los retos inesperados”, ha añadido.

“Soy humana, los políticos somos personas. Para mí, ha llegado el momento”, ha justificado Ardern, afirmando que su país está “en un mejor lugar” ahora en varias áreas que hace años, entre ellas en la lucha contra el cambio climático.

La política también ha dicho que espera dejar como legado que “se puede ser amable y fuerte, y también ser el tipo de líder que sabe cuándo es el momento de marcharse”.

En una emotiva intervención en la que trató de contener las lágrimas en varias ocasiones, Ardern ha afirmado que no tiene planes una vez abandone el puesto, y que aprovechará para pasar más tiempo con su familia mientras piensa en cómo continuar “ayudando a Nueva Zelanda”.

Ardern tuvo a su única hija, Neve, cuando ya era primera ministra, y trató de normalizar su rol como madre y líder con decisiones icónicas como llevar a la pequeña cuando era un bebé a la Asamblea General de la ONU en Nueva York en 2018, imagen que dio la vuelta al mundo, siendo la primera vez que un dirigente lo hacía.

Impacto en las elecciones

Sin sucesor designado, este será elegido el próximo 22 de enero en una votación en el seno de su partido, con el ganador necesitando dos tercios del apoyo de los miembros, un proceso que se espera no se demore más del 7 de febrero, fecha tope que Ardern estimó para su dimisión.

El viceprimer ministro, Grant Robertson, aliado de Ardern, ha dicho que no busca el liderazgo, por lo que no hay un candidato claro para ocupar el cargo hasta la cita electoral, que la primera ministra marcó en el próximo 14 de octubre.

Su anuncio, inesperado en general, tiene lugar mientras sondeos dan cierta ventaja al opositor Partido Nacional para las elecciones, con la formación de Ardern, que se ha mantenido popular aunque con el desgaste habitual de años a los mandos, enfrentándose a una caída en sus índices de apoyo. No obstante, Ardern ha dicho que cree que su formación “ganará las elecciones”.

“Estoy increíblemente orgullosa de lo que hemos logrado durante estas dos legislaturas. Somos un equipo fuerte y eficaz que ha pilotado a Nueva Zelanda con éxito a través de los mayores retos a los que este país ha hecho frente en décadas”, ha dicho.

Tras el anuncio, el líder del Partido Nacional, Christopher Luxon, ha dicho que la mandataria había “hecho una contribución significativa a Nueva Zelanda, en lo que es un trabajo difícil y exigente” y la ha calificado de “firme embajadora de Nueva Zelanda en la escena mundial”.

Momentos clave

Ardern se convirtió en la mujer dirigente más joven del mundo cuando fue elegida primera ministra en 2017 a los 37 años. Durante su mandato, Nueva Zelanda se ha enfrentado a numerosas dificultades, como recordó ella misma este jueves, como la pandemia de COVID-19, el atentado en dos mezquitas en Christchurch en 2019, que dejó 51 fallecidos, o la erupción del volcán White Island ese mismo año.

Su gestión y reacción tras el atentado fue especialmente aplaudida, prohibiendo después las armas semiautomáticas utilizadas durante el ataque y reformando las leyes de posesión de armas. Más de 62.000 armas de fuego fueron finalmente retiradas de la circulación mediante un programa de recompra de armas.

Asimismo, su gestión de la pandemia de la COVID-19, a la que el gabinete de Ardern hizo frente con uno de los cierres de fronteras más estrictos del planeta, fue ampliamente elogiada. En los primeros 18 meses de la pandemia, hasta que las vacunas estuvieron ampliamente disponibles, Nueva Zelanda registró bajas tasas de mortalidad por COVID-19, incluso aumentando su esperanza de vida. Hasta enero de 2023, el país ha registrado menos de 2.500 muertes en total a causa de la pandemia.

Descontento social

Pero su mandato también ha estado marcado por las decepciones en política interior, ya que su partido ha tropezado con las reformas de vivienda, ríos navegables y agricultura, recoge The Guardian.

KiwiBuild, la tan anunciada intervención del Gobierno de Ardern en el mercado de la vivienda, era ambiciosa (100.000 viviendas para 2028), pero acabó fracasando.

Además, la economía neozelandesa se ha visto golpeada por la inflación, alcanzando el 7,2% en 2022 y con un aumento de los precios de los alimentos superior al 10%. El banco de reserva neozelandés ha tenido que planificar una “recesión poco profunda” para el país. Los tipos de interés han subido, presionando aún más los presupuestos familiares, y los precios de la gasolina se han disparado.

La creciente preocupación por la delincuencia ha alimentado aún más el descontento, y los neozelandeses se han vuelto más pesimistas durante la segunda mitad del mandato de Ardern. A principios de 2021, una encuesta mostraba que el 70% de los neozelandeses “cree que el país va en la dirección correcta”. A finales de 2022, esa cifra era del 30%.

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