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Cinco claves para entender lo que Trump piensa de Irán

“Nuestro presidente irá a la guerra con Irán porque no tiene absolutamente ninguna habilidad para negociar, es débil y es incapaz. Así que cree que su única opción de ser reelegido es ir a la guerra con Irán”. La frase, qué cosas, es de Donald Trump. La pronunció en 2011 cuando Obama era presidente y él era solo un millonario que salía en un reality y tenía un vídeo blog. Ahora que los dos países se acercan peligrosamente al fuego, conviene recordar cuál es la verdadera opinión del presidente de EEUU sobre Irán y cómo ha evolucionado.

Trump no quiere una guerra

Lo primero que hay que entender en todo esto es que a Trump le importa bastante poco lo que pasa fuera de EEUU y menos todavía lo que sucede en Oriente Próximo. El argumento central con el que ganó las elecciones fue “basta de gastar dinero en reconstruir otros países, reconstruyamos nuestro país”, una visión casi empresarial de la política exterior en la que la pregunta clave siempre es: ¿qué sacamos nosotros de esto? De una invasión de Irán, bastante poco.

Es lo que Trump ha defendido toda la vida, pero el desastre de la ocupación de Irak (“una de las peores decisiones de la historia”) le reforzó aún más en sus posiciones. Hace poco más de un año lo volvió a explicar claramente: “¿Quiere EEUU ser el policía de Oriente Medio cuando no recibe NADA a cambio y gasta preciosas vidas y miles de millones en proteger a otros países que, en casi todos los casos, no aprecian lo que hacemos? Es el momento de que, finalmente, sean otros los que luchen”. A Trump Irán le queda lejos y se le hace caro. No le gusta el régimen de los ayatolás, pero el presidente no ha dado muestras de haber cambiado de criterio desde que anunció que EEUU debía “abandonar la política fallida de construir naciones y cambiar regímenes”.

Toda esta argumentación encaja bien con la explicación de Trump de que ordenó matar al general iraní Suleimani “para parar una guerra”. La versión oficial es que el fallecido preparaba algo tan gordo contra EEUU que si se llevaba a cabo obligaría a Trump a atacar. Existe el riesgo de que el presidente mida mal el intercambio de golpes con Irán y acabe provocando una guerra convencional, pero desde luego no es lo que busca. Cuando Irán derribó un dron estadounidense hace medio año, a Trump le presentaron un plan de represalia para bombardear diferentes infraestructuras militares iraníes. Él mismo ha contado que todo estaba listo para el ataque cuando, 10 minutos antes de la hora, preguntó a sus asesores cuántas víctimas habría y le respondieron que 150. A Trump no le pareció una respuesta «proporcionada» y canceló la operación.

Todo empezó contra Obama

El verdadero problema de Trump con Irán es Obama. El gran hito diplomático de su odiado antecesor fue alcanzar un acuerdo con la república islámica en 2015 por el que Teherán renunciaba a seguir buscando la bomba atómica y a cambio EEUU levantaba las sanciones económicas contra el país, provocando un boom en su economía. El plan, que firmaron también los aliados europeos además de China y Rusia, era complejo pero los inspectores internacionales estaban certificando cada tres meses que Irán cumplía a rajatabla su parte. Sin embargo, Trump prometió que lo abandonaría y así lo hizo en cuanto tuvo la primera oportunidad, ¿por qué?

Hay que entender que Trump ha construido su personalidad pública en EEUU durante décadas a base de fomentar su reputación como “maestro de la negociación”, “cerrador de acuerdos”, etc... Su bestseller se tituló El arte del trato y en su campaña siempre ha insistido en la idea de que los otros países “timaban” al Gobierno estadounidense, que no sabía negociar. En el caso del acuerdo nuclear iraní, la joya de la corona del legado diplomático de Obama, Trump dijo que era “terrible”, “desastroso” y “negociado desde la desesperación”. Abandonando el acuerdo, Trump le dio a Obama una bofetada en el rostro del gobierno de Irán

Trump quiere un “mejor” acuerdo con Irán

El plan original era romper el acuerdo nuclear con Irán para lograr uno nuevo con mejores condiciones y que Trump, finalmente, consiguiera mostrar a todos que era mejor negociador que Obama. Como parte de lo que se ha llamado una “estrategia de presión máxima” para que Irán volviera a la mesa de negociación, se retomaron las sanciones anteriores y se aplicaron nuevas. Sin embargo lo que consiguió la espantada estadounidense fue cabrear mucho a los ayatolás que, además de reactivar su programa nuclear, no han querido volver a hablar.

