El pueblo más antiguo de Canarias está en Fuerteventura y es uno de los más bonitos de toda España

Betancuria, un pequeño pueblo situado en el corazón de la isla de Fuerteventura, se erige como un testimonio vivo de la historia y la cultura canaria. Fundado en el año 1404 por el conquistador Jean de Bethencourt, este enclave ha logrado mantener su esencia durante siglos, y es considerado el pueblo más antiguo de Canarias. Su importancia histórica y su singular belleza lo han convertido en un destino visitado por turistas y locales que buscan una conexión profunda con el pasado de las islas. A lo largo de sus calles empedradas y entre sus casas de arquitectura tradicional, los visitantes pueden sumergirse en una época remota que ha perdurado hasta nuestros días.

A pesar de su tamaño reducido, destaca por su relevancia dentro del contexto histórico y cultural de Fuerteventura. La villa fue fundada en un lugar estratégico, rodeada de montañas y paisajes naturales, lo que la protegió de las inclemencias del tiempo y de las incursiones de piratas a lo largo de los siglos. Durante años, Betancuria fue la capital de la isla, desempeñando un papel clave en la administración y la vida política de Fuerteventura. Hoy, ese pasado sigue estando presente en su estructura y en los monumentos que salpican su paisaje, reflejando el paso del tiempo con una mezcla de tradición y conservación.

El casco histórico se distingue por su trazado irregular y sus edificios blancos, que contrastan con el paisaje árido y montañoso que lo rodea. La población actual, que no supera los 800 habitantes, sigue manteniendo viva una tradición de hospitalidad que ha sido parte fundamental de su historia desde sus primeros años. Además, el municipio cuenta con una rica oferta cultural que incluye museos, centros de interpretación y eventos que celebran las tradiciones locales. Así, Betancuria no solo es un lugar de interés por su antigüedad, sino también por el esfuerzo constante de conservar y difundir su patrimonio a las generaciones futuras.

Una historia que perdura en el tiempo

Su origen se remonta a 1404, cuando Jean de Bethencourt, uno de los primeros conquistadores europeos en llegar a Canarias, decidió establecer un asentamiento en un valle protegido por montañas. La ubicación fue elegida no solo por razones estratégicas, sino también por la abundancia de agua y recursos naturales en la zona. Desde su fundación, Betancuria desempeñó un papel crucial en el desarrollo de la isla, siendo la capital administrativa y religiosa de Fuerteventura hasta principios del siglo XIX. Durante este período, el pueblo fue un centro de poder, comercio y cultura, atrayendo tanto a locales como a viajeros de otras islas y continentes.

A pesar de los numerosos desafíos que ha enfrentado a lo largo de los siglos, incluyendo incendios, piratería y terremotos, ha logrado preservar gran parte de su arquitectura original. La Iglesia de Santa María de Betancuria, construida en el siglo XV, es uno de los principales ejemplos de la arquitectura religiosa canaria y una de las estructuras más emblemáticas del pueblo. A lo largo de los años, esta iglesia ha sido restaurada y sigue siendo el corazón espiritual de la localidad. Otros edificios notables incluyen el Museo Arqueológico de Betancuria y la Casa Museo de los Pescadores, que ofrecen una visión profunda de la vida en la isla a lo largo de los siglos.

La historia de Betancuria no se limita a su fundación ni a sus primeros años. El pueblo fue testigo de los cambios sociales y económicos que marcaron la historia moderna de Fuerteventura. La decadencia de la industria agrícola y el abandono de la capitalidad en el siglo XIX fueron momentos cruciales en su evolución. Sin embargo, a pesar de estos desafíos, ha logrado mantenerse como un símbolo de la resistencia y la preservación cultural, lo que la ha convertido en un destino atractivo para aquellos interesados en la historia de Canarias.

Betancuria en el presente

Hoy en día, Betancuria sigue siendo un lugar en el que el tiempo parece detenerse. Aunque el turismo ha crecido en las últimas décadas, el pueblo ha sabido conservar su ambiente tranquilo y acogedor. Las calles empedradas, las casas blancas con ventanas de madera y los patios interiores invitan a los visitantes a descubrir un lugar que ha sido testigo de siglos de historia. El paso del tiempo se refleja no solo en la arquitectura, sino también en las costumbres y tradiciones que se mantienen vivas a través de la celebración de festividades locales, como la Fiesta de la Virgen de la Peña, que reúne a la comunidad cada año.

El paisaje que rodea Betancuria es otro de sus atractivos. Situado en el interior de la isla, el pueblo está rodeado por un entorno natural único, con montañas, valles y barrancos que ofrecen un contraste con la aridez de otras partes de Fuerteventura. El Parque Rural de Betancuria, que abarca una gran parte del territorio del municipio, es un espacio protegido que alberga una flora y fauna autóctonas de gran valor.

La sostenibilidad y la conservación del patrimonio han sido principios clave en el desarrollo del pueblo en las últimas décadas. La restauración de edificios históricos y la creación de espacios culturales que permiten a los visitantes comprender la historia del lugar han sido fundamentales para que el pueblo siga siendo un punto de referencia tanto para los turistas como para los residentes.

Si va a visitar espacios naturales, recuerda la importancia de respetar el entorno y sigue las guías y recomendaciones oficiales para no poner en peligro el lugar ni tu integridad física.