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La sombra de Rivera sobrevuela al PP

Albert Rivera y Pablo Casado, en una imagen de archivo.

Iñigo Aduriz / Carmen Moraga

17 de julio de 2021 23:07 h

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Albert Rivera dejó la presidencia de Ciudadanos y la primera línea política el 11 de noviembre de 2019, apenas unas horas después de haber encajado una contundente derrota en las generales celebradas un día antes, en las que su partido perdió 47 escaños, pasando de los 57 logrados en abril de ese año, a los 10 que consiguió en esa cita con las urnas. Desde entonces, el exdirigente de la formación nacida hace ahora 15 años –el 7 de junio de 2006– se ha distanciado por completo del partido que él mismo fundó por el giro al centro emprendido por su sucesora, Inés Arrimadas. En paralelo, Rivera se ha ido acercando al Partido Popular de Pablo Casado, para el que ha trabajado directamente en al menos dos ocasiones desde su despacho de abogados.

Casi dos años después de su dimisión, la sombra del exlíder de Ciudadanos sobrevuela en la dirección de los populares, que desde hace meses busca la absorción de los restos del partido de Arrimadas en el PP como primer paso para superar la división de las derechas en tres –PP, Vox y Ciudadanos– que desde 2018 ha lastrado sus resultados electorales.

El objetivo de esa integración, que ya se ha conseguido en parte en los últimos meses –sobre todo a nivel electoral, con la desaparición de Ciudadanos en la Comunidad de Madrid en las elecciones de mayo y con el traspaso de todos sus votos a los populares–, es tener opciones de llegar a la Moncloa. Se trata de una posibilidad a la que ya apuntan algunas encuestas, en cuanto Pedro Sánchez decida convocar las generales, aunque el presidente del Gobierno ha recalcado que no piensa adelantarlas, por lo que no se celebrarán hasta, al menos, 2023 .

El que fue el máximo hombre de confianza de Rivera en Ciudadanos, el exsecretario de Organización Fran Hervías, trabaja ahora en el PP, con despacho propio en la planta noble de Génova 13 y en colaboración estrecha con el secretario general de los populares, Teodoro García Egea. A él se le atribuyen directamente fichajes de exdirigentes de la formación de Arrimadas, incluido el más polémico: el del exparlamentario valenciano de Ciudadanos Toni Cantó, captado por el PP para las elecciones del 4 de mayo de Madrid.

Por imposición de la dirección de Casado, la candidata y hoy presidenta Isabel Díaz Ayuso incluyó al también actor en sus listas, pero la candidatura fue anulada por la Junta Electoral ya que Cantó no estaba empadronado en Madrid dentro de plazo y, por tanto, incumplía los requisitos para presentarse a las elecciones. Él siguió haciendo campaña por Ayuso, que el pasado día 1 le recompensó todo ese trabajo colocándole al frente de un organismo público de nueva creación, la Oficina del Español de la Comunidad de Madrid, un puesto por el que el exdirigente de Ciudadanos cobrará más de 75.000 euros al año.

La participación en el cónclave de octubre

El gran objetivo de Hervías, según explican distintos dirigentes populares, es el fichaje del propio Albert Rivera por parte del PP, con el fin de escenificar una suerte de culminación de ese proceso de absorción sumando a las filas populares al que fue el fundador y líder de Ciudadanos durante 13 años.

En el partido que preside Pablo Casado, distintos cargos consideran en privado que esa incorporación podría facilitar a la dirección del PP su intención de atraer al electorado más de centroderecha, en un momento en el que Génova 13 apuesta, en cambio, por hacer seguidismo a la extrema derecha de Vox –su otro gran rival electoral y al que también planean absorber, aunque más a largo plazo–, contemporizando con su discurso y su agenda, aceptando algunas de sus políticas o pactando con el partido de Abascal para poder gobernar en Madrid y mantener los Ejecutivos de Andalucía, la Región de Murcia o el ayuntamiento de la capital.

Hasta el momento, el acercamiento entre Rivera y el PP se ha materializado en la contratación por parte de la dirección de Casado del despacho de abogados que preside el exlíder de Ciudadanos para la preparación de dos de los recursos presentados por los populares ante los tribunales en los últimos meses: el registrado en el Tribunal Constitucional contra la nueva ley de educación del Gobierno, la conocida como Ley Celaá, y el presentado ante esa misma instancia contra la ley catalana de alquileres.

Génova 13 alienta además la posibilidad de que Rivera sea uno de sus invitados estrella en la Convención Nacional del próximo otoño. No hay confirmación oficial de que finalmente el expresidente de Ciudadanos vaya a asistir ni como invitado ni como ponente, pero cada vez que se les pregunta, tanto las fuentes oficiales de la dirección nacional del PP como sus máximos responsables evitan descartarlo. Esta última semana, varias informaciones publicadas en prensa hablaron de esa posibilidad. El Independiente aseguró que Rivera ya es el “asesor de cabecera” de Casado, un extremo desmentido por su equipo, y La Razón dio por hecha su participación en la convención de otoño, también desmentido oficialmente.

