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Pikara Magazine es una revista digital que practica un periodismo con enfoque feminista, crítico, transgresor y disfrutón. Abrimos este espacio en eldiario.es para invitar a sus lectoras y lectores a debatir sobre los temas que nos interesan, nos conciernen, nos inquietan.

El charismo

Pintadas machistas en la sede de Pikara Magazine en Bilbao

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Era sábado, 26 de mayo de 2012, y en el pabellón de las piscinas de mi pueblo, un tipo delgado, con los ojos saltones, se subía al escenario y empezaba a pinchar con un Mac y a cantar, o más bien a recitar, letras de temazos como ‘Infanta de naranja, infanta de limón’. Una de mis primas -tengo muchas, en La Rioja todo el mundo es familia- y yo, descubrimos ese día que ese chaval se llamaba ‘El Gran Puzzle cozmico’ y se convirtió en uno de nuestros ídolos.

Desde el lunes me viene resonando una de sus canciones, que tiene un videoclip maravilloso: ‘Antonio García Mateo’. Bueno, no tiene que ser del gusto de todo el mundo. El caso es que en este tema todos se llaman Antonio García Mateo y todos trabajan en domingo, los pobres. Si hacemos una búsqueda rápida en google, encontramos más Antonios García Mateo que páginas de internet. Incluso una de las entradas nos devuelve esta maravilla de ejemplar del periódico aragonés Andalán de 1977, que en la página 4 cuenta que Antonio García Mateo se presentó al Senado. 

El lunes fue el día en que, al llegar a la redacción, vimos que la nueva normalidad se parecía mucho a la antigua. De nuevo, por cuarta vez en un año, teníamos pintadas machistas tanto en Pikara Magazine como en el antiguo local de la plataforma de formación feminista Faktoria Lila. 

La cuarta vez. Los mantras se repiten: “Putas de Soros”, “La violencia no tiene género”

Ahora, además, somos Charos. “Ok, Charos”, nos dicen. El nombre de Charo comenzó a utilizarse como insulto contra las feministas, al parecer, en esos dos contenedores de misoginia que son Forocohes y Burbuja.info. Charo alude, según explican, a una mujer soltera, progresista y normalmente funcionaria; dopada de ansiolíticos y con un vibrador en cada mano (que visto así, ni tan mal). Una oficinista amargada que se dedica a amargar a los demás, porque, intuyo yo siguiendo la lógica de esta panda, a una Charo no la quieren ni sus gatos, que la aguantan probablemente porque no pueden escapar del piso donde ella se marchita, ese cubículo decorado en marrones en que regurgita la bilis que luego escupe en el trabajo y en las redes sociales. 

Mi traducción de lo que significa Charo: mujer feminista que no necesita tener una pareja masculina, que señala las desigualdades y que no cumple con los mandatos de las sección femenina de las SSS, a saber, Silencio, Sonrisa y Sacrificio

Volviendo al término forocochero, merece un párrafo aparte la característica “charista” de funcionaria. Funcionaria puede ser la médico que les atiende cuando están hechos polvo o la jueza que les absuelve de la denuncia falsa de su ex; también Macarena Olona como miembro del Cuerpo de Abogados del Estado e incluso la profesora que les enseñó a escribir para que hoy puedan hacer pintadas. Pero ellos no piensan en esas. Piensan en una señora de ventanilla o en la “bibliotecaria” (sic). Entiendo la aversión a las bibliotecas por parte de estos señores. Las dificultades que enfrentan para entender este tipo de espacios públicos se intuyen fácilmente. Y entiendo que lo que tenemos en Pikara Magazine de funcionarias es que recibimos paguitas. Es más, cuando uno de estos foreros pregunta al resto, “¿Quién ha sido el de las pintadas?”, la respuesta general es, en resumen, “habrán sido ellas mismas, hay subvenciones en juego”. Hay quien da más pistas. Al parecer, explican, ningún hombre pinta una polla así, vista desde abajo. No se os escapa una, ¿eh? Pero yo diría que hay algún forero que sí tiene costumbre de mirar desde ese ángulo… Y que el autor del comentario deja en evidencia que practica poco sexo y con poca imaginación. Además, no han pintado solo una polla sino dos, planta y perfil. Sin acotaciones. 

Resumiendo. La violencia no tiene género, pero somos unas amargadas malfolladas y unas putas a la vez. La violencia no tiene género pero, una vez más, ya estamos nosotras haciendo denuncias falsas, yendo de víctimas. La violencia no tiene género pero a estas no les ponemos un apelativo génerico tipo boomer, sino un nombre de mujer, Charo, que hay muchas y mujer siempre es peor. Así que, desde el lunes, me siento charitísima y solo puedo tararear que “todas nos llamamos Charo, todas tenemos ese nombre, Charo García Mateo”. Pongo la música a todo volumen y visualizo lo que se nos viene: la rebelión charista de las funcionarias.

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