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La historia detrás del alcalde del PP más votado de España: una campaña con una plataforma sin siglas

El alcalde, Ignacio Vázquez, con el líder del PP, Pablo Casado, durante la campaña electoral. / Óscar J.Barroso EP

Sofía Pérez Mendoza

Los arbustos y árboles de la Plaza Mayor de Torrejón de Ardoz están perfectamente recortados. Cada pocos metros hay una fuente con una forma diferente y los barrenderos limpian con esmero los rincones de las calles aledañas. Al fondo está el Ayuntamiento. Allí tiene su despacho el alcalde del PP más votado de España en una gran ciudad.

A Ignacio Vázquez, que comparte título con Abel Caballero (PSOE), le apoyó casi el 58% de 130.000 habitantes del municipio. En contra de la tendencia, aquí los 19 concejales del PP (cinco más que en 2015) bloquearon la entrada de Vox y absorbieron todo el voto de Ciudadanos, que se ha quedado sin ediles. Todo un fenómeno que tuvo varios días asombrado al mismo Partido Popular.

Torrejón de Ardoz no es una ciudad especialmente rica, ni especialmente bien situada –tiene a su lado a una dura rival: Alcalá de Henares– ni tampoco un municipio donde siempre ha triunfado el PP. No concurren en ella ninguna de las características que, a priori, podrían definir a una ciudad conservadora. Y en la calle mucha gente dice que ha votado a “Nacho”, como le conocen en el pueblo, aunque no simpatiza con las siglas del PP.

¿Cuál es el secreto, entonces, de una mayoría tan aplastante? Una vieja estrategia política que tiñó de azul un municipio acostumbrado a votar socialista hasta 2007: esconder la marca y potenciar al candidato. “Yo me fijé en los carteles, estaba pequeñito, pequeñito el logo”, dice Inmaculada, una jubilada que vive desde que tiene memoria en este municipio del Corredor del Henares. Fernando, barrendero, cree que la táctica está muy pensada “porque la marca PP no está en su mejor momento”. “Solo hace falta ver la actualidad. Nacho no necesita al PP”, afirma.

Ya lo hizo Pedro Rollán, actual presidente de la Comunidad de Madrid, en 2015. El excalcalde empapeló la ciudad con carteles con su cara y el logo “Me gusta Torrejón”. Cuatro años después, el rostro ha cambiado y la campaña ha alejado al candidato aún un paso más de la marca. Si eso era posible.

El equipo del alcalde fichó a tres independientes a los que puso a promocionar junto a él una plataforma cuyo nombre emuló el logo de 2015: “Nos gusta Torrejón”. Muchos vecinos llegaron a pensar que se trataba de un nuevo partido y en el pueblo cuentan que el PP tuvo que mandar un mailing masivo unos días antes de las elecciones para aclarar que si la plataforma les había convencido, tenían que meter la papeleta del PP en la urna.

“Pensar que el 60% de los torrejoneros que votaron el 26M no sabían a quién votaban es llamar tontos a los vecinos”, asegura el alcalde, Ignacio Vázquez, que justifica su estrategia: “La marca PP no cotiza en absoluto a la baja, pero unas elecciones municipales no son unas elecciones nacionales”.

Vázquez saca pecho de su resultado y defiende que candidatos de otros partidos, como Ximo Puig en la Generalitat Valenciana o Miquel Iceta desde el PSC, ya emplearon fórmulas similares basadas en crear plataformas para hacer campaña. “Aquí se constituyó con un grupo de vecinos independientes, sin ninguna adscripción política, que apoyan la gestión y la transformación que en los últimos años ha hecho el Gobierno municipal”, explica.

Salvo en un mandato, Torrejón de Ardoz estuvo gobernada por el PSOE desde 1979 hasta 2007. Ese año inauguró por la mínima la buena racha del PP en el municipio. Y 2011 confirmó esa victoria con la mayoría absoluta más aplastante de cuantas ha habido en el pueblo: Rollán sumó 21 concejales. En 2015, cuando la corrupción empezó a poner el viento de cara al PP, los conservadores perdieron siete ediles pero mantuvieron su capacidad de rodillo. Esta circunstancia ha dejado las manos libres al Ayuntamiento para tomar decisiones durante todos estos años sin necesidad de contar con el apoyo de otro partido.

El mismo PP que decía que Torrejón era “el patito feo del Corredor del Henares”, se conjuró contra esa invisibilidad a golpe de grandes festejos populares y los eventos de Navidad más populares de Madrid. El objetivo era poner a la ciudad en el mapa y hacerla brillar frente a una rival difícil de batir: Alcalá de Henares, declarada Patrimonio de la Humanidad y cuya universidad es un referente nacional.

