El rey emérito es, desde hace tiempo, un elefante en la habitación para su hijo Felipe VI y para el Gobierno. Las “inquietantes” y “perturbadoras” noticias sobre sus finanzas opacas, tal y como las definió el propio Pedro Sánchez, y sus periódicos mensajes, vía intermediarios, sobre sus deseos de volver a España han llevado al presidente a elevar el tono a la espera de que la Fiscalía dé carpetazo a la investigación que puso en marcha. Ningún desenlace sobre su futuro es cómodo para el Ejecutivo que, en todo caso, deja cualquier decisión en manos de la Casa Real.
La revelación de que el ministerio público planea archivar pronto las pesquisas sobre la fortuna de Juan Carlos I provocó un golpe en la mesa de Sánchez, que quiere desvincular esa figura de la del actual jefe del Estado. Por primera vez, y ante la certeza de que no será juzgado, el presidente reconoció que el emérito debe dar explicaciones a la opinión pública. “Las razones que le han llevado a ausentarse de España”, expresó en una entrevista en la Cadena SER, apenas 24 horas después de que el PSOE rechazara en su congreso cualquier debate sobre el modelo del Estado. “Tenemos un gran rey”, zanjó.
Moncloa se pone de perfil ante una hipotética vuelta de Juan Carlos de Borbón y se limita a asegurar que acompañará a Felipe VI en una decisión que le corresponde exclusivamente a él, según reiteró el presidente. “Esa no es una decisión que corresponda al presidente del Gobierno. Habrá gente que piensa que el Gobierno condiciona lo que haga la Casa Real, pero no es así. Hay decisiones que no corresponden al ámbito del Gobierno”, argumentó Sánchez, quien incluso llegó a decir que no tenía información sobre el paradero del exjefe del Estado un día después de su salida de España tras participar en unas regatas en La Toja. Ahora se limita a asegurar que respetará la decisión que tome Felipe VI respecto a la hipotética vuelta de su padre.
“Sigue debiéndose a la Casa Real”
Fuentes del Ejecutivo recuerdan que ni siquiera el emérito podría volver sin el visto bueno de su hijo. “Sigue debiéndose a la Casa Real. Incluso si quisiera montar un pollo volviendo no podría. No puede volver sin dar el 'ok' la Casa Real. El rey es el jefe de la Casa Real”, resume un miembro del Gobierno.
Oficialmente la parte socialista del Ejecutivo no se sale del guión ni sobre la marcha del emérito ni sobre su hipotética vuelta, pero se vislumbra la incomodidad. Ni su marcha se comprendió en todo el Ejecutivo ni su regreso sería un plato de buen gusto. “No entendí que se fuera -expresa esa misma fuente, que desliga la salida de España de la investigación de la Fiscalía-. Objetivamente es mejor que estés en el país para estar a disposición [de la justicia]. Se fue para no perjudicar a su hijo”. Pero reconoce igualmente que “su relato desde el punto de vista ético es terrible” a la hora de volver: “El rey actual no se puede permitir el lujo de que vuelva sin más”.
La complejidad de hospedarle
Otras fuentes consultadas consideran que el regreso es delicado y que uno de los elementos peliagudos es dónde se alojaría el emérito a partir de ahora: “Estéticamente en Zarzuela no puede porque es de Patrimonio Nacional”.
Además, la salida de Juan Carlos I es un elemento disruptivo en la coalición. De hecho, su aterrizaje en Abu Dabi provocó una “discusión fuerte” del entonces vicepresidente segundo, Pablo Iglesias, con Sánchez, según relató el propio Iglesias en una entrevista en la Cadena Ser. Aunque el ex secretario general de Podemos no aportó muchos detalles, sí desveló que el presidente le pidió perdón por no haberle informado de que una parte del Ejecutivo había abordado en secreto con la Casa Real el futuro del rey emérito tras las revelaciones sobre su supuesta fortuna en paraísos fiscales.
“El ex jefe del Estado se fue de España en una actitud indigna para no dar la cara por sus actos ante la ciudadanía”, expresó en Twitter la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra, cuando se cumplía un año de la salida del emérito: “La huida de Juan Carlos I supone, a todas luces, una grave anomalía democrática en España que produce un enorme descrédito de las instituciones”.
Una fricción en la coalición
El socio minoritario del Gobierno siempre ha mostrado su disconformidad con la decisión de Zarzuela. Fuentes de Unidas Podemos aseguran que “por el momento” no tienen novedades respecto a su futuro, pero que solo conciben su vuelta “para ser juzgado y para rendir cuentas a la ciudadanía en la Comisión de Investigación del Congreso” -que el PSOE siempre ha rechazado-. “Todo lo que no sea eso haría un daño irreparable a la democracia, al ser evidente que ha utilizado la Jefatura del Estado para sus negocios personales y, en muchos casos, ilícitos”, aseguran.
Sin embargo, la vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz, muestra un tono más diplomático. En sus últimas declaraciones sobre el tema, animó a la justicia a llegar “hasta el final” en las investigaciones abiertas el rey emérito y abogaba por “respetar las actuaciones de la Fiscalía General del Estado y de todas las instituciones de nuestro país” ante la posibilidad de que se produjera un archivo inminente.
Sin noticias de la regeneración de la Corona
En Moncloa creen que esa decisión de la Fiscalía no será tan inmediata como parecía y las fuentes consultadas creen que aún quedan diligencias por finalizar, como la comisión rogatoria que se solicitó en febrero a Suiza y que aún no ha llegado. La idea en la que coinciden varias de las fuentes consultadas es que el regreso del emérito, en caso de producirse, no sea antes de que se cierre ese proceso.
También se mantendrán en “standby” las medidas “transparencia, la rendición de cuentas y la ejemplaridad” que supuestamente iba a poner en marcha Felipe VI y de las que Sánchez habló por primera vez hace casi un año tras el discurso de Nochebuena del jefe del Estado. “Irán conociendo cómo se materializa esa hoja de ruta que señaló el rey Felipe VI en cuanto a la transparencia y la ejemplaridad”, afirmó entonces.
Nada se ha sabido de ese supuesto plan de Zarzuela. “Se cuece a fuego lento”, señala una fuente consultada consciente de que los avances en la Corona son más conservadores que en otras instituciones. De hecho, el Gobierno oculta el gasto real de la monarquía, que se camufla en distintas partidas presupuestarias que asumen los ministerios y deja en manos de la Casa Real la posibilidad de revertir esa opacidad. Las cosas en palacio van despacio y en materia de regeneración y transparencia, más.