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PERFIL
Luis Navajas

El giro de guion del teniente (fiscal) Navajas

El teniente fiscal del Tribunal Supremo, Luis Navajas

Pedro Águeda

26 de septiembre de 2020 22:59 h

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El teniente fiscal del Tribunal Supremo, Luis Navajas (Granada, 1948), es un profesional profundamente conservador que a ochenta días de su jubilación ha denunciado públicamente que otros fiscales conservadores le intentaron influir en su decisión de no respaldar las querellas contra el Gobierno por la gestión de la crisis sanitaria. Con su informe a la Sala de lo Penal y las afirmaciones acerca de las intromisiones de sus compañeros, Navajas ha dado una patada al guion según el cual jueces y fiscales actúan de acuerdo a sus convicciones políticas, una acusación que provoca amargo lamento en el seno de ambas carreras, por otra parte mayoritariamente conservadoras.

Puede que la explicación del comportamiento del teniente fiscal Navajas haya que buscarla en el teniente general Miguel Primo de Rivera, bajo cuya dictadura se instauró el estatuto que aún regía en los primeros años de su carrera y que dejó en herencia la terminología militar de “tenientes fiscales” y “destacamentos”. Navajas, explican compañeros de carrera de uno y otro corte, tiene un profundo sentido del carácter jerárquico de la institución y de la obediencia debida al fiscal general del Estado, sea éste quien sea. 

“Luis es un fiscal de los antiguos, de los que el principio de jerarquía tiene una dimensión cuartelaria, como ha sido el Ministerio Fiscal toda la vida. Se podría decir que es más teniente que fiscal”, describe gráficamente un compañero.  

Los dos principales nombramientos de Navajas durante su trayectoria, primero como fiscal de sala y luego como teniente fiscal del Tribunal Supremo, se produjeron durante los Gobiernos de Aznar y Rajoy. La actual fiscal general del Estado decidió al tomar posesión en febrero que Navajas continuara como su número dos, lo que implica que la sustituya en todos los asuntos que afectan al Gobierno al que Dolores Delgado perteneció. 

Ese sentido de la obediencia jerárquica es para otros, en realidad, pura habilidad para haber sabido mantenerse en el puesto de teniente fiscal. Si no fuera por la escasa habilidad mediática de Navajas, que coinciden en señalar todos los consultados, podría decirse que el veterano fiscal supo dar una de cal y otra de arena cuando criticó a Pedro Sánchez por situar públicamente a la Fiscalía a las órdenes del Gobierno. “Fue un error del presidente que nos causó mucho daño”, dijo Navajas el lunes pasado en Onda Cero. Para añadir después: “Un error gravísimo que se rectificó días después”.

Algo similar ocurre con la afirmación de Navajas respecto a que la fiscal general del Estado no ha participado “por activa, ni por pasiva, ni directa, ni indirectamente” en la redacción del informe de 300 páginas para rechazar las querellas contra el Gobierno. En la misma entrevista, Navajas alabó la intervención en ese trabajo de la Secretaría Técnica de la Fiscalía General del Estado, el equipo de máxima confianza de Dolores Delgado. 

En lo que hay consenso respecto a Navajas es en la “valentía” e “independencia” que han guiado el grueso de su carrera. El más famoso fue el denominado Informe Navajas sobre los presuntos vínculos entre narcotraficantes y guardias civiles del cuartel del barrio donostiarra de Intxaurrondo. Era 1989 y todavía pesaban los años de plomo, en los que la Guardia Civil se había llevado la peor parte de la estrategia criminal de ETA. 

En la fiscalía guipuzcoana hubo fiscales que apenas aguantaron unos meses en esos años de bombas-lapa y funerales casi clandestinos. Sin embargo, Navajas permaneció en San Sebastián desde 1987 a 2003. Años después, ya como teniente fiscal, defendió con vehemencia la inocencia de Baltasar Garzón en la causa por haber investigado los crímenes del franquismo. El Tribunal Supremo le dió la razón por 6 votos a 1. Solo se opuso a su informe José Manuel Maza, quien como fiscal general del Estado renovó la confianza de sus antecesores en Navajas.

