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El peronismo elige a un amigo de los mercados para hacer frente a una derecha radicalizada en las presidenciales

El ministro argentino de Economía y candidato presidencial por la alianza gobernante, Sergio Massa.

Sebastián Lacunza

Buenos Aires (Argentina) —
26 de junio de 2023 18:43 h

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Tras meses, días y horas de negociaciones volcánicas, el gobernante Frente de Todos, rebautizado Unión por la Patria, oficializó este fin de semana la precandidatura presidencial del actual ministro de Economía, Sergio Massa: el líder mejor visto por los mercados y con mejores relaciones con Estados Unidos dentro de la coalición compuesta por el peronismo y otras formaciones progresistas y de izquierda.

La elección de Massa, junto a un precandidato a vicepresidente de centroizquierda designado a propuesta del presidente Alberto Fernández, pone en evidencia el declive de la influencia de Cristina Fernández de Kirchner, figura central de la política argentina y del peronismo desde 2003.

Massa competirá en las elecciones presidenciales del próximo octubre con una alianza conservadora que vive un acelerado proceso de radicalización, y la ultraderecha en ascenso en todo el mundo, que en Argentina se identifica como “libertaria”. Además, un frente de izquierda trotskista podría ser decisivo en caso de segunda vuelta para bloquear el acceso de alguna de las derechas a la Casa Rosada.

Hasta llegar a la Casa Rosada, el proceso electoral pasa por tres estaciones, además de una decena de domingos con comicios provinciales. El 13 de agosto son las primarias obligatorias, a las que están llamados a votar unos 35 millones de ciudadanos. El 22 de octubre está prevista la primera vuelta de los comicios y, si el ganador no logra el 45% de los votos o el 40% con diez puntos porcentuales de diferencia respecto al segundo, el 19 de noviembre tendría lugar el balotaje.

Prueba de fuego para la izquierda peronista

Más allá del campo cristinista, que la vicepresidenta se dedica a delimitar a capa y espada, la postulación de Massa es una prueba de fuego para el ala de izquierda dentro de la coalición peronista. Parte de ese sector podría votar a Juan Grabois, un líder muy crítico del capitalismo, popular en organizaciones sociales y de trabajadores informales, con excelentes relaciones con el papa Francisco. Grabois sumó los avales requeridos y anotó en la primaria de Unión por la Patria una candidatura que servirá para frenar la fuga de quienes no aceptan a Massa.

Durante el último año se especuló sobre quién sería el candidato avalado por Cristina Kirchner, sobre todo después de que la vicepresidenta anunciara en diciembre pasado que no participaría en las elecciones tras recibir una condena por corrupción, que ella atribuye a una operación orquestada por la derecha.

Las dudas eran tales que se planteó la posibilidad de que la alianza gubernamental se rompiera. Cristina y su hijo, el diputado Máximo Kirchner, se transformaron desde 2021 en virtuales opositores del presidente Fernández, a quien acusan de haber hecho una mala renegociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) del préstamo de 44.500 millones de dólares obtenido por el exmandatario conservador Mauricio Macri en 2018.

La vicepresidenta, muy popular para un 25% de los argentinos, exploró varias opciones hasta el último minuto antes de la inscripción de las candidaturas. Si al final la elección recayó en Massa significa que, primero, no supo construir un sucesor de pureza cristinista tras dos décadas de liderazgo; y, en segundo lugar, que el proceso que la llevó en 2019 a proponer la candidatura presidencial de Alberto Fernández (un peronista progresista con el que se había distanciado la década previa), para transformarse luego en una implacable opositora interna, no ha sido gratuito.

Massa, funcionario de los gobiernos de los Kirchner entre 2003 y 2009, hoy es un aliado táctico de Cristina, nada más que eso. Los separa una gran brecha ideológica, además de que el actual titular de Economía llegó a ser un rival encarnizado de los Kirchner. En la década de 2010 intercambiaron acusaciones y Massa prometió “barrer” a La Cámpora, la agrupación que lidera Máximo Kirchner.

