La firma japonesa Mazda ha retornado a un segmento que dejó sin explorar en nuestro país tras la desaparición del CX-9, el de los SUV de gran formato y equipados con siete (o seis) asientos. Con el elegante CX-80, que ahora toma el relevo, la marca no solo cubre la fracción del mercado al que recurren las familias con grandes necesidades de espacio, sino que además confirma su apuesta por presentarse como alternativa foránea a los fabricantes premium, normalmente alemanes, que suelen servir esta clase de vehículos de colosales proporciones.
El CX-80, que viene a ser un CX-60 alargado sobre todo en su parte central, tiene nada menos que 4,99 metros de longitud, además de una distancia entre ejes aún más llamativa, de 3,12 m, que es la clave para obtener espacio abundante en su segunda y tercera fila de asientos. El maletero cubica 687 litros con la última hilera plegada y la segunda en su posición estándar y 1.971 si se abaten ambas; cuando se utilizan todas las plazas se conservan 258 litros que dan para alojar un trolley y un par de mochilas.
El habitáculo admite dos configuraciones principales: la habitual de siete asientos (2+3+2) y otra más exclusiva con solo dos plazas en la hilera central (2+2+2) que se acompañan de toda suerte de comodidades. En cualquiera de los casos, las butacas pueden deslizarse a lo largo (12 cm) y reclinarse entre 15 y 33 grados para proporcionar la mayor comodidad posible a los pasajeros que las ocupan, en tanto que los respaldos se abaten presionando un pulsador. En cuanto a la tercera fila, acomoda a personas de hasta 1,70 m de altura y cuenta con un puerto de carga USB de tipo C.
Decir que Mazda rehúye los caminos más transitados en la industria del automóvil se ha convertido ya en un lugar común. Para motorizar el CX-80 ha elegido, por un lado, un sistema híbrido enchufable (PHEV) de 327 caballos y unos 60 kilómetros de autonomía eléctrica que hoy por hoy podemos considerar normal; por otro, ha optado por el más insólito motor diésel 3.3 de 254 CV que, heredado del CX-60, requiere de todo un encaje de bolillos para plegarse a las normativas de emisiones.
Comenzando por el PHEV, emplea un propulsor de gasolina 2.5 y otro eléctrico alimentado por una batería de 17,8 kWh. Capaz de acelerar de 0 a 100 km/h en 6,8 segundos, homologa un consumo medio de 1,6 litros/100 km y unas emisiones de CO2 de 35-36 gramos por kilómetro.
El CX-80 diésel, e-Skyactiv D en la nomenclatura de la marca, recurre a un bloque de seis cilindros en línea asociado a un sistema de hibridación ligera de 48 voltios que le permite obtener el distintivo ambiental Eco. Este motor necesita además de una compleja tecnología de combustión denominada DCPCI (encendido por compresión controlado por la distribución con premezcla parcial) de la que puedes conocer más detalles en este artículo. En este caso, el 0 a 100 km/h se completa en 8,4 segundos, y los registros oficiales son de 5,7-5,8 litros/100 km (consumo) y 148-151 g/km (CO2).
Los dos motores se combinan con una transmisión automática de ocho velocidades y el dispositivo de tracción a las cuatro ruedas i-Activ AWD de Mazda. El usuario puede escoger entre cuatro modos de conducción, al que cabe sumar el modo EV en el que se pone en marcha por defecto la versión enchufable.
La marca de Hiroshima puede presumir de que la gama al completo de su nuevo modelo está electrificada, al constar de un PHEV con etiqueta 0 emisiones y un mild hybrid que luce la Eco. Del mismo modo, saca pecho de que el 95% de su catálogo a la venta en España dispone también de electrificación, frente a un 47% del mercado, un recuento que solo excluye los motores de gasolina y diésel sin hibridación que aún sigue ofreciendo, entre ellos el del emblemático MX-5.
Nuevos colores
El flamante CX-80, que sabe combinar un aspecto imponente con una estética refinada y un confort de marcha igualmente sofisticado, presenta una paleta de nueve colores de carrocería, dos de los cuales son nuevos: el Artisan Red, un rojo más oscuro que el Soul Red Crystal ya característico de Mazda, y el distinguido Melting Copper (en las imágenes). La pintura gris metalizada de las llantas, de 20 pulgadas, suaviza el contraste entre las zonas pintadas de la carrocería y las superficies metálicas pulidas, según explica el fabricante.
La gama del modelo se presenta en cinco categorías de equipamiento: Exclusive-line, Homura (más deportiva), Takumi (más lujosa), Homura Plus y Takumi Plus. Todas ellas están disponibles en versión de siete plazas; las variantes Homura y Homura Plus pueden solicitarse en formato de seis plazas, con dos asientos independientes en la segunda fila separados por una zona de paso, y la Takumi Plus contempla una configuración adicional similar a la anterior pero con las dos plazas separadas por una consola central.
El equipamiento de serie incluye elementos como el asiento del conductor ajustable en ocho direcciones y el del acompañante en seis, volante y asientos delanteros calefactados, climatizador trizona, pantalla táctil central TFT en color de 12,3 pulgadas y mando giratorio HMI, control por voz mediante Alexa, radio DAB con ocho altavoces, Bluetooth, Apple CarPlay y Android Auto inalámbricos, navegación híbrida, head-up display y control de crucero.
Por otra parte, se ofrecen cuatro paquetes opcionales: Comfort para Exclusive-line, Driver Assistance para Exclusive-line, Convenience & Sound y el que provee de techo solar panorámico.
El rango de precios en que sale a la venta el CX-80, muy similar para el PHEV y el diésel, está comprendido con la campaña actual entre los 56.544 euros que cuesta la versión enchufable Exclusive-line y los 67.328 euros del e-Skyactiv D en acabado Takumi Plus. Se trata de cifras abultadas pero muy debajo de las que se pide por modelos de Audi, Mercedes o Volvo equivalentes.
Mazda España prevé vender alrededor de 550 unidades anuales de su nuevo buque insignia, la mayoría de ellas a empresas. En cuanto al mix, espera que un 37% de los clientes se incline por la variante enchufable y el 63% siga prefiriendo el diésel.