Lo que la fiscalidad del SMI esconde…
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El Gobierno de coalición ha decidido aumentar el Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hasta alcanzar el 60% del salario medio de la economía. Desde 2018 hasta 2025, el SMI habrá experimentado un incremento acumulado del 61%, pasando de 735,90 euros a 1.184 euros mensuales, lo que equivale a un aumento anual de 10.302,60 euros en 2018 a 16.576 euros en 2025.
La última subida ha supuesto un incremento de 50 euros mensuales, elevando el SMI de 1.134 euros a 1.184 euros, es decir, un aumento del 4,4%, que en términos anuales equivale a 700 euros adicionales. Sin embargo, a diferencia de aumentos anteriores, esta subida no ha venido acompañada de una modificación en el IRPF, lo que implica que los perceptores del SMI tendrán que tributar una parte de este incremento.
En mi opinión, que un salario que ha aumentado un 61% en pocos años comience a tributar no es, en sí mismo, sorprendente. Lo realmente llamativo es que, de los 700 euros de subida, 340 euros deban ir a Hacienda, lo que representa un tipo marginal del 48,6%.
¿Cómo es posible que un perceptor del SMI se enfrente a un tipo marginal del 48,6%, superior al 47% aplicado a quienes ganan más de 300.000 euros anuales?
Este hecho pone en evidencia una ineficiencia en el diseño del IRPF que la subida del SMI ha dejado al descubierto. Esta ineficiencia lleva con nosotros mucho tiempo.
Para ilustrarlo de manera clara, tomemos el caso de un contribuyente sin hijos ni discapacidades. Si consideramos el salario neto tras las cotizaciones sociales, dado que estas contribuciones a la Seguridad Social generan derechos a pensiones futuras, el SMI de 2025 neto de cotizaciones asciende a 15.504 euros anuales.
Todos los contribuyentes tienen derecho a un Mínimo Personal y Familiar, que representa la parte de la renta destinada a satisfacer necesidades básicas y que, por lo tanto, no tributa en el IRPF. Para un contribuyente sin cargas familiares, este mínimo asciende a 5.550 euros. Además, existe una reducción fija de 2.000 euros aplicable a los rendimientos del trabajo. En total, los primeros 7.550 euros de ingresos no tributan, esta cantidad sería el llamado “mínimo exento”.
Sin embargo, en 2024 los perceptores del SMI tampoco tributaban pese a superar este umbral. ¿Por qué? La clave está en la Reducción por Obtención de Rendimientos del Trabajo (RRT), que funciona de la siguiente manera:
Esta RRT se aplica a todos contribuyentes con rendimientos netos del trabajo inferiores a 19.747,5 euros (siempre que no tengan rentas, excluidas las exentas, distintas de las del trabajo superiores a 6.500 euros). En concreto, esta RRT minora el rendimiento neto del trabajo en las siguientes cuantías:
—Contribuyentes con rendimientos netos del trabajo iguales o inferiores a 14.852 euros: 7.302 euros anuales.
—Contribuyentes con rendimientos netos del trabajo superiores a 14.852 euros, pero iguales o inferiores a 17.673,52 euros: 7.302 euros menos el resultado de multiplicar por 1,75 la diferencia entre el rendimiento del trabajo y 14.852 euros anuales.
—Contribuyentes con rendimientos netos del trabajo comprendidos entre 17.673,52 y 19.747,5 euros: 2.364,34 euros menos el resultado de multiplicar por 1,14 la diferencia entre el rendimiento del trabajo y 17.673,52 euros anuales.
Es decir, para los contribuyentes con ingresos inferiores a 14.852 euros (o el SMI de 2014), la RRT es la máxima, es decir 7.302 euros y esto hace que los perceptores del SMI de 2014 no paguen nada. Con el nuevo SMI, la RRT se reduce y, por lo tanto, estos perceptores al no poder descontar toda la RRT, pues hay una parte del ingreso por la que tienen que tributar.
En concreto, el trabajador que percibe el nuevo SMI, por un lado, obtiene un aumento bruto de 700 euros, pero, por otro lado, como la RRT es más baja, tendrá que pagar 340 euros de IRPF (al final del artículo en pequeño apéndice técnico están explicados los cálculos de forma detallada). Esto significa que sobre ese incremento se le aplica un tipo marginal del 48,6% más alto que el que afrontan los contribuyentes con mayores ingresos (cómo se puede ver en la siguiente figura). Si realizamos el mismo cálculo para distintos niveles de renta, obtenemos la distribución de los tipos marginales del IRPF, suponiendo que las Comunidades Autónomas replican el esquema estatal, dado que gestionan el 50% del impuesto. En la siguiente figura se puede observar lo absurdo de esta distribución, donde contribuyentes con menores ingresos soportan tipos marginales superiores a los de rentas más altas. El tipo marginal se define como el porcentaje de impuestos que se aplica a la última cantidad de ingresos obtenida. En un sistema progresivo como el IRPF, los ingresos se dividen en tramos y cada uno tributa a un porcentaje distinto. De esta manera, el tipo marginal indica cuánto se paga en impuestos por cada euro adicional ganado.
