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Estudiar matemáticas en la Sorbona, el sueño cumplido de Pedro Rivas

Pedro Rivas comenzó el grado en Matemáticas en la Universidad de Sevilla impulsado por el afán de “apuntar a lo más alto”. Con ese objetivo en mente, se propuso “vivir fuera y aprender de los mejores”. Tan claro lo tenía que desde el primer año se interesó por la oferta de movilidad internacional que ofrecía su facultad. Y así descubrió que la Hispalense disponía de dos plazas para estudiar Matemáticas en la Sorbona de París, una de las universidades más prestigiosas del planeta por la que han pasado más de 30 premios Nobel y seis medallas Field (la máxima distinción en matemáticas).

“Para mí, venir de la rama de ciencias y tener la posibilidad de estudiar matemáticas en una de las mejores universidades del mundo era algo que no podía dejar pasar”, cuenta este sevillano que dedicó el verano de primero a segundo a aprender francés para poder obtener el certificado que requería la beca Erasmus. Ahora que ya está plenamente asentado en la ciudad de la luz, donde lleva desde septiembre, Pedro Rivas siente que está viviendo “un sueño”.

Una parte importante de esa ensoñación tiene que ver con el lugar donde vive: la Ciudad Internacional Universitaria de París (CIUP). “Este campus residencial estudiantil, ubicado en el distrito 14 y diseñado para promover el intercambio cultural, cuenta con más de 40 casas rodeadas de jardines que albergan a estudiantes de todas las nacionalidades”, explica el joven de 20 años desde su habitación en la residencia de la Fundación Deutsch de la Meurthe. Un edificio que parece “sacado de Harry Potter”, a ojos de Pedro, y que encierra la magia de haber sido el primero en construirse en la CIUP y de haber acogido a intelectuales de la talla del escritor Jean-Paul Sartre.

Una ciudad y una universidad “de ensueño”

Pedro está convencido de que la CIUP es “uno de los mejores lugares para residir como estudiante en el mundo”. “Muchos países tienen sus propias casas dentro del campus, contamos con más de 50 opciones para practicar deportes, incluyendo una piscina cubierta, un gimnasio, varios campos de fútbol, pistas de tenis, vóley, esgrima, entre otros; además, hay un teatro, más de 13 estudios de música, diversas opciones de comida internacional y un comedor central con un menú completo por solo 3,30 euros”. En ese sentido, el sevillano apostilla que “el precio del alojamiento también es bastante asequible porque está subvencionado por el Gobierno francés”.

En nuestra tierra también tenemos mucho potencial, que podemos ser como ellos, que también nosotros podemos cambiar el mundo y que no hay nada distinto en las personas de un lugar u otro". "Soy de Sevilla y también puedo"

De la ciudad de París se queda con “la cantidad de facilidades” que ofrece a los estudiantes: “Hay infinidad de descuentos y beneficios; desde el transporte, a la comida e incluso la cultura”. Como la mayoría de los museos son de acceso gratuito, Pedro se pasea de vez en cuando por el Louvre o por el museo d'Orsay, ubicados cerca de la universidad.

Asimismo, instituciones como el Collège de France –una universidad abierta ubicada en frente de la Sorbona– ofrece cursos libres “con profesores de primer nivel mundial como Pierre-Louis Lions, quien ganó en 1994 de la medalla Field, considerada el equivalente al Nobel en matemáticas”, comenta Pedro desde la admiración: “Para mí era inimaginable compartir aula con un Field, pero aquí he podido hacerlo”.

Junto al escenario de película en el que reside, el universitario sevillano pone en valor la institución donde está cursando el tercer año. “La Sorbona cuenta con un increíble legado en ciencias exactas por la que han pasado una larga lista de grandes científicos como Marie Curie”, recuerda Pedro Rivas. Uno de los aspectos que más sorprendió al joven sevillano a su llegada a la universidad francesa fue “la cantidad de alumnos internacionales que cursan sus estudios aquí”, donde uno de cada cuatro estudiantes procede de un programa internacional.

Salir para volver mejor

“Mi experiencia aquí está siendo genial”, resume Pedro, quien destaca de estos meses haber “hecho amigos de muchas nacionalidades” y “conocido a personas verdaderamente excepcionales, con proyectos ambiciosos y un deseo genuino de aportar algo significativo a la sociedad”. Aunque al principio ese “nivel” que apreciaba en los demás le hacía sentirse “pequeño”, ahora lo percibe como “una oportunidad de expandir mis conocimientos, abrir mis posibilidades y de aprender de gente que son ejemplos a seguir”.

De hecho, Pedro confiesa que haber conocido hasta ahora tantas historias le ha servido para “expandir aún más mis horizontes, romper prejuicios y afianzar mi creencia de que en nuestra tierra también tenemos mucho potencial, que podemos ser como ellos, que también nosotros podemos cambiar el mundo y que no hay nada distinto en las personas de un lugar u otro”. “Soy de Sevilla y también puedo”, afirma con convencimiento.

Mientras Pedro habla de su estancia en París, transmite el entusiasmo que le está despertando la experiencia internacional. Aun así, “Sevilla está en mi corazón”, reconoce el universitario, que mantiene el propósito con el que se marchó de su ciudad natal hace cuatro meses: “Conocer mundo para poder volver a Sevilla y devolver este enorme favor”, demostrando que desde el sur de España “también podemos estar a la vanguardia”.

Por todo ello, concluye que “esta experiencia está siendo para mí mucho más que un cambio de residencia: es una mirada desde una perspectiva mucho más extensa a lo que está por venir”. Pedro siente que todo lo que lleva vivido este primer cuatrimestre “ha ampliado mis horizontes y me ha reafirmado en una idea que considero fundamental: las oportunidades están ahí esperando a ser aprovechadas”.

Sin olvidar que están ahí “como resultado del esfuerzo de personas e instituciones que confiaron en el progreso y en el desarrollo”, afronta los cinco meses que le quedan por delante como “una deuda” a saldar con su tierra, “con quienes me precedieron y con quienes vendrán detrás”. De ahí que recomiende a otros estudiantes vivir esta experiencia que califica de “reto personal” y describe como “una ventana de oportunidades”.

“Te ayuda a salir de la timidez, a romper tus propios miedos, a conocer a gente e historias que te motivan y te inspiran”, asevera este sevillano de 20 años que, por primera vez, está viviendo fuera de casa de modo independiente. Ahora que se prepara para volver a Sevilla a pasar unos días con la familia por las fiestas navideñas, se reconoce a sí mismo “algo cambiado”. “Siento que ahora soy mucho más abierto a todo, a conocer gente nueva, me noto más carismático”, confiesa. Cuando vuelva en verano tras concluir el Erasmus, espera “seguir siendo yo, pero algo mejor”.

Pedro Rivas comenzó el grado en Matemáticas en la Universidad de Sevilla impulsado por el afán de “apuntar a lo más alto”. Con ese objetivo en mente, se propuso “vivir fuera y aprender de los mejores”. Tan claro lo tenía que desde el primer año se interesó por la oferta de movilidad internacional que ofrecía su facultad. Y así descubrió que la Hispalense disponía de dos plazas para estudiar Matemáticas en la Sorbona de París, una de las universidades más prestigiosas del planeta por la que han pasado más de 30 premios Nobel y seis medallas Field (la máxima distinción en matemáticas).