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Cartografiar la ficción: sobre 'Regiones imaginarias'

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Un tópico asegura que no hay mejor manera de viajar con la imaginación que con un libro. Cuando no podemos o no queremos desplazarnos a una ciudad o país lejano, las páginas de una buena novela o una crónica interesante nos trasladan de manera evocadora a ese lugar. Pero,  ¿qué ocurre cuando el espacio que describe el libro no existe en la realidad? En este caso la lectura es la única manera de acceder al lugar creado en la imaginación del autor, que comparte para nosotros este pequeño universo. Los diez textos que componen este Regiones imaginarias responden al encargo imposible que recibieron sus respectivos autores: visitar esos lugares que no existen fuera de las bibliotecas.

La respuesta a este paradójico aunque estimulante reto es un volumen tan variado como lo son los perfiles de sus autores. Quizás los dos más arriesgados, pero también atrayentes para el lector, sean los últimos: los escritores Enrique Vila-Matas y Chika Unigwe crean sendos textos de ficción. Unigwe, la única del conjunto que no escribe originalmente en español, continúa en un estupendo y reivindicativo cuento el universo creado en torno a la imaginada población africana de Umuofia por Chinua Achebe en Todo se desmorona. Vila-Matas, con su genialidad habitual para los juegos con la realidad, crea en su relato un nuevo espacio mítico: Babàkua, también en África.  

Los tres textos anteriores poseen un rasgo en común: la autorreferencialidad. Los autores son periodistas que han recibido el difícil encargo de viajar o relatar un viaje a los lugares reales que están detrás de tres conocidos espacios inventados y construyen su texto sobre la imposibilidad de encontrar el supuesto referente. Los capítulos de Elisa Reche, sobre la Malgudi india pero también sobre su Murcia natal, de Valentino Necco, recorriendo Sicilia tras los escenarios de las novelas protagonizados por el comisario Montalbano, y de Gabi Martínez, sobre el dudoso trasunto de Hudayb en un equivocado país árabe, pertenecen a la mejor tradición de la crónica periodística.  

Más dispar es el resultado de los otros cinco intentos de acercarse a las regiones imaginarias creadas por Faulkner (Yoknapatawpha), Benet (Región), Rulfo (Comala), García Márquez (Macondo) y Onetti (Santa María). Casi todos los autores optan por protagonizar unos relatos que a menudo transitan entre la literatura de viajes y la de ficción pero que en ocasiones olvidan su referente para crear obras casi autónomas. En este primer bloque encontramos hallazgos como la genealogía que establece Álvaro Colomer entre su propia obra, la de Juan Benet y la de Julio Llamazares. Este escritor nació en un pueblo anegado por el pantano que diseñó el autor de Volverás a Región, también ingeniero, en una casa que Colomer quiere visitar buceando. 

Mención aparte merece la exquisita edición que ha llevado a cabo Menguantes. Cada uno de los diez textos va acompañado por una sugestiva fotografía tomada en el lugar que sirvió como referente real al escritor y de un mapa del espacio mítico en cuestión. Los tres, texto, fotografía y mapa, se conjugan para crear esta cartografía de la ficción más imaginativa que es este libro.

Un tópico asegura que no hay mejor manera de viajar con la imaginación que con un libro. Cuando no podemos o no queremos desplazarnos a una ciudad o país lejano, las páginas de una buena novela o una crónica interesante nos trasladan de manera evocadora a ese lugar. Pero,  ¿qué ocurre cuando el espacio que describe el libro no existe en la realidad? En este caso la lectura es la única manera de acceder al lugar creado en la imaginación del autor, que comparte para nosotros este pequeño universo. Los diez textos que componen este Regiones imaginarias responden al encargo imposible que recibieron sus respectivos autores: visitar esos lugares que no existen fuera de las bibliotecas.

La respuesta a este paradójico aunque estimulante reto es un volumen tan variado como lo son los perfiles de sus autores. Quizás los dos más arriesgados, pero también atrayentes para el lector, sean los últimos: los escritores Enrique Vila-Matas y Chika Unigwe crean sendos textos de ficción. Unigwe, la única del conjunto que no escribe originalmente en español, continúa en un estupendo y reivindicativo cuento el universo creado en torno a la imaginada población africana de Umuofia por Chinua Achebe en Todo se desmorona. Vila-Matas, con su genialidad habitual para los juegos con la realidad, crea en su relato un nuevo espacio mítico: Babàkua, también en África.