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El fútbol femenino e inclusivo que nace en un barrio de Madrid: “Ofrecemos un espacio sano, seguro y solidario”

El nuevo equipo femenino del ADC Malasaña

Nerea Díaz Ochando

30 de agosto de 2023 01:00 h

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La Asociación Deportiva Cultural Malasaña (ADCM) nació en 2009 como respuesta a la demanda de los niños y niñas del barrio que querían jugar al fútbol de manera organizada. Al principio solo era un equipo de futbito que iba por los colegios de la zona y fomentaba el deporte entre los más pequeños. Empezaron jugando en la pista deportiva de Conde Duque con niños de los colegios Santa Isabel y Pi i Margall en colaboración con la Cruz Roja. Tenían pocos recursos, muchas dificultades y equipos muy pequeños, pero también contaban con una gran ilusión por llevar el nombre de Malasaña con orgullo a todas partes. 

Dos años después de su fundación, en 2011, decidieron dar un gran paso y se apuntaron a la liga de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF). Ahora, con más de una década de dedicación absoluta a este deporte y un arsenal de más de 100 jugadores, el club ha apostado por una nueva y necesaria incorporación: el primer equipo de fútbol femenino del ADC Malasaña.

“Hasta ahora, la mayoría de jugadores eran chicos, solo había una o dos niñas jugando en Alevín, porque en esa categoría todavía juegan juntos”, cuenta José Ignacio Arrufat, coordinador del proyecto. La idea de crear un equipo exclusivamente femenino tomó fuerza hace relativamente poco. “Hace años no había tanta demanda, es ahora cuando se está animando la cosa”, señala el coordinador. 

Los vecinos del barrio llevaban un tiempo solicitando la creación del equipo femenino: “Mucha gente me preguntaba y les decía que si conocían gente interesada, que nos llamasen”. Las peticiones no tardaron en llegar, varias chicas del barrio se interesaron en el proyecto. Como no eran suficientes, se acercaron hasta el IES Lope de Vega para animar a otras jóvenes a unirse. Durante la visita consiguieron reunir las suficientes jugadoras para crear el primer equipo femenino del club, que a partir de este septiembre jugará en la categoría de Primera Femenino Regional Cadete de la Real Federación de Fútbol de Madrid (RFFM). 

Trece chicas nacidas entre el 2008 y el 2009 han hecho realidad uno de los proyectos más ilusionantes del ADC Malasaña. El coordinador considera un “hito histórico y emocionante” que por fin las jóvenes del barrio tengan un equipo de fútbol en el que jugar. “No solo marca un progreso significativo en términos de igualdad de género en el deporte, sino que también abre un mundo de oportunidades para jóvenes futbolistas talentosas del barrio”, explica Arrufat en el blog del club. 

Siempre con su compromiso con la inclusión por delante, para el ADC Malasaña la creación de este equipo no supone únicamente una conquista deportiva. Desean brindar a las jugadoras un entorno en el que crecer como atletas, pero también como individuos, ofreciendo un espacio sano, seguro y solidario al que acudir siempre que lo necesiten. 

El coordinador invita a todas las chicas del barrio a unirse y espera que el equipo continúe creciendo, algo que previsiblemente ocurrirá. Desde hace unos años, el fútbol femenino ha aumentado sus números exponencialmente en todos los sentidos. Hay más jugadoras, más equipos, más afición y mucha más visibilidad. 

La Comunidad de Madrid figura como una de las autonomías españolas con mayor número de mujeres federadas: 146.999 licencias, que representan el 28% del total. En cuanto a equipos, la región cuenta con 15 representantes en las tres máximas competiciones nacionales del fútbol femenino, con el Real Madrid, el Madrid CFF, el Atlético de Madrid y el Rayo Vallecano encabezando la primera división. 

Estos datos eran impensables hace unos años. Las niñas por fin tienen referentes, mujeres a las que admirar y a las que seguir. La consecución de la profesionalización del fútbol femenino ha dado un giro de 180 grados a un situación de invisibilización completa, convirtiendo algo tan simple como llevar a la televisión pública la retransmisión de sus partidos en un gran logro. El pasado 20 de agosto la selección femenina de fútbol de España ganaba el Mundial mientras casi seis millones de personas seguían el partido desde sus casas. Inédito. “Por primera vez se ha retransmitido como toca y eso es histórico. He oído a gente criticar que el fútbol femenino no es tan vistoso, pero yo creo que sí y como espectador disfruté mucho de verlo”, comenta Arrufat. Una emocionante victoria marcará un antes y un después en la vida de muchas niñas. El coordinador del ADC Malasaña considera que lo vivido en el Mundial femenino puede despertar en las jóvenes del barrio interés por unirse al nuevo equipo y pronostica nuevas incorporaciones en lo sucesivo.

Un barrio sin espacio para el fútbol

En unos días, las jugadoras del nuevo equipo femenino del ADC Malasaña comenzarán sus entrenamientos. Cargadas de ilusión, aunque en unas circunstancias que podrían ser mejorables. El coordinador del club y su presidente, Edward Tomaneng, han movido cielo y tierra para poder sumar un equipo más, ya que dependen de muchos agentes externos para poder continuar con el proyecto. 

