El núcleo de Abascal evita la autocrítica tras el batacazo del 23J mientras surgen voces discrepantes en Vox

Laura Galaup

3 de agosto de 2023 22:25 h

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Vox enfila el mes de agosto sin ningún atisbo de autocrítica. La dirección nacional del partido no asume, por lo menos en público, ningún error del batacazo electoral que sufrieron el 23J. La formación de Santiago Abascal perdió 19 escaños y más de 600.000 votos. La lectura que intentan difundir pasa por culpar al PP por su llamada al “voto útil” y apuntan a las encuestas por dar casi por garantizada una mayoría del bloque de derechas. En Bambú, donde se encuentra la sede nacional del partido, acusan a la “demonización” que ha sufrido el partido, y el mismo Abascal, durante toda la campaña por parte, no solo de los populares, sino de los medios de comunicación. 

En privado, fuentes de la formación tampoco abogan por realizar ningún amago de autocrítica. Consideran que el resultado de las generales demuestra que Vox “tiene un suelo muy sólido que no baja de los tres millones”. Y se aferran a ese argumento para defender que no temen una repetición electoral, en caso de que ni PSOE ni PP consigan los números para sacar adelante una investidura. Sobre la pérdida de casi una veintena de diputados, en Vox se limitan a apuntar que el resto de partidos tampoco han hecho autocrítica en público de sus resultados. 

Durante la noche electoral fue evidente el desconcierto entre seguidores y miembros del partido ante el resultado de las urnas. Si bien en la dirección de la formación se daba por hecho que los de Abascal no lograrían de nuevo los 52 diputados que conformaron el grupo parlamentario de la extrema derecha –el 23J logró 33–, sí que resultó más inesperado que Pedro Sánchez mantuviese oportunidades para optar a una mayoría parlamentaria que apoye su investidura. Con el recuento ya terminado, incluido el del Censo Electoral de Residentes Ausentes (CERA) en el extranjero, la extrema derecha se ha quedado lejos de obtener los 40 escaños que se habían marcado como objetivo tras conocerse la convocatoria electoral. 

Críticas internas a la censura cultural

Los de Abascal apostaron por una campaña centrada en criticar las medidas aprobadas por el Gobierno de Pedro Sánchez. No obstante, conforme los populares alentaban la estrategia del voto útil, el líder del partido de extrema derecha fue subiendo poco a poco el tono contra el presidente del PP. Con el objetivo de reafirmar su labor de Gobierno, tras entrar en los ejecutivos autonómicos y municipales, Abascal defendió el veto cultural impuesto en municipios donde tienen poder. En ese sentido, el líder de Vox apuntó que “lo primero” que hace su partido al entrar en un gobierno “es cambiar las políticas culturales de la izquierda”, a pesar de que “les escandalice” a las formaciones progresistas. 

Ya durante la campaña surgieron algunas voces internas, más cercanas al llamado 'sector liberal' del partido, críticas en privado con estas decisiones. Fuentes de esa facción explican que medidas como el veto a una obra de Virginia Woolf o la censura de la película de Buzz Lightyear están impulsadas por el sector más ultraconservador y tradicionalista de la formación. Desde ese sector de Vox, las fuentes consultadas por elDiario.es perciben que las figuras vinculadas a corrientes falangistas y ultracatólicas se han ido haciendo con el control de la formación, mientras ellos han ido perdiendo poder a lo largo de esta legislatura.

Se cuestiona además el papel del Comité de Dirección del partido, conocido como Comité Ejecutivo Nacional (CEN). Estas declaraciones ya no solo se hacen en privado; aunque son muy pocas, han surgido algunas voces que se atreven a exponer dudas sobre quién controla la formación. Uno de ellos ha sido Rubén Manso, uno de los diputados que ha causado baja y que fue apartado de las listas del 23J. Este exparlamentario estuvo cuatro años en el grupo parlamentario del Congreso y llegó a ser el responsable del programa económico del partido en 2019, cuando Vox logró su mayor éxito electoral cosechando 52 diputados. 

En una entrevista en esRadio, el pasado 1 de julio, tras quedarse fuera de las candidaturas, Manso aseguró que desconocía “quién maneja el partido”. “Me preguntas quién manda en el partido. Eso tampoco lo sé”, replicó cuando los conductores del programa Economía Para Quedarte Sin Amigos le consultaron por el papel de Jorge Buxadé en la dirección nacional. Repreguntado por si era el presidente de Vox quien acumulaba el poder, apuntó de forma concisa: “Sí, debe ser Abascal, claro”. 

