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Linares, la ciudad española con más tasa de paro y el hartazgo de una comarca

Manifestación del 14 de septiembre en Linares

Ana Sola

¡Soluciones ya!. “Linares, la comarca, no se rinde”, “Jaén, levántate brava”. Estas son algunas de las frases que se incluían en el manifiesto leído, por el artista plástico Miguel Ángel Belinchón 'Belin' el 14 de septiembre en la plaza del Ayuntamiento de Linares ante más de 30.000 personas.

Linares, que en la actualidad tiene unos 58.000 habitantes y es la segunda ciudad más poblada de Jaén, cuenta con un historial reivindicativo. De hecho fue la ciudad de la provincia donde surgió el movimiento obrero en el siglo XIX, y con la crisis de la empresa automovilística Santana, sus calles vieron muchos días de movilizaciones, llegando a reunir en algunas de esas históricas manifestaciones a 80.000 personas.

Pero en este caso, la movilización no surge de un sindicato o una formación política, sino de una plataforma ciudadana que reunió el 14-S a miles de personas llegadas desde distintos puntos, incluso de fuera de España, bajo una sola bandera: la de Linares. Y con un solo objetivo: un futuro.

Un feo título

Manuel Gámez, cofundador de la plataforma, explica a eldiario.es/andalucia, cómo la noche del 19 de julio, tras tener lugar otra manifestación, organizada por CCOO, por el empleo y la defensa de los trabajadores de Aeropoxi, ya en suspensión de pagos, discutían un grupo de amigos, sin afinidad política, ni sindical, que no había habido la asistencia que esperaban. Aunque, en realidad, se movilizaron más de 3.500 personas soportando temperaturas de 40 grados.

Además, rumiaban los datos del estudio "Indicadores Urbanos de 2017" del Instituto Nacional de Estadística (INE), recién publicado y que daba a Linares el desagradable título de ser la ciudad española con más tasa de paro, un 44,5%.

De las críticas a la atonía y la mala situación de una comarca surgió un perfil de Facebook, llamado “Todos a una por Linares”. Se hizo viral y en una semana ya tenía 8.000 seguidores. Ahora, dos meses después, más de 26.000. En los comentarios todos pedían una movilización, y ese desahogo en las redes ha resultado ser la chispa que la gente necesitaba para decir basta ya “para dar un golpe en la mesa”.

Linares es algo más que el reflejo del hartazgo de una comarca y una provincia que no parece alcanzar nunca la convergencia con el resto del país, a pesar de las promesas, los planes y los anuncios inversores. Linares cuenta con una historia minera e industrial que ha muerto a la sombra de diferentes crisis.

Los años dorados de la minería

Que Linares es rica en minerales se sabe desde tiempo inmemorial. Ya se explotaban sus minas de plomo y plata cuando la ciudad ibera de Cástulo era capital de la Oretania, y el general cartaginés Aníbal se casó con la princesa íbera Himilce en un matrimonio de conveniencia.

Pero es en el siglo XIX y principios del XX cuando vive su esplendor y se convirtió en una ciudad próspera. Su población, que en el siglo XVI era de 1.500 vecinos, se multiplica, y el metal de sus minas cotiza en la bolsa de Londres. Francia, Alemania, Gran Bretaña y Bélgica abren delegaciones diplomáticas en una ciudad que se llena de casinos, tascas y clubes. Hasta ella llega el ferrocarril, se producen las primeras emisiones de radio, y cuenta con delegación del Banco de España y Caja de Ahorros propia, hospital y asilo.

En 1875 obtiene el título de ciudad otorgado por Alfonso XII, las clases altas construyen edificios modernistas, incluso en 1873 el rey Amadeo I otorga el título de nuevo cuño de marqués de Linares a José de Murga y Reolid, uno de los hombres más ricos del siglo XIX en España, por los servicios prestados.

Con la creciente presencia de población inglesa se abre el cementerio inglés, el primer camposanto protestante de Andalucía, donde reposan personalidades de la historia industrial de la ciudad. Sus minas, como la de La Tortilla, fueron uno de los máximos exponentes de los mayores avances en tecnología minera de la época del vapor.

En 1870, el número de concesiones productivas se elevaba a 270 y en 1873 el número de obreros dedicados a la minería superaba los 10.300 trabajadores. También, surge el movimiento obrero entre los mineros y sus barrios de la periferia.

Las últimas minas se cerraron en la comarca en los años ochenta del siglo XX, pero la decadencia había llegado a mediados del siglo. Los bajos precios a nivel mundial, otros yacimientos y el bajo nivel técnico de las explotaciones la llevan a su desaparición.

Santana Motor

En esa época, mediados del siglo XX, ya estaba en funcionamiento una empresa que ha sido el motor de la comarca durante más 50 años: Santana. Nació al amparo del Plan Jaén, que el régimen franquista aprobó en 1953 para industrializar la provincia. Fundada el 24 de febrero de 1955, con una plantilla de cinco trabajadores, la inicialmente denominada Metalúrgica Santa Ana, que era como se llamaban los terrenos donde se instaló, comenzó a fabricar piezas de tractor y cosechadoras.

