La portada de mañana
Acceder
La derecha arrasa en los puestos de responsabilidad que eligen los jueces
La pareja de Ayuso pagó por un renting a nombre de la esposa de su jefe en Quirón
OPINIÓN | Elige tu propia desventura, por Isaac Rosa

Legalizar la marihuana: la nueva tendencia entre los demócratas aspirantes a presidir EEUU

Josh Wood

Hubo una época en que el tema de la marihuana era tabú para los candidatos a la presidencia de Estados Unidos. Bill Clinton dijo aquello de que había fumado pero “sin tragar el humo”. Barack Obama sí admitió haber inhalado marihuana y hasta probado cocaína en su juventud (“tal vez una raya”, dijo), pero enseguida añadió que ese consumo había sido “reflejo de las batallas y confusiones de un adolescente”. Durante su presidencia, tanto Clinton como Obama mantuvieron la guerra contra las drogas y la prohibición de consumir marihuana.

Los tiempos han cambiado. Hace un mes, la senadora por California Kamala Harris no sonaba en absoluto arrepentida durante una entrevista con una radio de Nueva York en la que recordó, entre risas, que había fumado marihuana durante su época de estudiante. Le preguntaron si apoyaba la legalización. “¿En serio?”, respondió. “La mitad de mi familia es de Jamaica”.

De cara a las presidenciales de 2020, la legalización de la marihuana se ha convertido en uno de los temas estrella para los candidatos. Entre los demócratas, casi todos han expresado su apoyo al menos en cierto grado. Dentro del Partido Republicano, el exgobernador de Massachusetts Bill Weld (único rival de Donald Trump hasta el momento) también prefiere la legalización. Los defensores de la causa ven con optimismo que las elecciones de 2020 podrían suponer el fin de la prohibición nacional contra esta droga.

Según el director de la Organización Nacional para la Reforma de las Leyes de la Marihuana (Norml, por sus siglas en inglés), Erik Altieri, “apoyar la legalización de la marihuana se ha convertido rápidamente en una prueba de fuego para las internas Demócratas de 2020”: “Con la cercanía de las primarias, también ha quedado claro que, en última instancia, apoyar la prohibición resta puntos dentro del electorado Demócrata, y del estadounidense en general”.

Sin embargo, el alud de candidatos a favor de la legalización refleja el gigantesco cambio producido en la opinión de los estadounidenses sobre este debate. Desde el año 2012, Washington DC y diez estados más del país han legalizado su uso recreativo. Más estados parecen estar sumándose, en consonancia con los resultados de una encuesta del Pew Research Center que el año pasado estimó en un 62% el porcentaje de estadounidenses que apoya la legalización. Según ese sondeo, el 70% de los demócratas defiende la legalización, frente al 49% de los republicanos y al 75% de los independientes.

“Independientemente de lo que piensen [los votantes] sobre el tema, todos pueden leer las encuestas”, dice Don Murphy, que además de dirigir el departamento de políticas federales del Proyecto de Políticas sobre Marihuana (MPP, por sus siglas en inglés), fue uno de los delegados por Maryland en la convención republicana de 2016. Pero en la clasificación de la Administración para el Control de Drogas (DEA), la marihuana sigue formando parte de la lista número 1, al mismo nivel que la heroína o el LSD, tipificada como una sustancia sin uso médico aceptado y con “alto riesgo de abuso”.

Entre los candidatos Demócratas, el senador por Nueva Jersey Cory Booker es uno de los que lideran el movimiento prolegalización. A finales del mes pasado, introdujo una vez más una propuesta de ley que oficializaría la legalización de la marihuana en todo el país. Su ‘Marijuana Justice Act’ sacaría al cannabis de la lista de sustancias controladas de la DEA, castigaría a los estados que siguen declarándolo ilegal (reteniendo fondos federales), limpiaría los antecedentes por delitos federales relacionados con la marihuana, y dotaría de fondos a comunidades afectadas por la “guerra contra las drogas”.

Elizabeth Warren, senadora por Massachusetts; Kamala Harris, senadora por California; Bernie Sanders, senador por Vermont; y Kirsten Gillibrand, senadora por Nueva York, son algunos de los copatrocinadores de la propuesta de ley. Los cuatro compiten en las primarias demócratas. Amy Klobuchar, la senadora Demócrata por Minnesota que hace poco dijo defender la legalización, no la firmó.

