INVESTIGACIÓN

El Gobierno de Ayuso obvió un informe epidemiológico que avisaba de la tragedia que azotó las residencias por la COVID

Raquel Ejerique

16 de mayo de 2024 22:06 h

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El día en que la epidemióloga de la Comunidad de Madrid encargada de la zona visitó la residencia Monte Hermoso de Madrid, al lado de la Casa de Campo, quedó desolada, según se desprende del informe que elevó a sus jefes por escrito y que ha podido consultar elDiario.es a través de la Comisión por la Verdad en la Residencias. Lo escribió el lunes 16 de marzo de 2020, a las 10.10 horas, un día después de decretarse el estado de alarma, y decidió informar de la que se avecinaba, entre otros, a sus responsables directos, al Servicio de Alertas en Salud Pública y a la Subdirección General de Epidemiología.

En copia también iba Yolanda Fuentes, entonces directora general de Salud Pública, que dimitió dos meses después por desavenencias con el gobierno de Ayuso y su intención de pasar de fase para relajar las restricciones.

La experta empieza relatando que ha visitado en persona el centro el domingo día 15 por la noche tras saberse que han fallecido “16 ancianos en 72 horas”, cifra que se elevó a 19 al día siguiente. Lamenta que sea “una situación de la que he alertado en múltiples ocasiones y ayer, vista la gravedad, decidí acudir en persona”. Lo hace voluntariamente, sin que nadie de Sanidad le pida acudir.

Monte Hermoso fue la residencia que salió en los titulares de prensa de toda España por un triste récord: fue la primera que sufrió un brote mortal, la zona cero de los contagios de mayores y de la que se podían haber sacado conclusiones. Durante los meses de marzo y abril del año de la pandemia se repetirían los brotes en la mayoría de las 475 residencias de Madrid y acabarían muriendo 9.470 mayores, de los cuales 7.291 no fueron trasladados a hospitales, como pasó en Monte Hermoso, un centro entonces con 130 plazas, de las cuales 89 eran concertadas.

“Muchas personas muy enfermas”

La epidemióloga relata en su informe la falta de personal, que ese día hay “30 bajas con tres profesionales ingresados graves” y que hay “muchos enfermos muy enfermos” sin traslado hospitalario. “Revisando la literatura”, prosigue, “los pacientes con enfermedad más grave son los que más pueden transmitir, durante más tiempo. Tener tantas personas enfermas puede ser un factor clave”. En ese momento no había casi información sobre el virus, pero la médico ya anticipa que no trasladarlos podía agravar el problema.

Además, en su visita se da cuenta de que no hay una separación de personas con síntomas y sin síntomas –con el agravante de que los test eran escasísimos entonces y además en pocos días fueron intervenidos por el Gobierno y se destinaron a hospitales– o que se juntan los que tienen síntomas parecidos sin saber si se trata o no de COVID.

También avisa de que la residencia está poniendo a los mayores altos flujos de oxígeno “con la puerta abierta, para oírles y atenderles, y sin ventilar de manera sistemática”, lo que incrementa los contagios por los aerosoles. Para evitarlo, le dice a la residencia que debe abrir las ventanas “abrigando bien a los ancianos”, en un momento en el que no hay mascarillas, EPI ni medidas de protección para todos.

En su correo de alerta a responsables de Sanidad relata también que están muriendo mayores con “distrés respiratorio”, es decir, con gran falta de oxígeno. Y ya prevé lo que se hará común en las siguientes semanas en todas las residencias de Madrid: “La gran cantidad de personas enfermas y que pueden fallecer hace que la capacidad mermada de la residencia no sea suficiente para abordar todas las necesidades de cuidados, incluso en el proceso de fallecimiento”.

Relata que hay una “fuerte sensación de abandono tanto por parte de los trabajadores como por parte de los ancianos”. Narra el caso de un mayor “cognitivamente estupendo que dice que 'ha llegado su hora y que de esto no se va a librar'. Los profesionales están trabajando horas excesivas y se sienten absolutamente desprotegidos y abandonados”, escribe.

La epidemióloga vislumbró también esos días la catástrofe que se avecinaba en el resto de centros de mayores, sin que eso calara en el discurso oficial de que todo estaba bajo control, y en su mail hace un llamamiento para “volver a trasladar a Asuntos Sociales y a Sanidad la situación que pronto será compartida por otras residencias”. Entre las medidas que propone, un “traslado temprano al hospital de ancianos con buena calidad de vida (...). Hasta ahora no están trasladando a casi nadie”.

Además, sugiere que se vayan a sus domicilios los que puedan, algo que estaba prohibido al principio en algunos centros. Pide recursos como balas de oxígeno y personal, pero la experta cree también necesario que los centros de salud de Atención Primaria cercanos ayuden en la gestión de la residencia para minimizar contagios y muertes. O trasladar “a quienes necesiten grandes flujos de oxígeno, por el riesgo para otros y la inexistencia de habitaciones de aislamiento”.

