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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Se buscan Manuelas Carmena

La jueza Garbiñe Biurrun ha dejado plantado a Podemos Euskadi al rechazar la oferta para encabezar la candidatura a lehendakari en las elecciones de octubre. Las calabazas de la magistrada son una faena para la organización que lidera Pablo Iglesias. Es la segunda vez que la presidenta de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco dice no. También fue tanteada para las listas de Podemos en las generales del pasado 20 de diciembre y tampoco pudo ser.

Biurrun reúne todas las cualidades que Podemos busca en quien vaya a ser su cabeza de lista para la presidencia del Gobierno Vasco: mujer, con experiencia profesional, sabe gestionar, con un perfil progresista. Estuvo vinculada a Euskadido Ezkerra, después apoyó a Ezker Batua y siempre cerca de Jueces para la Democracia. Madura, contrarresta la imagen juvenil e inexperta de la nueva cúpula de Podemos en Euskadi. Su personalidad mediática –suele intervenir en tertulias- hace de ella una persona conocida. Es capaz de mantener el prestigio entre los suyos pese a la lacra de tertuliana en un círculo tan elitista como el de la Justicia. Su curriculum era más que notable para enfrentarse a Arnaldo Otegi, el controvertido candidato de EH Bildu. Por ahora las encuestas sitúan a Podemos –en coalición con Equoo y Ezker Anitza-IU- en el segundo puesto tras el PNV. En este contexto y aunque con un comunicado pactado y muy educado, Biurrun ha abierto un boquete a los morados, aunque aún tienen hasta octubre para arreglarlo.

Para unos, las razones de Biurrun para decir no a la formación de Pablo Iglesias no tiene tanto que ver con la actitud más tibia de la jueza con respecto a echar o desalojar al Partido Nacionalista Vasco (PNV) del poder, intención declarada por los actuales –y anteriores- dirigentes de la formación morada, Nagua Alba y Eduardo Maura, cómo con la incertidumbre que le produce a la magistrada el desconocimiento de qué es exactamente lo que quieren o persiguen los dirigentes de Podemos en Euskadi. Tampoco le entusiasmaba la necesidad de someterse a un proceso de primarias, como obligan los estatutos de la organización, pese a que antes le hicieron la oferta y después tuvieron que corroborar la necesidad de las elecciones internas.

Espantadas e intentos de otros fichajes añosos y respetables como Carlos Jiménez Villarejo, ex fiscal Anticorrupción por Cataluña y ahora ex eurodiputado de Podemos, o el del constitucionalista Javier Pérez Royo –fichado por unas horas- no son antecedentes para animar. Al final, la supuesta transversalidad ideológica de la formación de Pablo Iglesias termina por generar lo que los “viejunos izquierdistas” llaman incoherencias ideológicas de difícil digestión.

Pero no todo son dudas ocasionadas por la inexperiencia y el batiburrillo de ideas que se cuece en Podemos. El cartel exigido para fichar nuevas “Manuelas Carmena” no solo en Euskadi, sino en otras zonas del país, requiere de muchas virtudes nada fáciles de encontrar en el ámbito de la justicia. “Los jueces o los fiscales, me da lo mismo, levitamos en cuanto que nos encontramos en nuestros cargos durante años; las capas y las togas encierran dosis especiales de divinidad; tenemos poder, estamos reconocidos y bien pagados. Si además disfrutamos de décadas a nuestras espaldas, para satisfacer nuestros egos tiene que haber unas ofertas del copón (con perdón). En la Justicia no hay muchas mujeres con los arrestos de Carmena para arriesgar. Más hombres sí, pero los riesgos para dejar el cargo son muchos” resume un ex alto cargo de un gran tribunal nacional.

Es decir, para que un miembro notable del mundo de la justicia deje su estatus –en la mayoría de los casos bien trabajado hasta llegar al puesto- para entregarse al servicio de una vida pública incierta, hay que darle muchas garantías en todos los ámbitos. El de un puesto desde que el que ejercer el poder para ejecutar los cambios; el apoyo incondicional de la organización que le ha fichado (a nadie se le olvida la historia entre Baltasar Garzón y el PSOE, por ejemplo) y tener claro que si fracasa en la jugada, al regresar al cuerpo de la justicia será tratado como un currito expuesto al bullyng de tus antiguos colegas, a quienes sus testas canosas no les impedirán ser más crueles en el acoso que los adolescentes del instituto más pijo con un chico que estudie con beca.

Está claro. No es nada fácil buscar Manuelas Carmena. No al menos en el ámbito de la Justicia, por eso Podemos gira su mirada hacía el mundo de las organizaciones civiles, de las ONG donde lanzar la caña con un buen cebo y poder, quizá, tener más éxito.