“No es cierto que Albert Rivera sea asesor del PP, y no es cierto que haya relación laboral en ese sentido”, aseguró el vicesecretario de Comunicación del partido, Pablo Montesinos, el martes, en una entrevista en RNE. Y respecto a la posible participación del exlíder de Ciudadanos en la convención que tendrá lugar en Valencia, fuentes oficiales apuntan lo siguiente: “No se ha hablado con él ni está decidido”.

Relaciones “cordiales” con Ciudadanos

En medio del idilio de Rivera con el PP, fuentes de la cúpula de su expartido, Ciudadanos –cuya distancia con los populares se sigue acrecentando, esta misma semana tras perder la alcaldía de Granada que mantuvieron en coalición desde 2019– aseguran que las relaciones con el exlíder de la formación que se dice “liberal” son “cordiales”, a pesar de lo que “interesadamente” algunos quieren transmitir. “Somos muchos los que desde la dirección mantenemos contacto habitual con Albert. No es una excepción que hablemos con él. Ha sido todo muy natural”, afirman las fuentes consultadas.

Respecto a su participación en la convención que Ciudadanos está celebrando este fin de semana, a la que Rivera adelantó que no iba a participar, las fuentes consultadas se realizan la siguiente pregunta: “¿Cómo no iba a ser invitado Albert?”. “Claro que le hemos preguntado, pero imaginábamos que no iba a querer porque sabemos que él ha dado carpetazo a la política y esto va a ser una Convención política”. Por este motivo entienden que haya declinado participar mientras insisten en que no lo ven “como un portazo”, sino como una “postura coherente” con la decisión que tomó el 11 de noviembre de dejar todas sus cargos. “No hay más, de verdad que no hay más”, repiten. “Personalmente está muy bien y muy feliz”, asegura uno de estos dirigentes que mantiene contacto habitual con Rivera.

Las fuentes consultadas tampoco dan credibilidad a la posibilidad de que Rivera aparezca en el cónclave que ha organizado el PP de Pablo Casado en otoño y destacan que “hay muchas cosas que se están publicando que luego se tienen que rectificar”.

Por su parte, Arrimadas reconoció hace poco que hablaba muy de vez en cuando con Rivera y que sus conversaciones se limitaban a temas “personales”, de sus “vidas privadas”. Hace unos días fue la líder de Ciudadanos la que confirmó que la dirección del partido le había invitado al evento –sin aclarar si ha sido ella personalmente– pero que Rivera, “en coherencia con lo que decidió”, le respondió “que él dejó la primera línea política y ahora está en el sector privado”, y, por lo tanto, “no participa de estos eventos”. “Pero nos ha agradecido la invitación. Tenemos una relación muy cordial con él, como no puede ser de otra manera”, remarcó.

Frialdad entre Arrimadas y Rivera

No obstante, dentro del partido reconocen que desde el principio Rivera no compartió la estrategia y el giro que dio su sucesora al inicio de la pandemia al pactar con Pedro Sánchez todos los estados de alarma, ni mucho menos unos Presupuestos Generales del Estado que el líder del PSOE terminó cerrando con ERC y EH Bildu. El exlíder del partido dejó patente su distanciamiento de Arrimadas con un silencio clamoroso desde su cuenta de Twitter, desde la que atacaba a Sánchez y ensalzaba a otros dirigentes de su partido –como a la vicealcaldesa de Madrid, Begoña Villacís– pero no a la nueva líder de la formación, a la que ignoraba.

La frialdad de sus relaciones llegó a tal extremo que Rivera tampoco tenía planeado participar en la Asamblea General celebrada en abril de 2020 de forma telemática, en la que Arrimadas fue ratificada como presidenta tras ganar en unas reñidas primarias a Francisco Igea, hoy vicepresidenta de Castilla y León. Ante el estupor que causó su ausencia de ese importante cónclave, el del relevo de liderazgo, al final Rivera rectificó y envió un vídeo de compromiso para despedirse de la militancia y desear “suerte y aciertos” a la nueva dirección a la que animó –sin citar especialmente a Arrimadas– a trabajar para recuperar el listón de los 57 diputados logrados en las elecciones generales del 28 de abril de 2019. “Con esos números en el horizonte, reconstruiremos Ciudadanos para reconstruir juntos España”, les invitó,

En el partido justifican que Rivera decidiera al final participar entonces en aquella Asamblea y su negativa de ahora explicando que “no tienen nada que ver las dos citas”. “Aquella fue una asamblea orgánica y esto solo es un Convención política”, afirman. Sin embargo, ven “normal” que participe, como estaba anunciado, junto a varios dirigentes del PP en unos cursos sobre “Prensa y Poder” en Aranda de Duero (Burgos), dado la “brillante trayectoria” que tiene el exdirigente de Ciudadanos en ese terreno. Dichos cursos han sido organizados por los Gabrielistas de Aranda del Duero, y por la Universidad a Distancia de Madrid (UDIMA).

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