El problema de ese “acuerdo mejor” que quiere lograr Trump es que es muy difícil. El presidente cree que Obama fue poco ambicioso buscando solamente con que Irán renunciara a la bomba atómica. Lo que ahora exige EEUU a Irán oficialmente para levantar las sanciones es bastante más profundo: abandonar su apoyo a las diferentes milicias con las que tiene relación en la región, renunciar a los ciberataques, no meterse en la política de países como Irak, Yemen, Líbano, Siria o Afganistán, no enfrentarse a Israel ni a Arabia Saudí y nunca amenazar las vías comerciales del Golfo Pérsico. En definitiva, ya no se trata de que no se convierta en una potencia nuclear sino que renuncie a ser una potencia regional. Es poco probable que Irán, hoy por hoy, esté dispuesto a tanto.

Irán había sido un enemigo “barato”

Otra de las claves de por qué Trump ha podido ir escalando este conflicto con Irán es que hasta ahora le había salido bastante barato. Dentro de su visión empresarial de la diplomacia, la estrategia de “máxima presión” no ha tenido demasiadas consecuencias negativas. Cuando entraron en vigor las sanciones al petróleo iraní, muchos pronosticaron una escalada del precio del crudo muy dañina para EEUU que nunca llegó. Tampoco se produjo esa revuelta entre las empresas europeas para desafiar las sanciones y, aunque Irán ha reactivado su programa nuclear, de momento no hay resultados. Mientras tanto, el daño a la economía de Irán sí que ha sido muy real y ha provocado enormes protestas contra el gobierno.

En los últimos meses Irán ha intentado elevar el precio para EEUU: incidentes armados con buques en el estrecho de Ormuz, más inestabilidad en Irak, más apoyo para las milicias en Yemen... y todo indica que la inédita decisión de Trump de matar a uno de los líderes iraníes ha llegado justo cuando el régimen de Teherán se disponía a ir un paso más allá.

La importancia de Israel y Arabia Saudí

La última clave tiene que ver mucho con la primera. El desinterés de Trump en gastar recursos para actuar en Oriente Próximo le ha llevado a reforzar la relación de EEUU con sus principales aliados en la región: Israel y Arabia Saudí. Son precisamente los dos mayores enemigos de Irán y los grandes opositores al acuerdo nuclear de 2015. Trump entiende que ya que EEUU da enormes ayudas militares a estos dos países (la inversión) deben ser estos los que se ocupen militarmente de controlar la influencia iraní en la región (el beneficio).

Bien conocida es su sintonía total con Netanyahu, que coloca su foto junto a la de Trump en los carteles electorales, y sus buenas relaciones con el príncipe heredero y hombre fuerte saudí Mohamed Bin Salman, al que ha apoyado incluso cuando estuvo contra las cuerdas tras ordenar la muerte y descuartizamiento del opositor Jamal Khashoggi. Trump cree que la guerra con Irán, si llegara, no deberían lucharla soldados estadounidenses sino sus aliados israelíes y saudíes. Lo que no quiere decir que no pueda apoyarlos en la distancia sin poner en riesgo a sus militares, con otros elementos menos costosos a su servicio como bombardeos de precisión como el que provocó la muerte de Soleimani.

“Nuestro presidente irá a la guerra con Irán porque no tiene absolutamente ninguna habilidad para negociar, es débil y es incapaz. Así que cree que su única opción de ser reelegido es ir a la guerra con Irán”. La frase, qué cosas, es de Donald Trump. La pronunció en 2011 cuando Obama era presidente y él era solo un millonario que salía en un reality y tenía un vídeo blog. Ahora que los dos países se acercan peligrosamente al fuego, conviene recordar cuál es la verdadera opinión del presidente de EEUU sobre Irán y cómo ha evolucionado.

Trump no quiere una guerra