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¿Qué se puede hacer?
Una posible solución sería repetir la estrategia utilizada en el pasado: desplazar los umbrales de la Reducción por Obtención de Rendimientos del Trabajo (RRT) hacia la derecha, de modo que el umbral máximo para percibir el 100% de la reducción coincida con el nuevo SMI. Sin embargo, esta medida no solo beneficiaría a los perceptores del SMI, sino también a todos los trabajadores y pensionistas con ingresos laborales por debajo de un determinado umbral. Es fundamental recordar que, a efectos fiscales, las pensiones se consideran rendimientos del trabajo, ya que las cotizaciones sociales funcionan como un salario diferido: el trabajador gana menos hoy para recibir una pensión mayor en el futuro. No obstante, Hacienda, con razón, se opone a esta solución, ya que su impacto en la recaudación es cada vez mayor. Aplicar la misma estrategia que el año pasado supondría una pérdida de ingresos superior a 1.000 millones de euros, lo que explica su reticencia a continuar por este camino.
En mi opinión, la injusticia no radica en que el SMI empiece a tributar, sino en que lo haga con un tipo marginal del 48,6% en lugar de al tipo más bajo del IRPF, que es del 19%. Si tributara a este último, el trabajador pagaría a Hacienda 124 euros en lugar de los 340 euros que tendría que abonar si no se realiza ninguna corrección.
Lo razonable sería corregir esta anomalía, pero para ello sería necesario acometer una reforma integral del IRPF y eliminar la “joroba” fiscal que obliga a contribuyentes con rentas bajas a tributar con tipos marginales propios de rentas altas. Esta ineficiencia no es nueva, lleva en nuestro IRPF desde el año 2003. De hecho, en este post del blog nadaescratis.es ya criticaba al gobierno entonces, por no modificarla cuando quería introducir un complemento salarial, allá por 2018.
Entre otras medidas, esto implicaría ampliar el “mínimo exento” para todos los contribuyentes. Evidentemente, esto tendría un coste significativo, ya que reduciría la recaudación al rebajar la carga fiscal a todos los trabajadores. No obstante, una reforma de este tipo podría complementarse con la reducción de bonificaciones y exenciones fiscales, compensando así la caída en la recaudación. De hecho, aumentar el “mínimo exento” y revisar las exenciones fiscales es una recomendación recurrente de los expertos en fiscalidad desde hace décadas. Esta reforma ha sido postergada una y otra vez, pero ¿y si la subida del SMI no solo mejora la vida de los trabajadores, sino que también se convierte en el detonante conseguir un IRPF más justo y eficiente? En cualquier caso, es importante tener en cuenta, que la reforma fiscal de hacerse tiene que ser contracíclica, es decir, si va a dar como resultado una bajada de impuestos, esta debería hacerse cuando estemos en la parte baja del ciclo y no en la parte alta como estamos actualmente. No tiene ningún sentido bajar impuestos cuando la economía está en expansión.
Apéndice Técnico. Tal como están los umbrales de la RRT actualmente, un perceptor del SMI en 2024 obtenía el importe íntegro de la RRT, 7.302 euros, y no tributaba nada, pues la renta exenta sería: 5.550 + 2.000 + 7.302 = 14.852, que es algo más el SMI de 2024 neto de cotizaciones. Cabe señalar que en 2024 no lo ajustaron perfectamente porque no tuvieron en cuenta que el Mecanismo de Equidad Intergeneracional (MEI) a cargo del empleado pasó del 0,1% al 0,12%. Pero si no se modifican estos umbrales de la RRT, en 2025 el perceptor del SMI tendrá unos ingresos superiores a los de 2024 en 700 euros. Y claro tal como funciona la RRT, si ganas 700 euros más que el umbral que da derecho al 100% de la RRT, pues te reducen la RRT en 1.140 euros (651*1,75), tal como hemos explicado antes. Es decir, la RRT para un perceptor del SMI en 2025 asciende a 6.162 euros (7.302 – 1.140). Por lo tanto, ahora, tiene que tributar por el SMI neto de cotizaciones, 15.504 euros, de los cuales la parte exenta seria 13.712 (5.550 + 2.000 + 6.162) y tendría que tributar por 1.792 (15.504 – 13.712) al 19% con lo que al final debe pagar 340 euros más de IRPF.
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