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Las batallas internas impiden a Irak arrancar Mosul de las garras de ISIS

Martin Chulov | Irak

Al pie de una colina, cerca de la línea de fuego contra las milicias de ISIS, se ha instalado el ejército iraquí. Sus tiendas de campaña blancas descansan cerca de la tierra marrón removida por los tanques armados que las llevaron hasta allí; el punto más cercano a Mosul al que han podido llegar en el asalto de la segunda ciudad más grande Irak.

Por unos días, cerca de un mes, la ofensiva parecía muy avanzada. Pero eso cambió pronto cuando los iraquíes, entrenados por el ejército estadounidense, fueron repelidos rápidamente de al-Nasr, el primer pueblo que habían tomado. Había unos 25 pueblos más, todos ocupados por ISIS, entre ellos y Mosul. Y 96 kilómetros por delante.

Detrás de los iraquíes, los peshmerga (soldados kurdos) permanecen asentados en posiciones cercanas a la ciudad de Makhmour, que delimita el frente de batalla desde poco después de que Mosul fuese tomada en junio de 2014. La guerra había estado en sus manos hasta el momento en el que el ejército nacional intervino. Esta nueva colaboración no funciona.

En ambos bandos se cree que lo que pase en Mosul no solo definirá el curso de la guerra sino que también moldeará el futuro de Irak. Y, a pesar de todo lo que está en juego, la planificación de cómo proceder se está viendo cada vez más ensombrecida por las sospechas y las hostilidades.

Dos años en manos de ISIS

Dos años después del asalto de ISIS, el país continua paralizado por las luchas étnicas y sectarias y el sopor del gobierno, que han marchitado el control estatal y han lanzado al ejército iraquí a una gran lucha de poder contra las milicias y los kurdos antes de enfrentarse con ISIS. El resultado ha sido un estancamiento en la batalla que más importa, con un Irak temeroso de que la gran autonomía del norte kurdo termine por formalizar su divorcio con Bagdad, y con los kurdos igual de escépticos de que el ejército de Irak esté preparado para el combate.

“Irak ya no existe”, dice el capitán Shawqat del ejército kurdo, detrás de sacos de arena a una milla de las líneas iraquíes. “Nunca existió, pero ahora está claro para todos. Incluso para los americanos que están en las colinas”. A su lado, otro oficial turco, el teniente coronel Srud Barzinji, observa a través de sus prismáticos a las tropas iraquíes. “Míralos. –dice– En cada curso de entrenamiento militar nos dicen que debes guardar al menos 500 metros de campo abierto entre tú y tu enemigo. Están al pie de la colina, justo debajo de ellos. No cuentan con el elemento sorpresa”.

Hasta mediados de marzo las fuerzas iraquíes han permanecido al margen, sus unidades más fieles fueron entrenadas por Estados Unidos en la provincia de Anbar antes de ser enviadas de vuelta a Makhmour. “Cuando atacaron al-Nasr, los estadounidenses estuvieron disparando artillería desde la montaña (unos 48 km por detrás)”, explica Barzinji. “Usaron proyectiles muy precisos, guiados por cámaras, y aun así no pudieron tomarla. Huyeron después de unas horas”.

La primera línea de batalla de Makhmour se extiende unas 75 millas por el sureste de Mosul y, según los líderes militares de todos los bandos, es la mejor vía para tomar la segunda ciudad más grande de Irak, que se cree que todavía es el hogar de unas 600.000 personas. Las ciudades que hay en el medio han sido tomadas por ISIS –compuesto por una mezcla de milicianos propios y soldados del extranjero. Las banderas de ISIS ondean en lo alto de las torres telefónicas y otros puntos altos de cada pueblo, y los yihadistas están resultando difíciles de expulsar.

Muchos miembros capturados de ISIS llevaban armas que habían incautado del ejército iraquí cuando de 80.000 a 100.000 de sus soldados y oficiales huyeron hace dos años, entregando esta franja al grupo terrorista.

“No podrán hacerlo solos”

“No los vemos durante el día”, dice sobre los integrantes de ISIS otro peshmerga, que se enfrenta contra los dos bandos. “Incluso cuando nos lanzan granadas, es difícil saber de dónde vienen. Se mueven por la noche, han hecho túneles y han colocado bombas”, asegura. “Cuando llegamos a este pueblo, había bombas rodeándonos. Sucederá lo mismo en todo el camino hasta Mosul. Nuestros amigos no pueden hacer esto solos y ellos lo saben”, comenta refiriéndose al ejército iraquí.

“La diferencia es que nosotros creemos por lo que luchamos. Creemos en esta causa. Tenemos principios y valores. No pararemos hasta que hayamos terminado con esto”, zanja el soldado kurdo. 

Las fuerzas iraquíes avanzaron el lunes, recuperando el pueblo de Kabarouk en el área de Makhmour, el primer éxito desde que fueron repelidos de al-Nasr. Hasta 300 vecinos huyeron del pueblo hacia dominios kurdos. Desde allí fueron enviados a centros de acogida.

“Los que creemos que forman parte de ISIS se envían directamente a Erbil”, cuenta Barzinji, rodeado de refugiados de diferentes partes de Irak. “Muchos de ellos, como esta gente, estaban implicados. Pero tenemos que sacarlos de aquí”.

Unirse a ISIS por dinero

De entre la multitud aparecieron dos hombres de poco más de 20 años. “Te diré qué es lo que pasa aquí”, dice un chico de 22 años que ha caminado hacia Makhmour desde las proximidades de Mosul. “Es muy confuso. Mi padre está en ISIS. Se unió a ellos porque tiene tres esposas y no podía permitirse mantenerlas”, explica. Dice también que su padre se unió al grupo terrorista para beneficiarse de la ayuda económica que da el grupo a sus miembros. “Le ayudó económicamente, pero convirtió nuestra vida en un infierno”.

El otro chico, Issam, de 22 años, cuenta también que su hermano se unió al grupo terrorista e intentó que él también se uniera. “Le dije que no y no me forzó, pero se convirtió en un extremista. Las comunidades están muy cansadas. Son implacables. Si te cogen fumando una vez, te avisan”, comenta mientras da una calada a un cigarrillo. “Si te cogen una segunda vez, te latigan”, añade y levanta su camiseta para mostrar leves cicatrices.

Además, a lo largo de la primera línea de fuego había pueblos que habían estado tomados por ISIS y ahora se utilizan como áreas de descanso de las fuerzas iraquíes. Barzinji cree que la liberación de Mosul no sucederá este año. “Somos militares y no hablamos mal de nuestros colegas. Pero mira lo que se ha conseguido. Y mira todo lo que queda por delante”.

Traducido por Cristina Armunia Berges