El exalcalde Pedro Rollán invirtió millones de euros para hacer de Torrejón la ciudad de las luces de Navidad. Tres millones de bombillas led se ponen cada año en un larguísimo paseo de dos kilómetros. El año pasado se convirtió en la primera capital europea de la Navidad junto a Lieja (Bélgica). El actual presidente de la Comunidad cultivó la imagen de Torrejón de puertas hacia afuera. Y su sucesor, Ignacio Vázquez, ha seguido sus pasos.

El consistorio es famoso por los artistas que participan en las fiestas locales, que se celebran a partir de la semana que viene. El municipio ya está empapelado con el gran reclamo de este año: la actuación de Luis Fonsi. El cantante toca en Torrejón como parte de su selecta gira europea y el concierto es gratis para los empadronados en la localidad. En la puerta del Ayuntamiento hay un grupo de chicas paradas frente al cartel. “A nosotras con esto nos gana, que monten las fiestas por todo lo alto”, expone Andrea, de 16 años. Asegura que alguna vez ha pensado que todo eso cuesta mucho dinero y apunta que en “algún sitio” ha leído “que hay bastante deuda”.

Una deuda millonaria

El municipio pasó de tener una deuda mínima en 2007, apenas 25 millones, a multiplicarla por siete en los siguientes cinco años. En 2013 se colocó en su pico máximo con una cuenta a deber de 181 millones de euros que se ha ido reduciendo año tras año hasta ahora. La deuda per cápita superaba los 1.000 euros por habitante en 2017. Casi 137 millones en total, según datos recogidos por Expansión.

“Yo no sé si eso le importa mucho a la gente, no lo parece. Lo ven todo muy bonito pero no miran más allá”, dice María Eugenia, una vecina que espera cerca de la estación de Renfe. Sobre su cabeza hay una inmensa bandera de España que, en días de viento como este, ondea a la mitad porque su gran tamaño la termina arrugando alrededor del mástil. María Eugenia no comparte, dice, la “política de gestos”. “Sobre todo porque la realidad es otra. Hay una realidad detrás de eso. Que miren cómo están los servicios sociales, por ejemplo. Traemos las mejores fiestas, la mágica Navidad, pero a qué precio”, afirma. El Ayuntamiento recibió el premio al Corazón de Piedra en 2016. Una distinción que es en realidad un toque de atención que los Directores y Gerentes en Servicios Sociales dan a los municipios “pobres en inversión social”.

Es la primera persona entrevistada por este medio que critica abiertamente la gestión. Todas las que vinieron antes y después coinciden en que “Torrejón está mejor”. “Hay más rotondas, las calles se han pavimentado, está bonito”, dice otra vecina. Todas, también, consideran la deuda como una cuestión “secundaria”. “Donde había estercoleros se han puesto avenidas, parques... está todo mejor para los niños”, señala María Teresa. Empuja un carrito doble con dos bebés que son sus nietos.

Uno de esos estercoleros que refiere, cuenta después, es el terreno donde se asienta ahora el Parque Europa. Una instalación de 23 hectáreas con 16 réplicas en miniatura de monumentos europeos que costó más de 20 millones de euros. “Aquí vienen tours y todo”, dice Fernando, que enumera con anhelo algunas promesas electorales: un hospital privado nuevo frente al público, una universidad, un nuevo polígono...

El Ayuntamiento también allanó el camino a la empresa que va a construir un centro comercial gigante de 60.000 metros cuadrados de superficie (10 campos de fútbol), llamado OpenSky, cerca de la base aérea. La corporación local aprobó en solitario la bonificación del Impuesto sobre Construcciones, Instalaciones y Obras para tres compañías a cambio de que creen 1.000 puestos de trabajo.

“Se pudieron bonificar el 99%. La ordenanza se adecuó adhoc. Es un municipio en el que las prioridades son otras. Desde 2007 se han construido cuatro centros educativos, solo uno público”, asegura el exportavoz de Izquierda Unida en el Consistorio, Francisco Hernández. Su partido tenía dos ediles pero no ha conseguido los votos suficientes para mantener la representación.

El PSOE es el único partido, junto al PP, que ha aumentado su representación. Ha pasado de cuatro a seis concejales. “Nosotros estamos contentos con el resultado porque se ha roto una inercia de muchos años de pérdida”, dice el candidato, Javier Castillo, que asegura que en campaña ha sido “difícil competir” con la potencia del PP. “Han hecho folletos, buzoneos, revistas, mesas informativas por toda la ciudad...”, apunta.

Antes, en los meses previos a la campaña, el Ayuntamiento hizo un despliegue, con autobús incluido, para explicar a los vecinos la gestión municipal. “40 medidas para el Torrejón del futuro”, decían los carteles, que fueron objeto de una moción de la oposición por “partidista”. Una buena parte de esas propuestas coinciden con el programa electoral del PP. “Creo que la postura de oponerse a todo lo bueno que se ha ido haciendo en la ciudad sistemáticamente ha hecho que muchos torrejoneros les den la espalda”, zanja el alcalde, que tomará formalmente el bastón de mando este sábado.

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