Esos predecesores de Maza en el cargo habían sido Eduardo Torres-Dulce y Consuelo Madrigal, una de las fiscales “contaminadas ideológicamente” que según Navajas entró en su despacho a recomendarle que no pusiera “un baldón” en el tramo final de su carrera y apoyara las querellas contra el Gobierno. Ese hecho, que Madrigal hubiera sido su fiscal general, con el sentido de obediencia que tiene Navajas, convirtió la recomendación en una coacción a los ojos del que fue su número dos.

Pero Navajas no denunció los hechos ante la inspección fiscal y ha sido solo cuando ha visto su nombre manchado en los medios de comunicación, con afirmaciones anónimas sobre la calidad de su informe, cuando ha decidido acudir a los medios. Que se haya abierto ahora y no entonces una investigación por esas supuestas presiones mantiene soliviantado a los fiscales conservadores, y así se ha pronunciado la asociación que los representa, mayoritaria en la carrera. 

Navajas piensa que ha actuado con toda la diligencia que requiere la gravedad que corresponde a la crisis sanitaria, que no era posible contar para su informe con fiscales tan “contaminados ideológicamente” y que lo hizo junto a otros dos veteranos, entre ellos la fiscal de víctimas, así como con los miembros de la Secretaría Técnica de Delgado. 

En este sentido recuerda cómo las más de 13.000 querellas contra Aznar por la participación de España en la Guerra del Golfo fueron despachadas por la Fiscalía en unos pocos folios y sin convocar a la Junta de Fiscales, como pretendía el grupo de presión de la Fiscalía del Supremo y la asociación conservadora.

Luis Navajas considera anecdótico que se le critique el hecho de que, entre 300 folios, se califique en una línea de “idónea” la tarea del Gobierno central. O que se considere partidista la afirmación de que “resulta contrario a las reglas de la lógica pensar que el conjunto de las administraciones, con distinto signo político, obraron todas ellas de forma poco diligente”. Navajas insiste, según sus allegados, en que tan independiente era cuando se opuso a una investigación al presidente del PP por su máster en la Universidad Rey Juan Carlos como ahora. Él mismo presume que el informe sobre Casado es uno más de todos los que ha respaldado la Sala de lo Penal que preside Manuel Marchena. Un “100% de éxito”, resume Navajas. 

Tres “M” y un rumor

Esa defensa de su profesionalidad e independencia se ha visto comprometida en las dos entrevistas concedidas, a Okdiario y Onda Cero, cuando da por hecho que un compañero suyo de Anticorrupción mantuvo una relación con una abogada de la acusación popular del caso Villarejo, afirmación periodística basada en un chat de Podemos donde la letrada sugiere esa relación, si bien lo desmiente en otra conversación. “Monárquico, monógamo y madridista”, según se define Navajas, el teniente fiscal reveló que tuvo ganas de “vomitar” al leer esas informaciones y darlas por ciertas. 

Se produce además el agravante de que, como miembro del Consejo Fiscal, Navajas debe pronunciarse en las próximas semanas sobre las plaza que ocupa ahora como interino Ignacio Stampa, aludido por las citadas informaciones y uno de los miembros de Anticorrupción que impulsa desde el principio el caso Villarejo, que ya cuenta con una treintena de piezas separadas. 

Navajas, al que le gustaría acabar de diplomático acreditado ante la Santa Sede, se confiesa muy aficionado al cine. La Asociación de Fiscales acaba de solicitar que sea él el investigado por la afirmación sobre sus compañeros. Del desarrollo de los acontecimientos se podrá concluir si a 80 días de su jubilación, Luis Navajas ha protagonizado un acto heroico, como el viejo soldado Walt Kowalski en Grand Torino, defendiendo al joven vecino de una raza que antes odiaba; o si ha perpetrado una despedida esperpéntica, como la de Juncal lanzándose espontáneo a la plaza, sin traje de luces, a matar el toro que su hijo no se atreve. 

Aviso parcial sobre el desenlace: Kowalski y Juncal se redimen, pero acaban mal. 

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