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Silenciar al mensajero: 15 periodistas muertos en 10 días de guerra entre Israel y Hamás

En los últimos 10 días al menos 15 profesionales de la información han perdido la vida, la mayoría de ellos durante los bombardeos del ejército israelí sobre la Franja de Gaza, según ha informado el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, por sus siglas en inglés), organización con sede en Nueva York. Tres de los 15 fallecidos son informadores israelíes asesinados en los ataques perpetrados por Hamás el pasado 7 de octubre en los kibutzim del sur de Israel y otro más se encuentra desaparecido. Se trata de la semana más mortífera de las tres últimas décadas para los informadores de la región.

Por su parte, desde el CPJ igualmente han denunciado la muerte de un periodista en el sur del Líbano mientras cubría la última ronda de hostilidades entre Israel, Hizbulá y las milicias palestinas con presencia en el país vecino. Al menos seis más habrían resultado heridos en el mismo incidente. 11 de los fallecidos son palestinos, tres israelíes y uno libanés.

Alcanzados por misiles en el Líbano 

Precisamente este ataque ha sido el de mayor repercusión en la prensa internacional. Se producía el pasado 13 de octubre y a 200 kilómetros de la Franja de Gaza, en la zona fronteriza entre Israel y el Líbano, donde en los últimos días se han intensificado las hostilidades entre las Fuerzas de Defensa de Israel y el grupo militante libanés Hizbulá, que amenaza, junto a su principal apoyo regional, Irán, con entrar de lleno en el conflicto si el ejército hebreo finalmente lanza una operación terrestre a gran escala dentro de la Franja de Gaza.

El pasado viernes el cámara de la agencia Reuters Issam Abdala se había desplazado junto a otros colegas de la agencia británica a la localidad de Alma al-Shaab, cerca de la frontera. Allí también estaban varios compañeros de la cadena catarí Al Jazeera y dos más de la agencia francesa France Press. Por seguridad todos habían acordado estar en la misma zona y estaban perfectamente identificados como “prensa” tanto en su indumentaria personal como en los vehículos en los que viajaban. Así lo muestran las imágenes tomadas ese día por el propio Abdala.

Según el relato de sus compañeros, Issa se encontraba con su cámara pinchando en directo un plano de una ladera del norte de Israel cuando un misil lanzado desde allí le alcanzó de pleno, según los testigos. Una fuerte explosión sacudió la cámara, llenó el aire de humo y se escucharon gritos. Poco después otro misil impactó contra el vehículo utilizado por los periodistas, quedando este totalmente calcinado. 

“Nos entristece profundamente saber que nuestro cámara Issam Abdalá ha sido asesinado”, rezaba un comunicado difundido por la agencia Reuters al poco de conocerse la noticia. Desde el medio británico también aseguraron que, si bien estuvieron “recabando información”, no pudieron esclarecer si los misiles realmente habían sido disparados por Israel, algo que sí confirmaron los reporteros de otros medios, incluidos Associated Press y Al Jazeera, quienes apuntaron a que el ataque fue claramente intencionado. 

Los portavoces de las Fuerzas de Defensa de Israel no respondieron de inmediato a estas acusaciones, si bien el enviado de Israel ante la ONU dijo durante una sesión informativa posterior que lamentaba lo ocurrido y que lo investigarían. “Ahora es demasiado pronto para saber qué pasó allí”, apuntó. 

Por su parte, portavoces de la Fuerza Provisional de las Naciones Unidas en el Líbano (UNIFIL), desplegada desde hace más de 40 años para el mantenimiento de la paz en la frontera entre el Líbano e Israel, se mostraron “entristecidos por la noticia” y pidieron el cese de los enfrentamientos. “El potencial de que esta escalada se salga de control es claro y debe detenerse”, añadieron. 

Al Jazeera, en el punto de mira de Israel

Portavoces de la emisora catarí señalaron desde su sede en Doha que dos de sus periodistas también resultaron heridos en el mismo ataque y acusaron a Israel. “Quienes estén detrás de este acto criminal deberán rendir cuentas”, rezaba su comunicado en el que también recordaban lo sucedido con su conocida reportera, la palestino-estadounidense Shireen Abu Akle, asesinada por fuego israelí en mayo de 2022 mientras cubría las incursiones del ejército en el campo de refugiados de Jenin, en el norte de Cisjordania.

El último informe independiente determinó que la periodista fue atacada deliberadamente por un francotirador israelí a pesar de estar claramente identificada como periodista, contradiciendo la versión inicial ofrecida por funcionarios israelíes, quienes alegaron haberse encontrado ese día con “pistoleros palestinos”. Una reconstrucción posterior demostró que los disparos procedían del ejército israelí.

Un año antes, en 2021 y durante la última ronda de hostilidades entre Israel y las milicias de la Franja, el ejército ya bombardeó en la ciudad de Gaza la torre Al Yalá, que albergaba las oficinas tanto de Al Jazeera como de la agencia norteamericana Associated Press. Portavoces del ejército apuntaron entonces a que en el edificio no solo había oficinas y viviendas, sino también tecnología de inteligencia de Hamás.

Desde Nueva York, el director ejecutivo de AP, Gary Pruitt, desmintió en un comunicado las acusaciones israelíes afirmando que en los 15 años que la agencia tuvo su sede en el edificio nunca había tenido constancia de actividad alguna por parte del grupo islamista. “Hemos pedido al gobierno israelí que presente las pruebas”, dijo. “Nunca pondríamos en riesgo a sabiendas a nuestros periodistas”. Por su parte, Walid al Omari, jefe de la oficina de Al Jazeera en Jerusalén, fue más lejos y prometió que la red no sería silenciada. “El asalto al edificio que alberga a las instituciones de medios internacionales tiene como objetivo silenciar la verdad matando al mensajero. El periodismo no es un crimen”, dijo poco después del bombardeo. 

Hoy, Al Jazeera vuelve a estar en el punto de mira. El ministro de Comunicaciones de Israel, el ultraderechista Shlomo Karhi, ya apuntó el domingo pasado que buscaba un posible cierre de la oficina local de la cadena acusándola de incitación a favor de Hamás y de exponer a los soldados israelíes a posibles ataques desde Gaza. Por el momento, la fiscal feneral, Gali Baharav-Miara, se ha negado, alegando que es una decisión que debe ser revisada y, en todo caso, aprobada por el gabinete de seguridad, liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu.