Javier Díez, investigador: “En algunas regiones de Europa, incluida España, la temperatura está aumentando más rápido de lo previsto”
El grupo 'Clima y Ciencia de Datos' lleva más de 15 años analizando cantidades ingentes de información para hacer proyecciones del clima. El último mérito del Instituto de Física de Cantabria (IFCA-CSIC), un centro público de investigación que trabaja en algunos de los proyectos internacionales más prestigiosos, ha sido su contribución en el Atlas Interactivo del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). Creado en 1988 “para que facilitara evaluaciones integrales del estado de los conocimientos científicos, técnicos y socioeconómicos sobre el cambio climático, sus causas, posibles repercusiones y estrategias de respuesta”, el IPCC ha realizado seis informes que siguen lanzando soluciones y advertencias, aunque ese aullido a veces quede atascado entre la burocracia y los intereses geopolíticos.
El panel de expertos ha propiciado el Atlas, una herramienta que permite hacer proyecciones del clima, y en el que el instituto cántabro ha participado activamente. La labor de Javier Díez Sierra, -uno de los investigadores del grupo y que este miércoles impartirá la conferencia 'El presente: ¿cómo nos afecta la crisis climática?' en el Centro Cívico Tabacalera de Santander a partir de las 19.00 horas-, ha estado relacionada con el aprovisionamiento, estandarización y control de calidad de proyecciones de cambio climático regionales. Díez, que ha participado en numerosos proyectos relacionados con el tratamiento y análisis de proyecciones climáticas y dispone de numerosas publicaciones en revistas internacionales de impacto, actualmente está contratado en el proyecto del Atlas Interactivo de Copernicus, que tiene como objetivo extender los resultados del Atlas Interactivo del sexto informe del IPCC.
En esta entrevista, el científico habla de las consecuencias del cambio climático y del impacto en las diferentes regiones del planeta. Pero también de la incertidumbre que implica entrar en terreno desconocido. “Estamos en el Antropoceno”, anuncia, como si la sola pronunciación del concepto que hace referencia a la huella en el clima por parte del ser humano definiera todo lo demás. Cantabria no se libra de esa alteración: más fenómenos extremos y una “mediterranización” en comarcas como Campoo o Liébana. Certezas e incertidumbres se mezclan en torno a un tema que no tiene vuelta atrás. “Los efectos del calentamiento global tienen y van a tener un efecto, aunque redujéramos las emisiones a cero mañana mismo”, dice.
La primera pregunta es obligada para un grupo que hace proyecciones del clima. ¿Se puede predecir el clima?
Sí, pero antes hay que explicar algunos aspectos claves sobre las proyecciones de cambio climático. Los modelos climáticos que utilizamos son los mismos que se utilizan para la predicción meteorológica, que son a tres o siete días vista. En nuestro caso, sin embargo, incluyen muchos más componentes, como el modelo oceánico, de hielo marino o el de cobertura vegetal, mientras que la mayor fuente de incertidumbre en la predicción a corto plazo proviene de las condiciones iniciales de la atmósfera con las que alimentamos a nuestro modelo, como son la presión, la radiación o la humedad. En las proyecciones de cambio climático, son los Caminos Socioeconómicos Compartidos (SSPs), que son un conjunto de escenarios de referencia que describen diferentes futuros posibles en términos de desarrollo socioeconómico y demográfico. En resumen, los modelos climáticos son capaces de predecir el clima para cada uno de estos escenarios, pero depende de nosotros como sociedad decidir en cuál de estos escenarios nos encontraremos en el futuro.
La sociedad está cada vez más concienciada con la importancia de reducir el calentamiento global, y eso se traduce en una presión para los gobiernos
Los elementos que intervienen en el clima (atmósfera, océanos, superficie terrestre) son muchos. ¿Hay algunos componentes más vulnerables?
