La nieve, el fuego y la DANA

El sábado 6 de enero de 2018, en la AP-61 primero y en la AP-6 después, miles de vehículos se vieron atrapados por la nieve desde las 17,30 hasta las 01,25 horas del día siguiente.

En julio de 2022 centenares de incendios arrasaron la península Ibérica y provocaron la destrucción de parajes fundamentales de nuestro entorno y la ruina de millares de personas. Uno de ellos, el 15 de julio, afectó a mi pueblo. 

En aquel momento escribí un artículo, la nieve y el fuego, relacionando ambas catástrofes en las que me vi involucrado directamente. Muchos no lo entendieron.

El martes 29 de octubre observé con horror las imágenes que nos llegaban desde Valencia y Albacete, y hoy, unas semanas después, conmovido e indignado por los datos que se nos están proporcionando, se me han ocurrido estas reflexiones para complicar más las cosas a quienes son incapaces de relacionar unas catástrofes con las otras.

Los previos: el maltrato al planeta. 

Lo dicen los científicos, y aunque haya ignorantes que lo nieguen, la realidad es que nos estamos cargando a nuestro planeta. Las catástrofes naturales (nieves, ciclones, fuegos, tsunamis, DANA…) que son respuestas a nuestras agresiones, ocurren cada vez con más frecuencia. Somos los humanos, más de ocho mil millones, quienes tenemos que reflexionar si este modelo de sociedad, la sociedad del automóvil y el consumismo, es sostenible para el planeta, porque a lo mejor no son parches los que tenemos que poner al sistema, sino que es necesario buscar otro modelo de relación entre los humanos que no esté basado en la competitividad, el consumismo y el individualismo, y se acerque a la solidaridad y el cooperativismo. Es hora de pensar en otra forma de vivir que no sea tan agresiva con la naturaleza.

Las actuaciones inmediatas: siempre se falla

No se llega nunca a tiempo para eliminar los riesgos o limitarlos a lo mínimo. Las administraciones se acusan unas a otras, pero siempre falta coordinación, previsiones y medios. El pueblo siempre se vuelca en actos solidarios que sirven para paliar los efectos, pero nunca para solucionarlos de forma definitiva. Se abren tertulias y debates pero nunca se va al fondo de la cuestión: ante cualquier tipo de catástrofe más Estado y menos mercado. ¿A alguien se le ha ocurrido pensar que las grandes multinacionales pueden socorrer a las personas en situaciones como la ocurrida en la comunidad valenciana? ¿Se imaginan al mercado habilitando un fondo de solidaridad para que en el momento mismo en que sucede la catástrofe aparezcan especialistas: bomberos, sanitarios, etc., a la hora exacta y en el lugar adecuado?