Ya es un hecho, el cine en España se ha desplomado

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Si echamos una ojeada a la lista de las cinco películas más vistas del pasado martes nos encontramos con una sorpresa: el público español es un erudito, o tal vez está pasando algo muy extraño. El primer lugar de lo más visto el 9 de febrero de 2020 lo copa una película sobre Antonio Machado, en el número dos un clásico del cine mudo de 1921, en tercer lugar un drama sobre la vejez y en cuarto y quinto lugar dos reposiciones de cine hongkonés (2046). Ese es el ranking nacional del cine en España. Vale que fue martes, pero si no supiéramos que el planeta pasa por una pandemia nos resultaría muy intrigante.

En diciembre de 2020 la revista Variety publicaba un titular escabroso pero real “La taquilla española se desploma un 72% en 2020, aunque algunos éxitos evitan el desastre total”. El año de la pandemia situó a los estudios en la difícil tesitura de retener sus estrenos o quemarlos ante la incertidumbre de que si alguien iría a las salas.

Una película “comercial” cuesta alrededor de ocho millones de euros y el cine, tal y como lo conocemos hoy en día, se basa en ciertos principios que tienen que ver con la fluctuación de la bolsa y la especulación sobre el mercado de valores. Una película que transmite éxito atrae a más espectadores, una película que nadie ve, desaparece y resulta un fiasco. Da igual si realmente las pelis son buenas o malas, si nadie las ve, de nada sirven. Por eso nadie quiere estrenar en salas, si a cambio van a conseguir una taquilla raquítica, ser el hazmereir.

Medidas desesperadas

“Ghostbusters III” era uno de los taquillazos previstos para agosto de 2020, se retrasó indefinidamente. Paco León y Mirem Ibarguren tenían planificado el estreno de “Papá o mamá” el 4 diciembre de 2020, luego el 25 de diciembre, luego a principios de enero de 2021… y nunca llegó. Otros tantos taquillazos se pusieron a la cola para el 2021 ante la mera imposibilidad de terminar el rodaje, la nueva entrega de “Jurassic Park”, “Fast and Furious 9” y otras tantas.

En consecuencia al momento histórico que nos ha tocado vivir, las carteleras no apuestan por quemar las pocas películas que logran rodar bajo las complicadas medidas de seguridad anti-COVID, eso ha aniquilado el hábito del espectador de asistir al cine que a su vez ya no está pendiente de nuevos estrenos en salas y sí a lo último de Netflix. 

Esto es una pescadilla que se muerde la cola, que los estudios no arriesguen por miedo a no tener espectadores hace que los espectadores ya ni se acuerden de mirar la cartelera. ¿Quién nos queda? Los cinéfilos y los niños. 

Una película española de corte intimista y de bajo presupuesto como “Las niñas” se ha colado entre lo más visto de estas semanas, nadie lo habría imaginado. La segunda entrega de los Croods, una peli infantil sin demasiada relevancia, llegó al número uno nacional durante el pasado fin de semana.

¿Volveremos al cine?

Los estudios se han apresurado a crear sus propias marcas de streaming y a potenciarlas, Disney, Universal y Paramount se sumaron a Netflix y HBO. Las cuentas salen si logran cobrar a cada ciudadano “cultural” del planeta 10 euros de suscripción, lo que se gastarían otrora en ver una peli comercial al mes.

Se están eliminando intermediarios, las distribuidoras nacionales lo tienen chungo, el paradigma está cambiando, ahora todos los estrenos van a ser más al unísono que nunca y se van a ver en sus propias plataformas. Eso ya lo sabíamos.

Lo realmente sorprendente va a ser el momento en el que demos por concluida la pandemia y nos encontremos con lo que ha quedado. El interior de las salas del cine parecerán sacadas de Zombieland.

Me atrevo a imaginar: en España habrá un 25% cine de las salas que había (mera suposición personal), y eso que ya teníamos pocas. Y durante un tiempo estaremos viendo películas rodadas hace 2-3 años, cine “viejo” que se gestó antes de la pandemia y que reluce como nuevo. 

Sin embargo, el dinero ya no estará ahí, hacía tiempo que el box office no era el dato más relevante, pero probablemente ya nunca más lo volverá a ser, y los estrenos solo se entenderán cuando pasen por streaming. 

No se volverá a pagar por ver tal peli, sino por el paquete. Las películas serán ingredientes del menú mensual por el que vale la pena pagar alrededor de 10 euros de suscripción. Y la vida seguirá, como lo ha hecho siempre, y la ficción tratará de retratarla.