Todos y cada uno de ellos son vulnerables. Desde el periodo preindustrial (1850), es decir, en menos de dos siglos, hemos duplicado la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, los océanos se están acidificando como consecuencia de la absorción del dióxido de carbono y la superficie vegetal se ha reducido drásticamente por efecto de la urbanización y deforestación. El efecto de la actividad humana es perceptible a escala planetaria: estamos en el Antropoceno.
Al depender el clima del equilibrio entre los diferentes elementos, ¿existe el riesgo de los efectos en cascada?
Sí, claro. El cambio climático se produce como consecuencia del efecto invernadero, lo que hace que las temperaturas hayan aumentado y vayan a aumentar en todas las partes del planeta. La temperatura, a su vez, afecta a los patrones sinópticos [de larga escala] atmosféricos y a la cantidad de humedad en la atmósfera; esto, a su vez, afecta a los regímenes de precipitación. Es un ejemplo sencillo, pero existen otros más complejos. La atmósfera y el clima únicamente se pueden explicar utilizando modelos complejos no lineales. La interacción entre los diferentes elementos es fundamental.
El Atlas Interactivo ha recurrido a más de 100 terabytes de información, por lo que ha incorporado predicciones de cientos de lugares. ¿En qué posición queda España?
El Atlas, en realidad, proporciona proyecciones de cambio climático hasta finales del siglo XXI para todos los lugares del planeta con una resolución de 100 kilómetros, aunque para las zonas continentales la resolución es de 50 kilómetros y 25 kilómetros para el dominio europeo. Esto quiere decir que en España o Cantabria dispondremos de un dato cada 25 kilómetros. Esta resolución espacial no es suficiente para evaluar los efectos del cambio a nivel local, pero sí a nivel nacional. La temperatura del aire en España está aumentando por encima de la media global y, de hecho, la región mediterránea es un punto caliente, ya que se espera una reducción significativa de la precipitación.
¿Y qué se espera para Cantabria?
A nivel nacional, el grupo de trabajo Escenarios-PNACC, en el que participan la Oficina Española de Cambio Climático (OECC), AEMET y el CSIC, coordina las actividades para llevar los resultados globales a nivel local. En 2008, el Gobierno de Cantabria financió un proyecto para analizar y regionalizar el cambio climático a nivel de Cantabria, y esa es la última información específica de la que se dispone. Entonces ya se ponía de manifiesto las dinámicas locales altamente influenciadas por la costa y la orografía, además de la progresiva mediterraneización de zonas como Liébana y Campoo.
¿Se están cumpliendo las predicciones? Parece que el aumento de las temperaturas es más rápido de lo anunciado…
Las predicciones se están cumpliendo a nivel global, aunque algunos elementos pueden ser fuente de incertidumbre a nivel regional. Por ejemplo, en algunas regiones de Europa, incluida España, la temperatura está aumentando más rápido de lo previsto probablemente como consecuencia de la reducción de los aerosoles en las últimas décadas.
De las cuatro propuestas del IPCC para mitigar el cambio climático (energía solar, energía eólica, protección de ecosistemas y la captura de carbono en suelos agrícolas), ¿cuáles están siendo más efectivas?
No soy experto en ese tema, pero eso dependerá de cada región. Si no me equivoco, las renovables representan más del 40% de capacidad instalada en España. Tenemos suerte, ya que disponemos de energía eólica y solar en abundancia.
¿Se manejan, desde la ciencia, soluciones más allá de los datos? Me refiero a si se proponen demandas de los movimientos sociales como decrecimiento económico, reducción del consumo o desacoplamiento entre PIB y emisiones, por ejemplo.
Claro, son precisamente estos movimientos sociales o “caminos socioeconómicos”, como nosotros los llamamos, los que fuerzan nuestros modelos climáticos hacia un lado o hacia otro. En concreto, ahora mismo se están valorando cinco escenarios, desde uno basado en un “mundo sostenible”, con bajas emisiones de gases de efecto invernadero y centrado en un desarrollo sostenible, con un rápido avance tecnológico y una mayor igualdad social, a otro “desigual”, donde las emisiones continúan aumentando rápidamente, el desarrollo económico es alto y hay poca preocupación por la sostenibilidad y la adaptación al cambio climático es limitada.
El Acuerdo de París, de 2016, pedía limitar la subida de temperatura a 2 grados, aunque imploraba esfuerzos para no superar en 1,5 grados respecto a la era preindustrial. Pero esta última cifra la hemos sobrepasado este verano. ¿Qué podemos esperar ahora?
Todos estos valores se basan en el aumento de la temperatura superficial del aire a escala global desde la era preindustrial. A día de hoy hemos aumentado alrededor de 1,2 grados de media en todo el planeta, pero hay que tener en cuenta que el calentamiento no se mide teniendo en cuenta un año aislado, sino la media de un período climático de 20 años, que no está tan condicionado por la variabilidad natural interanual; es decir, el calentamiento global marca una tendencia robusta de cómo está variando nuestro clima. Seguirá habiendo años fríos, pero cada vez serán menos intensos y menos frecuentes. Por otra parte, este aumento es heterogéneo y las zonas continentales se calientan más que las oceánicas, y a su vez las regiones polares mucho más. Lo que va a suceder dependerá de cómo nos comportamos y cuál de las anteriores rutas que mencionamos sigamos en las próximas décadas.
El borrador del informe final de la COP 28 habla de reducir los combustibles fósiles, no eliminarlos, al tiempo que pretende desarrollar sistemas de captura de emisiones. ¿Es realista?
Sería realista si realmente hubiera un esfuerzo global para reducir el uso de combustibles fósiles de manera drástica. Algunos países sí que están avanzando mucho en ese sentido, pero lamentablemente los países más contaminantes no. Lo que sí que me parece importante destacar es que en las últimas décadas ha existido un gran avance en materia de concienciación; la sociedad está cada vez más concienciada con la importancia de reducir el calentamiento global, y eso, poco a poco, se traduce en una presión para los gobiernos para tomar medidas.
No hay vuelta atrás. Los efectos del calentamiento global tienen y van a tener un efecto aunque redujéramos las emisiones a cero mañana mismo. La atmósfera y los diferentes componentes que afectan al clima tienen una inercia muy grande que se va a sostener
Aunque en el IPCC hay grupos dedicados tanto a la mitigación como a la adaptación al cambio climático, da la sensación de que hemos dado por hecho lo primero y estamos inmersos en tratar de adaptarnos a lo que viene… ¿Hay algún tipo de vuelta atrás?
No, no hay vuelta atrás. Los efectos del calentamiento global tienen y van a tener un efecto aunque redujéramos las emisiones a cero mañana mismo. La atmósfera y los diferentes componentes que afectan al clima tienen una inercia muy grande que se va a sostener durante siglos o miles de años. Por ejemplo, tendría que pasar muchísimo tiempo a escala geológica para poder recuperar los niveles de hielo o nivel del mar que existían en el periodo preindustrial. Sin embargo, todavía estamos a tiempo de limitar el calentamiento global para que no supere los dos grados.
Lluvias torrenciales en el Mediterráneo, sequía pertinaz en Cataluña, olas de calor en Andalucía, Filomena en Madrid... ¿Cómo se están manifestando los fenómenos extremos en Cantabria?
Los eventos extremos son precisamente extremos porque son poco frecuentes. Esto hace que sean más difíciles de caracterizar o predecir. El calentamiento global tiene un efecto directo en algunos de ellos, como por ejemplo las olas de calor o sequías, que serán más intensas y duraderas, pero otros eventos extremos como las lluvias torrenciales, aunque sepamos que van a aumentar a nivel global (más calor, más humedad y más capacidad de llover) es difícil determinar cómo van a verse afectados a nivel local. Para ello se están llevando a cabo diversas iniciativas de atribución que tratan de estimar en qué medida ha afectado el cambio climático a distintos eventos extremos que se van sucediendo con consecuencias socioeconómicas cada vez más graves.
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