El presidente Fernández parecía saborear una victoria con la nominación de la fórmula presidencial compuesta por Massa, con quien tiene una relación distante, y Agustín Rossi, su jefe de gabinete. “Es la primera vez que Cristina no puede poner a ninguna persona en la fórmula presidencial; es un avance”, dijo una fuente de su entorno. “Es un golpe durísimo para ellos (los cristinistas)”, agregó esa fuente.

El difícil camino de Massa

El camino de Massa no será fácil, después de un Gobierno electo en 2019, atravesado de principio a fin por la disputa entre el presidente y la vicepresidenta, y el peso enorme de la deuda externa con el FMI y con acreedores privados.

Por lo pronto, el ministro de Economía se encuentra inmerso en unas duras negociaciones con el FMI para revisar las metas y lograr un anticipo de fondos para fortalecer las reservas del Banco Central de Argentina. Si no lo lograra, crecería el riesgo de volatilidad del peso y, con ello, las posibilidades de triunfo electoral se evaporarían. Una mayor devaluación del peso dispararía la inflación bastante por encima del actual 7% mensual, una de las más elevadas del mundo.

Tras años de recesión iniciada durante el Gobierno de Macri y profundizada durante la pandemia, la economía argentina creció un 16% entre 2021 y 2022, pero la inflación descontrolada erosionó los salarios, en especial, los del 35% de los trabajadores no registrados (un sector que vota habitualmente al peronismo). De allí la debilidad de Massa o de cualquier postulante de la alianza gobernante.

El pasado jueves, los presidentes Andrés Manuel López Obrador, de México; Luis Inácio Lula da Silva, de Brasil; Gustavo Petro, de Colombia; Gabriel Boric, de Chile; Luis Arce, de Bolivia; y Mario Abdo, de Paraguay, hicieron pública una carta a su homólogo estadounidense, Joe Biden, en la que pidieron “una solución que permita el crecimiento de la Argentina”, denunciaron “el sobreendeudamiento en la anterior administración” y valoraron el trabajo “de manera denodada” del Gobierno de Alberto Fernández.

Tras años de recesión, la economía argentina reaccionó con un crecimiento de 16% entre 2021 y 2022, superior a cualquier pronóstico de los bancos internacionales y del propio FMI, pero la inflación descontrolada erosionó los salarios

Disputa Bullrich-Larreta en la derecha

De momento, las encuestas indican que los más aventajados en las presidenciales son los candidatos de Juntos por el Cambio (JxC), la coalición liderada hasta hace poco por Macri e integrada por el partido Propuesta Republicana (derecha), la tradicional Unión Cívica Radical (centroderecha) y socios menores.

Esa alianza inscribió como precandidatos presidenciales a la exministra de Seguridad durante el Gobierno de Macri, Patricia Bullrich, de la derecha dura, y al jefe de Gobierno (alcalde) de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, algo más moderado.

El tercero en liza será el economista Javier Milei, líder de La Libertad Avanza, un consultor ultraliberal de personalidad excéntrica que saltó de los sets televisivos a la arena política hace dos años. La irrupción de Milei, en buena medida a costa del voto conservador que había llevado a Macri al Gobierno en 2015 —aunque también permeó en la base popular peronista—, desbarató el perfil de JxC y llevó a que afloraran diferencias y se radicalizaran posiciones.

Bullrich, de buenas relaciones con Milei, ya anunció que, si alcanza la Presidencia, levantará todas las restricciones para la compra de dólares, lo que implicaría una abrupta devaluación. El dato es sensible en una economía en la que sus ciudadanos conciben la moneda estadounidense como la reserva de valor más segura desde hace décadas. Sin ir más lejos, si un jubilado en Argentina logra un ahorro mensual, compra dólares.

Además de un programa económico clásico liberal, con privatizaciones, recortes de gastos y apertura de importaciones, Bullrich se hace fuerte en la promesa de mano dura contra la delincuencia y la protesta social. Su afición por la violencia viene de larga data. En la década de 1970, simpatizó —no está claro que haya sido parte— con la guerrilla peronista de izquierda Montoneros, pero más tarde viró hacia el lado opuesto. Con reconocido talento para reinventarse, Bullrich parece haber comprendido la ola y es señalada como una postulante muy competitiva.

El alcalde Rodríguez Larreta, por su lado, se presenta como capaz de superar la “grieta” que divide hace años la política argentina, con el kirchnerismo y la izquierda por un lado, y la derecha y los grupos mediáticos Clarín y La Nación, por el otro. La proclama contra la “estafa” de la grieta lo llevó a distanciarse del expresidente Macri, tras dos décadas de su lado.

Su plan económico es similar al de Bullrich pero atenuado en el tiempo y, según la visión mayoritaria, más consistente, ya que cuenta con equipos técnicos más preparados. El problema de Rodríguez Larreta es que no logró mantener el perfil ante el acecho de Bullrich, Macri y el ultraderechista Milei. Hace un año, parecía el candidato preferido de JxC, pero hoy su liderazgo está en peligro. Eso lo llevó a elegir a un vicepresidente y a los principales postulantes al Congreso entre dirigentes que varían entre la promoción abierta del gatillo fácil, el integrismo religioso y la represión de la protesta. Dentro de la primaria de JxC, la pelea entre Bullrich y Larreta es, no obstante, pareja.

Las propuestas de Milei

Con Milei, candidato único en la primaria de La Libertad Avanza, asoman viejas figuras de la derecha argentina que hasta ahora habían permanecido en los márgenes de la competencia electoral, más un conjunto de consultores financieros, empresarios, influencers y mediáticos que se presentan como “la nueva política”.

Una de las novedades de la propuesta libertaria es la proclama desinhibida del negacionismo de los crímenes de lesa humanidad cometidos por la última dictadura militar (1976-1983), que nunca había logrado colarse en la campaña desde el reinicio de la democracia. La candidata a vicepresidenta de Milei, Victoria Villarruel, hija de un teniente coronel, es una activista cuyo ámbito de actuación se había circunscripto a círculos que denuncian las condenas a más de 1.100 represores como una “venganza”.

En Argentina, dada la evidencia clamorosa de la criminalidad del Estado demostrada en juicios con todas las garantías, el discurso negacionista se camufla bajo la “teoría de los dos demonios”, que equipara el terrorismo de Estado con el accionar de las organizaciones armadas peronistas y de izquierda que actuaron en la década de 1970.

Milei es afín a Vox en España, al brasileño Jair Bolsonaro y al chileno José Antonio Kast, pero sus propuestas son más radicales en el terreno económico: eliminar el Banco Central, adoptar el dólar como moneda nacional, comercializar órganos humanos y niños. La inconsistencia de sus propuestas genera inquietud en la comunidad de negocios local y extranjera, que podría ver licuar sus activos en la segunda economía sudamericana.

El consultor económico, electo diputado en 2021, tiene gran capacidad histriónica. Insulta a casi todo el arco político y le atribuye la condición de “socialista”, a excepción de Macri y Bullrich, con quien está dispuesto a pactar. Vive solo con cinco perros y considera que su hermana, Karina, plenipotenciaria en la campaña de La Libertad Avanza, es él mismo en cuerpo de mujer.

La inconsistencia de las propuestas de Milei genera inquietud en la comunidad de negocios local y extranjera, que podría ver licuar sus activos en la segunda economía sudamericana

A este político las encuestas le daban hasta hace poco altas posibilidades de ganar la primera vuelta, no así la segunda, pero estaría ocurriendo lo que predecían algunos analistas. La expresión de la “bronca” ante el “fracaso” de los gobiernos de la derecha tradicional (Macri) y la centroizquierda (Alberto Fernández y Cristina Kirchner) encuentra otro cauce a la hora de la verdad.

No se puede descartar que Milei llegue al balotaje, pero dependerá, entre otras cosas, de la gestión de Massa ante el FMI. Hay razones para pensar que al propio organismo financiero no desearía un triunfo del libertario. Si el peronismo y JxC mantienen sus respectivas disputas internas en un marco civilizado y la economía no explota en los próximos meses, tampoco es improbable que Milei se desinfle hasta un 10-15% de los votos.

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