“Una nueva manada”, “otra manada en Barcelona”, “la manada de Alicante”. Son muchos los casos de violaciones grupales que llevan tiempo saltando a los medios de comunicación y ocupando titulares. Desde que trascendiera públicamente la cometida por cinco hombres condenados a nueve años de cárcel en los Sanfermines de 2016, ha comenzado a romperse el silencio sobre la violencia sexual y el foco mediático se ha centrado, en gran parte, en las agresiones sexuales múltiples. La última, la denunciada en Callosa d’En Sarriá (Alicante), donde cuatro hombres han sido detenidos acusados de un delito de agresión sexual y dos de abusos contra una joven de 19 años en Nochevieja.
¿Qué sabemos sobre las violaciones en grupo? ¿Por qué se han convertido en casos sobre los que informar? ¿Cuántas se producen al año? Lo cierto es que, con los datos disponibles, no es posible conocer la dimensión exacta de este tipo de violencia. Según las cifras ofrecidas por el Ministerio del Interior anualmente, en España se denuncia una violación cada cinco horas, pero no aparecen desglosadas por número de agresores que perpetran los hechos. Fuentes de la Fiscalía, por su parte, aseguran que el Ministerio Público tampoco dispone de este tipo de información.
Lo que sí permite un ligero acercamiento al tema es el reciente informe Agresores sexuales con víctima desconocida. Implicaciones para la investigación criminal, elaborado con la colaboración de varias universidades públicas y editado por el Ministerio del Interior. El estudio, que analiza denuncias por agresión o abuso sexual realizadas por desconocidos presentadas entre 2009 y 2013 y atestados policiales (principalmente de 2011), reserva un apartado a las cometidas por más de un hombre: de la muestra finalmente utilizada para esta tipología (342 atestados), un 20% fueron agresiones en grupo.
En cuanto al modus operandi y las características específicas con las que se suele perpetrar este tipo de violencia, el estudio de agresiones entre desconocidos –cuando el agresor no pertenece al entorno de la víctima o cuando ambos llevan juntos menos de 24 horas– ha identificado algunas variables que la diferencian de las agresiones individuales. Por un lado, los agresores que actúan en grupo suelen ser más jóvenes (una media de 25 años) y suelen tener menos antecedentes policiales. La mayoría de estos casos se producen en festivos o fin de semana, principalmente en sábado y mayoritariamente de noche.
“El lugar de la agresión suele ser la vía pública o un espacio abierto mñas frecuentemente que en las agresiones individuales. Se producen mayoritariamente en áreas residenciales cuando las mujeres vuelven a sus casas o caminan por la calle. Por otro lado, también encontramos un grupo importante de agresiones en el entorno rural, en zonas de ocio y en parques o zonas verdes”, explica la Fundación para la Investigación Aplicada en Delincuencia y Seguridad en un artículo resumen del informe sobre agresiones efectuadas por desconocidos.
Una violencia invisible hasta ahora
Aunque los datos ofrecidos por el Ministerio del Interior revelan que las denuncias por agresiones y abusos sexuales en general se mantienen en alza sostenida desde 2015, no podemos saber cuántas de ellas son grupales.
“No podemos afirmar que hay más casos actualmente, pero sí que se ha puesto el foco mediático en ellos. Ahora salen muchos en la prensa y puede haber una percepción pública de mayor frecuencia, pero no tenemos datos para afirmarlo”, explica Andrea Giménez-Salinas, criminóloga coordinadora del informe y presidenta de la Fundación para la Investigación Aplicada en Delincuencia y Seguridad. “El aumento o la disminución de casos solo podríamos apreciarlo si existieran encuestas de victimización regulares que permitieran saberlo”, explica la experta, que insiste en que la violencia sexual es uno de los delitos en los que más casos ocultos hay debido a la infradenuncia.
En todo caso, la exposición mediática de las agresiones en grupo es clara. Así lo demuestra el proyecto Geoviolencia Sexual, del colectivo Feminicidio.net, un mapeo de casos recogidos por los medios de comunicación desde 2016. Entonces, se conocieron públicamente 15 casos para pasar a 14 en 2017. Un año después, en 2018, el caso de 'la manada' de los Sanfermines tuvo una gran presencia mediática: el juicio había empezado a finales del año anterior y en abril, la Audiencia Provincial de Navarra dictó la polémica sentencia, confirmada por el Tribunal Superior de Justicia, que condena a los cinco hombres por abuso sexual. Ese año, Geoviolencia aglutinó 54 casos.
La catedrática de Derecho Penal en la Universidad de Cádiz (UCA) María Acale pide prudencia y apunta a que la ausencia de datos y estudios en profundidad dificulta la asunción de conclusiones. En lo que sí coincide con Giménez-Salinas es en que hemos empezado a hablar de un tipo de violencia invisible hasta ahora social y mediáticamente. “Son casos que ocurren y que han ocurrido siempre, pero ahora focalizamos en ellos. Sobre el número de denuncias, por un lado se está rompiendo el silencio en general sobre la violencia sexual, pero por otro lado la revicitimización que sufrió la joven de 'la manada' puede contribuir a que las mujeres denuncien menos”, argumenta.
El Código Penal, por su parte, recoge las agresiones múltiples como una circunstancia que agrava la pena cuando los hechos se cometen por la actuación conjunta de dos o más personas. Acale, sin embargo, apuesta por regular las violaciones en grupo como delitos autónomos, tal y como contempla la ley contra la violencia sexual de Unidos Podemos y que fue uno de los pactos a los que llegó la formación con el Gobierno de cara a los Presupuestos Generales del Estado. Por su parte, el Partido Popular ha propuesto que la violación colectiva sea siempre agresión sexual y no abuso –el Código Penal diferencia una y otro en función de si se ha empleado violencia o intimidación“.
El reto mediático
Sobre las causas estructurales de las agresiones en grupo, el portal Geoviolencia Sexual concluye, a raíz de los datos y las noticias recogidas, que no se trata de casos aislados, sino que “forman parte de la cultura de la violación. Este tipo de agresiones intentan reforzar el control social y limitar la libertad de movimiento de las mujeres”. A partir de ahí, no obstante, se erigen algunas cuestiones desde el punto de vista mediático: ¿Hay que informar de ellas de forma automática? ¿Por qué las múltiples sí y no otras?
En este sentido, la directora de la Agencia Comunicación y Género, Isabel Mastrodoménico, apunta al riesgo de “insensibilizar a la ciudadanía con la sobresaturación de información” y de “invisibilizar otros tipos de agresiones”. No se trata, prosigue, de no visibilizar lo que ocurre y las violencias que sufren las mujeres, sino de “elegir muy bien qué se cuenta y de qué manera. Con el periodismo digital estamos viendo que existe una competencia evidente por la audiencia y el click cuanto más rápido mejor. Es necesario pararse y pensar: ¿Hay que sacarlo ya? ¿No merece una investigación? ¿Estamos concienciando a la gente o estamos creando una capa impermeable?”.