Los primeros todoterrenos se empiezan a vender en 1959 con el nombre de Land Rover Santana. En los siguientes años comienzan a exportar a Colombia, Marruecos, Irán y Costa Rica y se expande hasta alcanzar 4.679 empleados en 1981. Diez años después y tras la llegada de los japoneses, que a mediados de los ochenta compran el 49% del capital social, la factoría linarense comienza a tener pérdidas.

La crisis del sector del automóvil se cebó de forma especial en esta factoría, que evitó su cierre en 1994 gracias a la mediación de la Junta de Andalucía. Y ante la presión no solo de los trabajadores y sus familias, sino de los ciudadanos de toda la comarca, dirigentes sindicales y políticos.

Los meses de febrero y marzo de 1994 fueron especialmente duros. Se sucedieron manifestaciones, en ocasiones casi diarias, cortes de autovía y de las entradas a la ciudad incluso con ruedas de coche ardiendo. En uno de los cortes en las vías férreas se produjo una carga policial en la que un trabajador perdió un ojo y las imágenes recorrieron los medios internacionales, llegando a abrir el informativo matinal de la televisión pública japonesa.

Marchas a pie a Madrid y a Sevilla, el incendio a causa de un cóctel molotov de la delegación de Hacienda, y la lucha de las mujeres de los santaneros, los estudiantes de EGB, los comerciantes todos a una... consiguen la permanencia de una industria que llevaba además aparejada decenas de empresas auxiliares.

Finalmente, tras una reducción de un 60 por ciento de la plantilla, en marzo de 1995, la Junta, a través del IFA (Instituto de Fomento de Andalucía) asumen la mayoría del accionariado de Santana (83,74 %) al precio simbólico de una peseta. Y aunque al año siguiente el ejercicio se cierra con la facturación más alta de su historia, en 1999 vuelven las pérdidas, las manifestaciones, los expedientes de regulación de empleo y un rumor continuo de que se cierra.

Plan Linares Futuro

Finalmente, el 14 de febrero de 2011 la Junta aprueba con los sindicatos CCOO y UGT el Plan Linares Futuro. Se proponía como alternativa al cierre de la factoría, único fabricante de coches con capital netamente español, que desaparecía tras 55 años de historia, y con ella los 1.341 trabajadores con los que contaba en ese momento su parque de proveedores.

Tres días después se escenificó el cierre y los entonces consejeros andaluces de Economía, Innovación y Ciencia, Antonio Ávila; de Empleo, Manuel Recio, y de Hacienda y Administración Pública, Carmen Martínez Aguayo, junto a los secretarios generales de UGT-A, Manuel Pastrana, y CCOO-A, Francisco Carbonero, presentaban el plan ante un abarrotado salón de plenos del Ayuntamiento de Linares, como un gran acuerdo. Incluía la prejubilación de 800 personas y, lo más importante, tenía previsto generar entre febrero y julio de 2011 más de cien puestos de trabajo y permitir el mantenimiento de otros doscientos. En la bolsa creada para esa recolocación había un centenar de extrabajadores. Apenas un 10 % encontró trabajo, y en algunos casos en condiciones pésimas.

Se anunció la implantación de manera progresiva de siete empresas relacionadas con los sectores de la comunicación, las tecnologías de seguridad, la creación de “software factory”, la fibra óptica, la maquinaria agrícola y los servicios de consultoría. Seis años después, ninguna está en funcionamiento, y otras de las que se instalaron como CAF Santana, se han ido. Mientras, la ciudad se desangra con una tasa de paro juvenil del 50 % .

Con poco término municipal, Linares no puede depender de la agricultura y va tirando del sector servicios, del comercio, de las pensiones de los jubilados. Muchos de sus jóvenes se marchan a Londres, Francia, Alemania, Singapur, o cualquier otro punto de España.

El clamor de una comarca

Algunos de esos jóvenes, buscaron la forma para estar presentes en Linares el 14 de septiembre y salir a la calle pidiendo un futuro para la comarca, la provincia. Más de 35.000 personas recorrieron la ciudad bajo una sola bandera: la de Linares, con gritos de “Linares en lucha”, “Susana alerta, Linares despierta”, o “Rajoy escucha, Linares en lucha”. Algunos llevaban carteles con los nombres, la edad y el lugar a donde han tenido que emigrar sus hijos: Madrid, Londres o Granada.

Finalmente, en el manifiesto no solo hubo arengas, sobre todo se hicieron peticiones. Un plan especial preferente para la ciudad y su comarca, que los activos del Parque Empresarial de Santana sean traspasados de la Junta al Ayuntamiento para que se les pueda sacar fruto. Piden al Gobierno central el corredor central, y el puerto seco después de 15 años de promesas, así como el Centro de Infraestructuras Críticas, que también prometieron. Un ramal que enlace con el AVE, una infraestructura que se supone iba a llegar a la provincia hace más de una década. Piden que se termine la autovía con Albacete (la A-32), o que se aprovechen las infraestructuras del ferrocarril Linares-Baeza que desde 1992 no ha dejado de perder trenes.

Es la llamada de socorro, el hartazgo, no solo de una ciudad obrera, industrial, sino de una comarca que la ha proveído de trabajadores durante años, y de una provincia, que solo deja de encabezar las listas del desempleo cuando recoge la aceituna.

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