Los protocolos que hizo esos días la Comunidad de Madrid fueron en sentido contrario: limitar las derivaciones a hospitales desde las residencias con los llamadas protocolos de la vergüenza y no poner al servicio de los mayores la Atención Primaria, ya que supuestamente las residencias se habían “medicalizado”, como prometía una nota de prensa oficial del 12 de marzo. Es algo que realmente no pasó, más allá de una frustrada operación para la que se reclutaron unos diez médicos y una pyme de ambulancias sin contrato que acabó quebrando y a la que nunca se le pagó. La llamada 'Operación Bicho', a cargo de la hija del asesor de pandemia de Ayuso, duró solo unos días. La situación era contraria a medicalizar las residencias, dado que hasta un 40% del personal acabó de baja por coronavirus, como admitió en su día la Consejería de Asuntos Sociales, dirigida entonces por Ciudadanos.

¿Qué hicieron los responsables de Sanidad tras recibir la alerta temprana de la epidemióloga al inicio de la pandemia? La respuesta está en las diligencias del juzgado de Madrid que abrió en julio de 2020 una investigación por posible delito imprudente en Monte Hermoso –caso que se archivó más tarde–.

Como dice la propia doctora, que fue llamada a declarar ante la jueza, sus superiores le dijeron que “se había dado traslado, en el sentido de que habían tomado nota y comunicado a quien correspondiera”, recoge el texto judicial. Ni la entonces directora de Salud Pública ni el exconsejero Enrique Ruiz Escudero, al cargo de Sanidad, han contestado a los correos de este medio. Tampoco la epidemióloga autora del informe. Lo que queda claro a través de las diligencias es que nadie se puso en contacto con ella ni se le informó de nada pese a sus preguntas sobre los protocolos. Ni siquiera se reforzó el servicio epidemiológico. Simplemente se le dijo que se había elevado su informe.

La realidad es que los brotes se fueron repitiendo sin que se cambiara el procedimiento mientras aumentaban exponencialmente los muertos y las residencias seguían sin refuerzos médicos y con alta concentración de enfermos, como ya había alertado esta experta.

“Mi madre falleció porque se contagió con su compañera de habitación, estaban separadas por una sábana”, cuenta Rosa Ana, cuya madre murió el 20 de marzo, en ese primer brote mortal de Monte Hermoso. “En la residencia no nos decían nada, decían que había dos casos. Empezamos a organizarnos en un grupo por WhatsApp y ese fin de semana por primera vez una señora por teléfono nos avisó de que había muertos”, cuenta. “Me llamaron para decirme que iban a llevar medicinas para ponerle paliativos y luego, que había muerto a las 5.00 de la mañana. Nadie sabe qué pasó allí esos días, simplemente te lo tienes que creer”.

Isabel, hija de otra residente que falleció, coincide en la total ausencia de información: “Por teléfono era caótico, no te lo cogían. Al final conseguimos que nos mandaran un vídeo de vez en cuando. En el último que recibí de mi madre la vi bien, pero al día siguiente me avisaron que estaba mal, dije que la iba a recoger para llevarla a un hospital ya que no querían trasladarla ellos y a la media hora me volvieron a llamar para decirme que había fallecido”, cuenta. “Cuando entraron los bomberos vieron hasta cadáveres, fue terrorífico”.

Efectivamente, el Ayuntamiento de Madrid tuvo que enviar a los Bomberos a desinfectar. elDiario.es ha podido consultar las actas tras una petición al portal de Transparencia, que revelan el nivel de desastre en la gestión en esos primeros días: “Descontaminación completa, con gran complejidad, múltiples casos de COVID, alta carga viral, fallecidos”. También manifiestan las “necesidades de crear zonas descontaminadas, traslados de enfermos, corredores”.

Durante la pandemia no se reforzaron tampoco los servicios de epidemiología, como queda reflejado durante la investigación judicial y en una respuesta a través de Transparencia a la Comisión por la Verdad, la plataforma ciudadana que pide que se haga justicia con las muertes de mayores en Madrid durante la pandemia. A la pregunta de cuántos brotes se investigaron en lo peor de la pandemia no hay respuesta, aunque la Comunidad dice que se fueron abordando las informaciones que llegaron, pero no se tomó la iniciativa de mandar epidemiólogos.

La residencia –que no ha respondido a las llamadas y mails de elDiario.es– acabó siendo intervenida por la Comunidad de Madrid. Su dirección había pedido auxilio al menos en dos ocasiones: el día 13 de marzo y el día 16 sin obtener respuesta, tal y como demuestra la última carta enviada por el abogado a la que tuvo acceso elDiario.es: “Desde el 5 de marzo se ha venido produciendo una situación de foco activo del virus COVID-19, al principio controlable, pero actualmente descontrolado (...). Esta situación extrema se ha puesto en conocimiento de la Consejería de Salud desde el viernes pasado, sin respuestas”, decía el representante legal de Monte Hermoso en la misiva a Díaz Ayuso. 

Sin embargo, la presidenta dio una entrevista en Telecinco al día siguiente de recibir la carta del abogado y de que la epidemióloga enviara su correo de alerta. Fue el mismo día en que se conoció el brote y las primeras 17 muertes de Monte Hermoso. En su declaración en la televisión aseguró no tener constancia de que Monte Hermoso estuviera en esa grave situación, pese a haber recibido el correo electrónico del centro que alertaba de la “situación extrema”. En esa misma entrevista, Ayuso afirma que este caso es una excepción y que las residencias de la Región están “prácticamente todas” medicalizadas“, además de asegurar que han enviado ”equipos médicos“ a todas ellas, algo que realmente no sucedió.

La Consejería de Sanidad no ha respondido a las preguntas de elDiario.es sobre las alertas que recibió del servicio de Epidemiología ni por qué no se tomaron en cuenta.