Algunos demócratas que todavía dudan si presentarse o no rechazan la legalización. Es el caso, por ejemplo, de Joe Biden, vicepresidente de Obama. En su opinión, la legalización es un “error” y la marihuana, “una droga de entrada”. Pero en un partido donde legalizarla se integra tanto como idea, insistir en rechazarla podría afectar sus posibilidades de éxito. Como dijo Murphy, será difícil sobrevivir “a unas primarias demócratas si se está en el lado equivocado de este tema”.

Si Biden decidiera dar marcha atrás, no sería el primero en hacerlo. En 2010, Kamala Harris también se opuso a la legalización de la marihuana en California. En aquel entonces trabajaba como fiscal de distrito de San Francisco y decía que la medida incentivaría el uso de drogas en el lugar de trabajo y la proliferación de conductores bajo los efectos del cannabis. Ahora defiende la legalización y dice que la marihuana “da alegría a mucha gente”.

En 2012, la senadora Warren se oponía a la legalización. Después de eso, según dijo, votó por legalizarla durante el referéndum de 2016 en Massachusetts. Ha impulsado otras reformas y el año pasado presentó un proyecto de ley con el apoyo de los dos partidos para proteger de la prohibición nacional a los estados que decidiesen legalizar la marihuana.

“No puedo evitar mirar las cosas que decían antes y preguntarme si no hacen esto porque es lo que más les conviene”, dice Murphy. “Nada como unas primarias reñidas para mejorar la política sobre drogas de los demócratas”.

Según John Hudak, experto en política de la Brookings Institution, no es justo criticar a los candidatos por cambiar de opinión. “Me recuerda a las críticas que hubo contra candidatos por evolucionar en su pensamiento sobre el matrimonio homosexual”, dice Hudak, que además es autor del libro 'Marihuana: una breve historia'. “Hace veinte años, muchos estadounidenses no apoyaban la legalización del cannabis; no es posible criticar a un candidato por pensar hace veinte años lo que el votante medio pensaba hace veinte años”.

Para Hudak, haber cambiado de opinión no es demasiado perjudicial, pero sí cree que los candidatos van a tener que ir más allá de meras declaraciones por la legalización. “Lo que sí creo es que en las primarias demócratas, un candidato que no hable sobre la legalización de una manera que conecte con el partido podría arruinar su campaña, especialmente cuando este es un tema que genera preguntas sobre la justicia penal, la justicia racial y la desigualdad económica”.

El púlpito del presidente

Si un candidato promarihuana terminara siendo elegido presidente, ¿podría efectivamente legalizar la droga? Sería extremadamente relevante que alguien usara el formidable púlpito de la Casa Blanca para “promover este tipo de leyes, que buscan sacar la marihuana de las listas de la DEA y permitan a los estados apoyar la creación de sus propias políticas al respecto”, aseguró Altieri, de Norml. “Nunca antes hemos tenido eso en un presidente, mucho menos en un candidato presidencial”, dijo.

Pero la manera ideal de legalizar la marihuana sigue siendo mediante el poder legislativo, y eso, si los republicanos conservan el control del Senado, podría no ser fácil para un presidente demócrata.

Obama decía que clasificar la marihuana era “tarea del Congreso” pero los expertos creen que un presidente prolegalización podría sacarla de la mira de la DEA aun sin la aprobación del Congreso. Solo haría falta, dicen, nombrar a un fiscal general que defienda la causa.

Para Murphy (del MPP), la legalización podría llegar incluso antes de las elecciones debido al apoyo creciente que la idea tiene entre los republicanos. Si Donald Trump sacara a la marihuana del listado de sustancias, dijo, “no enfrentaría mucha resistencia”. Es posible que los Republicanos rechacen la 'Marijuana Justice Act' de Booker, porque castiga a los estados que no la legalicen, pero el proyecto legislativo de Warren se limita a proteger a los estados donde la marihuana es legal y sí podría contar con la simpatía republicana. De hecho, el presidente ya dijo el año pasado que “posiblemente” apoyaría el proyecto de ley de Warren.

Para Altieri, la política de Trump con relación a la marihuana sigue siendo “un enigma”. Por un lado dice respetar los derechos otorgados por los Estados y, por otro, llena su gabinete de gente que todavía cree en las “anticuadas ideas difundidas por ‘Locura de la marihuana’ [la película de 1936]”.

Pero los estadounidenses, dice Altieri, ya se han dado cuenta “de que la prohibición de la marihuana ha sido un fracaso total que ha durado demasiadas décadas, arruinado demasiadas vidas y costado a Estados Unidos cientos de millones de dólares en los últimos 40 años”.

“Es hora de que termine”, dijo. “En este momento, las campañas demócratas para la presidencia tienen claro que apoyar una reforma con la marihuana es una buena medida y además da votos”.

Traducido por Francisco de Zárate