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“Siempre ha habido racismo en Reino Unido, solo que desde el Brexit se extiende a los europeos”

Bandera de la UE con el Big Ben de fondo | Imagen de archivo.

Alba Aragón Álvarez

Begoña es comadrona. Trabaja en un hospital ayudando a mujeres embarazadas a dar a luz. Pero hay ocasiones en las que no puede hacerlo: algunos de sus pacientes no quieren que les atienda por ser negra. Incluso se han negado a darle la mano.

Esta es una de las “muchas experiencias xenófobas” que revela haber tenido durante su estancia en Reino Unido. Lleva en Londres casi dos décadas y su experiencia le permite asegurar que el problema de racismo en el país no es algo puntual. Más allá del Brexit, dice que la hostilidad hacia el extranjero en el país ha sido constante y viene de lejos. La diferencia es que ahora sí hay más preocupación sobre esta discriminación.

“Como la ley te protege lo esconden un poco, pero hay conductas o tipos de trato en los que se aprecia”, explica. No escasean las veces que ha solicitado un cambio de paciente por motivos de racismo: ingleses que no quieren que les trate por ser negra. “Al final no es justo para esa persona, ni para mí”.

Esta no es la experiencia que más le ha marcado. Hace unos meses, se presentó para un puesto de trabajo en una clínica privada. Descartó que la fueran a contratar incluso antes de hacer la entrevista: “Sabía que no iban a cogerme porque todos los que estaban allí eran blancos e ingleses”. Pero aun así decidió quedarse. Aunque era la única que estaba en la sala de espera, la encargada de seleccionar al personal pasó de largo hasta tres veces. Hizo como que no la vio. “No podía creer que yo era la persona que había llamado para la oferta de trabajo”, explica.

Para Begoña, este y otros gestos menores, como el que te miren raro por hablar español por la calle o no tener un inglés perfecto, son una señal de que el racismo en Reino Unido no es cosa de un día o de unos meses. Eso sí, matiza que el problema no se ha extendido por igual entre todos los inmigrantes.

“Para las personas de raza negra, siempre ha estado ahí, solo que desde el Brexit se está extendiendo también hacia los europeos”, explica.

Ambiente “enrarecido”

Muchos de los españoles consultados coinciden en que no quieren que se transmita la idea de que están siendo acosados o perseguidos, aunque admiten que el ambiente en Reino Unido se ha enrarecido. “Es extraño, porque aunque abiertamente hay más racismo, también hay más solidaridad hacia los europeos”, afirma Marta, que lleva más de tres años viviendo en Norwich, una ciudad al este de Inglaterra.

Ella explica cómo unos días después del referéndum varios de sus compañeros de trabajo británicos se acercaron a pedirle disculpas. La empresa, una compañía que vende libros al por mayor, también envió cartas a los empleados comunitarios para tranquilizarles acerca de su futuro laboral.

Ernesto, que vive desde hace cinco años en Manchester trabajando como guardia de seguridad, experimentó otro episodio de solidaridad parecido. Cuenta que el día después del Brexit le hicieron una pintada en su coche. Pero cuando volvía para limpiarla, se encontró con que un vecino inglés ya estaba frotando la mancha. “Estaba muerto de vergüenza”, explica. Mientras limpiaba la pintada le pidió disculpas y atribuyó el incidente a alguna gamberrada. “Después de eso no volví a tener ningún tipo de problema”.

El número de denuncias por delitos de odio se incrementó un 41% en julio. La tendencia al alza se venía registrando desde principios de año, según los registros de la policía británica. En agosto el número de abusos xenófobos descendió, aunque con niveles superiores a los registrados antes del Brexit.

ONG y asociaciones atribuyen esta tendencia a la normalización de la xenofobia y las medidas antiinmigración en el discurso político británico, especialmente tras la victoria del Leave. Ahora, la policía se está preparando para un nuevo repunte en el número de delitos de odio durante el mes de marzo. Algo que puede ocurrir cuando Theresa May active el artículo 50 del Tratado de Lisboa. El primer paso hacia la desconexión de Londres con Europa.

“En los días posteriores al referéndum todo el mundo sabía de alguien a quien le habían dicho o hecho algo”, señala Marta, a quien increparon el día de la votación por la calle por ir hablando español. “Ahora el agua ha vuelto a su cauce”.

“Las cosas se van a complicar”

Con incertidumbre, pero sin temor a un panorama apocalíptico. Así ven su futuro algunos de los españoles residentes en Reino Unido una vez que se active el proceso de salida de la Unión Europea, prevista para finales del próximo mes.

“No hay ninguna duda de que las cosas se van a complicar, pero tampoco veo un panorama apocalíptico post-Brexit para los inmigrantes. No dejan de ser una baza importante para su economía”, explica Amistad, una española negra que lleva un año viviendo en Brighton, en la costa sur de Inglaterra.

De los tres millones de extranjeros en suelo británico, 200.000 son españoles, según un informe de la Cámara de los Comunes. Muchos son como Olatz: jóvenes recién titulados que buscan mejorar su nivel de inglés a la espera de oportunidades de trabajo en España. Hace no tanto la imagen era justamente la contraria. Los años del pelotazo inmobiliario convirtieron a España en un país receptor de inmigrantes. Ahora son casi tantos los que salen como los que llegan. “Nosotros hacemos los trabajos que no quieren los ingleses: trabajar en tiendas, en bares, en cocinas o limpiando. Si nos vamos, el comercio y la hostelería se quedarían vacíos”, explica.

Olatz, que trabaja como dependienta en una tienda de ropa, llegó a Reino Unido seis meses después del Brexit. “Unos días antes de venir estaba acojonada. Entre que la gente te dice que cómo te vas a marchar y que lees en la prensa cosas horribles… Pero en todo el tiempo que llevamos aquí no hemos tenido ningún problema y hemos encontrado trabajo en menos de tres semanas”.

Con más dudas se presenta su futuro y el del resto de los europeos en Reino Unido. Nada se sabe de los derechos o el estatus legal que tendrán los ciudadanos comunitarios en el país una vez se confirme la salida de la UE. Aunque para Olatz el tener un permiso de trabajo le garantiza estabilidad. Al menos por el momento.

“Antes del Brexit tardaban meses en darte el número de la Seguridad Social. Ahora, sorprende la rapidez del trámite”. Olatz atribuye este cambio al posible vacío legal que puede generarse entre los trabajadores comunitarios una vez se materialice el Brexit.

Ocho meses después del vendaval post-referéndum, Olatz no se plantea por el momento volver a España. Tampoco lo hacen Marta, Ernesto, Amistad ni Begoña. Esta última reconoce que las cosas tendrían que ponerse realmente crudas para coger un billete de vuelta. “Vivir en Reino Unido no es insostenible, solo que la situación es cada vez más difícil de sostener”, explica.

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