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González-Rajoy, dos jarrones chinos o dos Churchill

Los expresidentes del Gobierno Felipe González (d) y Mariano Rajoy protagonizan por vez primera un diálogo público en el que analizan en el marco del I Foro La Toja-Vínculo Atlántico sobre las democracias liberales, la situación política y económica de España, que se celebra este viernes en O Grove (Pontevedra).

EFE

O Grove (Pontevedra) —

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Se trataba de una conversación pública inédita entre dos presidentes que suman casi veinte años al frente del Gobierno.

Felipe González y Mariano Rajoy tenían cita en Galicia (el exlíder del PP jugaba en casa) para analizar a poco más de un mes de la repetición electoral la situación política y económica de España en el I Foro La Toja-Vínculo Atlántico.

El paso por la Moncloa difumina bastantes diferencias y el darse de bruces con la realidad hace que, lejos de planteamientos utópicos, expongan sus ideas con la experiencia que da todo lo que tuvieron que poner en práctica en sus respectivos mandatos.

Y si todo ello se adorna con la sorna y la ironía de la que ambos andan sobrados, el resultado es un diálogo que no ha decepcionado y con mensajes en los que palabras como pacto o consenso, que parecen en desuso en el espectro político, buscan líderes que las adopten.

Es habitual la comparación entre los expresidentes y los jarrones chinos y González se ha encargado de recordarla para asegurar que su objetivo es no molestar.

Pero a la vez para desvelar que han sido muchas las horas en las que él y Rajoy han hablado en los últimos años porque, si se le llama, él está dispuesto a ayudar si es posible.

“Lo de jarrón chino lo llevo a tope. Estorbar no, pero siempre estoy institucionalmente disponible”, ha comentado.

No han querido dar consejos ni lecciones a los actuales líderes de sus respectivos partidos, pero sí han dejado claro que si hubieran tenido que vivir una situación de bloqueo como el actual (el “bloquismo” que ha sucedido al bipartidismo, según González) los dos habrían intentado llegar al menos a pactos y acuerdos que permitieran un Gobierno lo más estable posible.

Discrepan a la hora de ir más allá. Rajoy habría abogado por la gran coalición que ya ofreció por dos veces tras los comicios de 2015 y 2016, mientras que el expresidente socialista habría rechazado esa opción.

Pero con diferencias asumidas, el ambiente distendido del encuentro ha llevado al exlíder del PSOE a reivindicar la talla política de ambos ante el panorama actual: “como mínimo, somos Churchill”.

Al que fuera primer ministro británico ha citado también Rajoy cuando al abordar la situación económica y recordar las duras medidas económicas que tuvo que adoptar, como subir el IRPF, su interlocutor le ha recordado que lo hizo después de que Cristóbal Montoro asegurara que no lo harían.

“La mayor dieta para un político -ha dicho parafraseando al mandatario del Reino Unido- es comerse sus propias palabras”.

Los dos se han detenido en la evolución económica del país y los efectos de la crisis.

Para Rajoy, aludiendo a España, fue un “milagro” que no fuera intervenida, y para González se tardó en reaccionar ante ella. Dos dosis de la realidad que encerraba la explicación que el segundo de ellos ha revelado que dio al ya exprimer ministro griego Alexis Tsipras cuando le preguntó si sintió la misma frustración que él al llegar al Gobierno y ver las dificultades para llevar a cabo lo prometido.

“No me frustré tanto -le dijo- porque la diferencia es que tú eras un revolucionario que chocaba contra la realidad y yo un reformista de mierda que trataba de cambiar poco a poco las cosas”.

En su recorrido por las décadas transcurridas desde la Transición, Rajoy y González han compartido orgullo por España, pese a problemas enquistados como el de Cataluña, y con la seguridad de todo lo que se podría seguir mejorando si se lograra la huidiza estabilidad política.

Una situación que para quien tuvo despacho en Ferraz muchos años, es difícil de comprender, y si alguien dice que lo entiende es que no se le ha explicado bien.

En su boca, un consejo, olvidarse del sentimiento trágico de la existencia. Y en la de Rajoy otro ya escuchado alguna vez en sus labios: a veces no tomar ninguna decisión (como no tocar ahora la Constitución) es una buena decisión.

Dos consejos por parte de quienes peinan ya muchas canas. González en su cabello, Rajoy, en su barba.

José Miguel Blanco

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