“Incuestionable” liderazgo de Abascal

Kiko Méndez Monasterio es otro de los hombres de confianza del presidente del partido. Se ha convertido en uno de sus principales asesores, así como en uno de los referentes que marca la estrategia de la formación. “No sé qué es Kiko Méndez Monasterio. Yo sé que pinta mucho”, se limitó a subrayar Manso en esRadio sobre el papel del consultor político en la cúpula de Vox. Aseguró que desconocía si la mano derecha de Abascal tenía algún cargo en el organigrama interno. Y añadió: “Probablemente, como toda la gente importante, no tenga título”. 

Otras fuentes sitúan también en el núcleo actual de decisión del partido, junto a Méndez Monasterio, a Buxadé –al que algunos de sus compañeros definen como un “talibán” en sus posicionamientos–, a Enrique Cabanas y a Ignacio de Hoces, que acaba de conseguir escaño por Badajoz. Abascal ha conseguido aglutinar el apoyo de las diferentes corrientes y las voces críticas no suelen apuntar en su contra, aunque sí que señalan a su entorno. 

El crecimiento exponencial que ha experimentado el partido desde que consiguiese representación por primera vez en el Parlamento de Andalucía en 2018 hasta formar parte de gobiernos autonómicos ha provocado, según algunas fuentes, que la cercanía a Abascal de algunos miembros de la formación que llevan implicados en este proyecto político varios años se haya ido complicando. En 2017 Vox contaba con seis personas en su sede nacional. Esa cifra se ha disparado en estos últimos años y ha cerrado 2022 con 127 empleados. 

A pesar de su expansión, Vox se ha convertido en un partido hiperpersonalista. Abascal ha acaparado el liderazgo de la formación, mientras otros perfiles que en su momento tuvieron un gran protagonismo, como Javier Ortega Smith, se han ido desinflando. Este es uno de los motivos por los que las fuentes de Vox consultadas aseguran que actualmente, y pese a su primer descalabro electoral, el liderazgo del presidente es “incuestionable”. Sostienen que actualmente “no hay alternativa”, a la vez defienden que Abascal “es un buen candidato para las bases” del partido.

Una nueva etapa en el Congreso

En el entorno del partido se ha optado por cerrar filas con la dirección. “Creo que siempre, efectivamente, las cosas se pueden hacer mejor. Eso es evidente”, apuntaba en el Toro TV, la antigua Intereconomía, María Ruiz, vicesecretaria de organización de Vox, uno de los rostros que está ganando poder en el partido en los últimos meses; sin embargo, la diputada de extrema derecha no iba más allá y aseguraba tras las elecciones que el “responsable máximo” del resultado electoral es el PP por movilizar a la izquierda, desmovilizar a la derecha y atacar a Vox. 

“La autocrítica es necesaria”, reseñó Víctor Sánchez del Real, exdiputado de la formación, que pertenece al llamado 'sector liberal' del partido, pocas horas después de que se conociesen los resultados. “No puedes salir a quejarte de que te han hecho daño los que siempre te hacen daño”, añadió sobre las críticas de Vox dirigidas al PP y a los medios de comunicación. En ese intento de reivindicar la autocrítica como un comportamiento interno “necesario y sano”, lamentó en su participación en La Hora de La 1 que “todos los partidos”, “da igual el origen ideológico”, terminen tendiendo al “estalinismo”.

En otro de los programas del Toro TV, muy cercano a la línea política de la extrema derecha, uno de sus tertulianos abría brecha en contra del partido de Abascal. “¿Sabes por qué no gobierna la derecha? Porque Vox no sirve para gobernar”, indicó el tertuliano Román Cendoya, entre críticas de sus compañeros de mesa. Con un tono mucho más afilado, uno de los líderes de opinión en la derecha, Federico Jiménez Losantos, aseguró que Vox había “fracasado” el 23J. Cargó también contra Abascal, al que acusó de realizar esa misma noche un discurso “disparatado y cobardón”.

Con un resultado que le expone a la irrelevancia parlamentaria, ya que le obliga a despedirse de las mociones de censura y los recursos de inconstitucionalidad, Vox afronta una nueva etapa en el Congreso, en caso de que esta legislatura eche a andar tras el verano. En estas semanas se resolverá una de las incógnitas que afronta el partido a nivel orgánico y que pasa por saber si Iván Espinosa de los Monteros revalidará la portavocía del grupo parlamentario, ante el poder que está acumulando en el partido el sector liderado por Buxadé.

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