Cómo Almeida dejó sin fútbol La Cebada: un cambio en 2020 sobre el proyecto de Carmena condenó la pista

Diego Casado

10 de noviembre de 2022 01:00 h

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Este jueves por la tarde, el alcalde de Madrid inaugurará su primer polideportivo de la legislatura en La Cebada, en pleno centro de Madrid. José Luis Martínez-Almeida visitará La Latina para cortar la cinta en una instalación polémica desde esta semana, cuando se descubrió que no podría albergar varios deportes para los que se contruyó por un error de diseño, tal y como avanzó Somos Madrid el pasado martes.

En verano de 2020, el Ayuntamiento de Madrid decidió cambiar sobre la marcha varios aspectos constructivos de este centro deportivo municipal, uno de los que dejó adjudicados el equipo de Manuela Carmena antes de dejar la alcaldía. Se acometieron bastantes modificaciones constructivas con las que se elevó el importe de un proyecto que empezó encargándose por 8,5 millones a las empresas Becsa-Serrazar y acabó costando 11,1 millones (impuestos no incluidos). Uno de los cambios acabó afectando a la propia finalidad del polideportivo, la de albergar una cancha de fútbol sala. Con los documentos existentes y las explicaciones de diferentes responsables municipales intentamos reconstruir las decisiones que derivaron en este error.

El área de Obras apostó en 2020 por sustituir la losa de hormigón prevista para el techo de la pista por unas estructuras metálicas, según consta en los documentos municipales a los que ha tenido acceso Somos Madrid: “Se concluye que la solución técnica más adecuada es sustituir la estructura de hormigón prefabricado prevista en el proyecto (...) por otra propuesta similar y más sencilla de ejecución, realizada únicamente con estructura metálica”, explicaba el documento de la Dirección General de Arquitectura, firmado por Paloma Sobrini. El objetivo era acortar la duración de los trabajos en unos “cuatro meses”, indicaba el primer informe, redactado después de estudiar las posibles soluciones con las empresas adjudicatarias.

Pero la asesoría jurídica del Ayuntamiento respondió al área de Obras cuestionando la utilidad pública de los cambios, además de indicar que cambiar la solución constructiva podía alterar el resultado de la adjudicación. En un segundo escrito de respuesta a la asesoría, Sobrini justificaba la modificación con razones de interés público debido a que las afecciones a la obra serán menores, en “una zona altamente ocupada y de difícil acceso de vehículos”. Y aseguraba que la nueva estructura planteada “respeta en su totalidad la morfología del edificio, tanto en geometría y edificabilidad”.

Sin embargo, la modificación cambió las geometrías previas interiores: colocar una estructura metálica redujo notablemente la altura de la pista polideportiva del proyecto original (más de 7 metros) a la actual (poco más de 5 metros), impidiendo con ello la práctica de muchos deportes como fútbol sala, balonmano o voleibol en categorías superiores. Con las cerchas que se aprecian en la imagen que encabeza este artículo, los arquitectos municipales habían condenado la pista de fútbol sala que se encontraban construyendo. Aunque por aquel entonces no lo sabían, ya que una vez acabadas las obras se encargaron porterías para practicar este deporte.

“Es imperdonable que esta modificación no fuera supervisada”, lamenta Jorge García Castaño, edil de Más Madrid que conocía bien el proyecto original, debido a que en la anterior legislatura fue concejal de Centro y responsable de Hacienda, el área que licitó el primer contrato. Fuentes de Más Madrid aseguran que en el diseño original estaban los techos libres y que fue con la modificación de Paloma Sobrini en 2020 cuando la cancha se quedó sin espacio para el fútbol sala.

Desde el actual área de Obras defienden que la altura no cambió con respecto al diseño original, aunque en un primer momento estas fuentes aseguraron que el conjunto de la pista no había sufrido ningún cambio, evitando mencionar las cerchas añadidas en 2020. “La altura de la pista, que es de lo que hablamos, es un centímetro mayor ahora que en el proyecto original”, puntualiza un portavoz municipal, señalando los 5,51 metros como la altura final de la cancha. Fuentes de Más Madrid indican que en el proyecto se dibujó un falso techo que podía ser retirado. El resultado final de la placa de hormigón se podría haber asemejado al del centro deportivo del Parque Móvil, recién construido en Chamberí.

El actual equipo de Almeida asegura que sobre ese falso techo estaba previsto colocar las instalaciones de la sala y el proyecto constructivo que se encontraron al llegar a Cibeles no indicaba dónde trasladarlas para dejar libres los 7 metros. Aparte, las mismas fuentes aseguran que en junio de 2019 se encontraron con una obra “que no podía iniciarse porque el anterior gobierno no había solicitado el correspondiente permiso arqueológico -como también sucedió en plaza de España- ni había consultado a Metro posibles afecciones”. “Más Madrid intenta desviar la atención sobre la ejecución récord de este equipo de Gobierno”, añaden.

El diseño de La Cebada fue encargado en 2017 al arquitecto Manuel Monteserín. En su idea original, había previsto unas estructuras distintas para las sujecciones. “La cancha es una caja de estructura metálica y vidrio con lamas de madera que se sitúa encima de la piscina. Permitirá la práctica de múltiples deportes y sus dimensiones son 40x20 m con 7 metros de altura libre”, explicaba en el anteproyecto para el polideportivo. Los técnicos del área de Hacienda aterrizaron luego el proyecto para sacar la licitación. Y un año después, el equipo de Almeida hizo la polémica modificación.

También se cambió la distribución de espacios interior para habilitar más salas de clases dirigidas y musculación, debido a que el Ayuntamiento descartó el modelo inicialmente previsto de gestión directa a otro en el que lo cedería a una empresa privada, que explotaría las instalaciones durante cinco años. Por ejemplo, la plaza en altura prevista, de acceso público, mutó en una minipista de atletismo solo para los abonados.

“Una aberración arquitectónica”

La directora de arquitectora municipal, Paloma Sobrini, defendía hace unas semanas el resultado final del edificio en una entrevista publicada por una revista del sector de la construcción. “Consideramos el resultado satisfactorio, creemos que los materiales utilizados han sido acertados y, desde el punto de vista de las instalaciones, es un edificio muy completo”, decía entonces.

Sobrini admitía ya que la estructura prevista de hormigón se había modificado “por necesidades económicas y constructivas” y como único pero al resultado explicaba que la nueva plaza creada a su entrada resultaba demasiado “dura”. El área de Obras destaca además su velocidad de ejecución en esta legislatura, con 32 equipamientos acabados y otros 32 en ejecución.

La opinión municipal difiere diametralmente de la de un nutrido grupo de arquitectos que trabajan en la capital. En una dura publicación, la plataforma Nexo, que representa a casi la mitad de los arquitectos que forman parte del COAM, asegura que “el resultado es el parto de esta aberración arquitectónica que debería avergonzar a nuestra profesión”, refiriéndose al polideportivo de La Cebada y a los cambios con respecto a la idea original de Monteserín.

“Los encuentros entre la estructura metálica y la fachada son un monumento a la chapuza constructiva y a los puentes térmicos. Compositivamente parece que hubiéramos tirado por la borda 30 siglos de estudios sobre la proporción, la escala y el diálogo con el entorno”, lamenta Jesús San Vicente, portavoz de Nexo. “Es un bicho con una apariencia tecnológica high-tech mal entendida. Los textiles ferrrari ya están arrugados porque están mal concebidos. El recubrimiento deployé de la escalera de evacuación, en contacto con el suelo, será en poco tiempo chatarra oxidada y llena de abolladuras”, denuncia. “Este despropósito hace mucho daño a nuestra profesión”.