Porque mi abuela es mucho más que un delantal, y quizás, exactamente por eso, yo soy la mujer que soy a día de hoy.
Nací una primavera de 1990, y por aquel entonces la conciliación de la vida familiar y laboral no se conocía. Mi padre, inmerso en el mundo del vino, y mi madre, haciendo turnos de mañana, tarde y noche en el hospital San Millán de lunes a domingo, siempre que tocaba.
Tuve la gran suerte de tener a la mejor abuela del mundo (la sigo teniendo, aunque ahora solo sea de cuerpo presente), porque dedicó gran parte de su vida a cuidarme, educarme y literalmente criarme, mientras mis padres trabajaban duro para darme el mejor de los futuros.
Y de verdad os digo, que cuando echo la vista atrás y retrocedo hasta esos momentos de mi infancia en los cuales se comenzó a forjar la mujer que soy hoy en día, no tiene cabida un delantal en ninguna de sus versiones.
Lejos, muy lejos del “homenaje” que quiere rendir el Gobierno de La Rioja a través de un delantal a nuestras referentes más mayores, como para mí lo fue mi abuela, se encuentra lo que significó para mí esa educación recibida por ella.
Y más allá de ser una frase hecha, en este caso, se puede demostrar y con creces, que seguramente Naiara Hernáez Galarreta hoy sea la mujer que es, con sus principios y su manera de entender la vida, gracias a su abuela. Y quien me conoce un poquito, el delantal esta muy alejado de mi vida y de mi manera de entender el mundo.
La educación es el pilar de todo. Los niños y niñas son “esponjas”, lo absorben todo, lo bueno y lo malo. Por eso, la infancia es el momento propicio para forjar la personalidad de las personas, a través de la educación, herramienta fundamental para la manera de ver y de entender la vida que tengan los más pequeños en un futuro.
Este 8 de marzo estamos dando a unos niños y niñas un delantal para “homenajear” a la mujer. Para muchos será un símbolo simple, sin mucho calado en el día a día de la educación de un menor, pero si nos ponemos las “gafas moradas” y vemos la igualdad de manera transversal, estamos mandado un mensaje que calará hondo en ese momento de la vida en el cual se empieza a forjar la personalidad de los que serán nuestro futuro.
Lejos de delantales, eduquemos a nuestros pequeños en igualdad (co-educación). Dejemos que elijan por si solos sus referentes, pero sin que les impongan un delantal como “símbolo”, que nada más lejos de la realidad, no es un simple símbolo, es un claro estereotipo de género, vinculado a las mujeres y al mundo de los cuidados.
Enseñémosles, o por lo menos, démosles la oportunidad de conocer hombres y mujeres con delantal, hombres y mujeres informáticos, hombres y mujeres deportistas, hombres y mujeres en el arte…en definitiva hombres y mujeres en una sociedad conformada por un 50-50% con la obligatoriedad de vivir en igualdad de condiciones, con la obligatoriedad de vernos iguales. Y desde una educación pública y de calidad es posible.