Ni el barrio de Malasaña ni el distrito Centro tienen espacios preparados para el entrenamiento de deportes como el fútbol, por esta razón, el ADCM se ve obligado a trasladarse cada día hasta Chamberí. “Tenemos que pagar el alquiler de los campos al Canal de Isabel II porque no existen campos en nuestro barrio”, explica el coordinador. Abonarlo no es fácil, el equipo se sustenta de las cuotas de los padres de jugadores, socios y otros colaboradores: “Nos cuesta una pasta inmensa, son 70 euros la hora con luz, eso multiplicado por unas dos o tres horas por equipo, por ocho equipos que somos… son casi 2.000 euros al mes”. 

Esta situación de desventaja ha llevado al club a decir que no a chicos y chicas que querían unirse porque ya no caben más equipos en el campo que pueden permitirse. Faltan espacios. Ya en varias ocasiones, el ADC Malasaña ha reivindicado esta carencia y ha solicitado ayuda a la administración para hacer frente a la gran demanda deportiva que hay sin mucho éxito. “Si no podemos entrenar, no podremos crecer con nuestro proyecto”, señala el coordinador del club. 

El ADCM tiene un claro compromiso con la integración de chicos y chicas del barrio con problemas de exclusión social, ayudan a sus familias a pagar las cuotas para que el dinero no sea una barrera para jugar al fútbol. Sin embargo, el alquiler del campo supone una traba para animar a más jóvenes a participar sea cual sea su situación económica. “Ahora mismo no jugamos en Malasaña pero llevamos el nombre con mucho orgullo. Mi intención es que se conozca el proyecto y consigamos más apoyo”, indica Arrufat. 

Que nadie se quede sin jugar

Hay muchas cosas destacables del ADC Malasaña, su espíritu de barrio, su compromiso por la igualdad de género o su incansable lucha por ser más conocidos, pero hay algo que los hace grandes, no solo como club, si no como personas: su empeño por conseguir que todos los niños de este céntrico barrio tengan un lugar al que acudir y sentirse seguros. En el club trabajan desde sus inicios por la inclusión, el presidente subvencionaba a algunas familias que no podían permitirse la cuota y esto inspiró a José Ignacio Arrufat para hacer algo más grande. 

En los equipos hay jugadores y jugadoras de Chamberí, de Malasaña, de Tetuán y de Cuatro Caminos, todos los estatus económicos se juntan sin discriminación alguna. “Hay chicos con poder adquisitivo y otros que tienen muy poco”, explica el coordinador. En el proceso de atraer a jóvenes en situación de exclusión social al club, Arrufat conoció las residencias de menores tutelados: “Me di cuenta de que si no iba yo a ofrecer el equipo, no les decían nada”. Actualmente hay cuatro chicos de una de estas residencias jugando en el ADCM. “Los beneficios son brutales, tienen una carencia familiar y en el equipo de fútbol se fomenta precisamente eso, la idea de ser todos una gran familia, es un entorno en el que se sienten valorados”, explica el coordinador. 

A pesar de su claro compromiso con estos niños, Arrufat busca que se les incluya como uno más, que pasen desapercibidos. “No quiero convertir el Malasaña en el equipo de los chicos y chicas con problemas, quiero darles una solución. La solución es que consigamos que no se note, que sean uno más. Eso beneficia a todos”, cuenta. En el ADC Malasaña dan a los jugadores muchos más que un espacio en el que practicar deporte: “Gracias a este tipo de proyectos tienen la posibilidad de no caer en prostitución, drogas y otras lacras sociales”. 

También miran por su salud y bienestar. “Tenemos acuerdos con fundaciones para que una vez estén dentro les podamos orientar, buscar familias a menores tutelados difundiendo el acogimiento familiar, como ya ha ocurrido estos años con tres familias. Nuestra idea es que una vez estén en nuestro equipo de barrio, ayudarles en su futuro”, señala el coordinador. Esto no sería posible sin otras ayudas externas: “Lo normal es que los jugadores paguen una cuota y los que no pueden pagar nos buscamos la vida para poder subvencionarlos. Tenemos una campaña de socios e invito a todo el barrio a que se una, así como una campaña de colaboradores para establecimientos del barrio que quieran ser parte de un mapa de comercios y empresas que, aparte de ganar en visibilidad y responsabilidad social, ofrezcan ofertas y descuentos a los poseedores del carnet de socio del equipo de nuestro maravilloso barrio de Malasaña.”

La idea de Arrufat es que su proyecto llegue a todo el barrio, conseguir más colaboradores, socios y patrocinadores que puedan ayudar a estos jóvenes a salir adelante. El club cuenta incluso con una campaña de mecenazgo para subvencionar a un jugador o jugadora, pagando la cuota anual de 400 euros o una parte. Hay muchas formas de ayudar: “Con que la gente hable de nuestro proyecto y se interesen, nos vale”. 

De la ilusión por crear un equipo de fútbol para los jóvenes de Malasaña han surgido otras muchas cosas bonitas. La Asociación Tod@s Juegan, un proyecto de José Ignacio Arrufat, con la que busca ayudar a la inclusión social de jóvenes a través del deporte en clubes deportivos, la difusión del acogimiento para los menores tutelados y una gran familia unida por mucho más que el fútbol.

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