Las dos fantasías de Feijóo sobre la riada, Ribera y Bruselas
El sábado 2 de noviembre, cuatro días después de la tragedia de Valencia, Carlos Mazón anuncia lo que él piensa que es una idea genial. Frente a los que piden que el Gobierno de Pedro Sánchez asuma el control de la emergencia, incluido el Partido Popular, el presidente valenciano presenta la creación de cinco comités para gestionar la crisis causada por la DANA. Todos ellos serían presididos por consejeros de su Gobierno y tendrían a sus órdenes a siete ministros: Puente, Díaz, García, Marlaska, Bustinduy, Cuerpo y Rodríguez.
En esa lista, no aparece por ningún lado Teresa Ribera, vicepresidenta y ministra para la Transición Ecológica. No sorprenderá a nadie. En esa primera semana después de la catástrofe, el PP prácticamente no presta atención a Ribera. Las críticas están centradas en Sánchez. De repente, en la tormenta de ideas surgida en el partido para encontrar a un culpable que no sea Mazón, alguien recuerda que la vicepresidenta debe someterse a una votación en Bruselas, al igual que el resto de los futuros comisarios de la Comisión Europea.
Ribera pasa a convertirse en la enemiga pública número uno del PP. La consigna está clara. Mientras dirigentes del partido cuentan de forma anónima a algunos medios que Mazón está más muerto que vivo, en público el mensaje es diferente. Hay que centrar los ataques en Ribera para que se hable lo menos posible del presidente valenciano.
De esos cinco comités de crisis de Mazón con siete ministros nunca más se supo nada. No se convocó ninguna reunión ni los ministros mencionados se molestaron en preguntar por ellos. Como idea, no era necesaria, aunque era mucho mejor que haber pasado tres horas con una periodista el día 29 de octubre para ofrecerle el cargo de presidenta de la radiotelevisión autonómica.
A pesar del riesgo de que podían tumbar todo el Gobierno de Ursula Von der Leyen, el PP consigue hace una semana congelar el proceso de confirmación de los comisarios en el Parlamento Europeo. Génova comunica a los periodistas que es muy optimista sobre sus opciones de poner fin a la carrera europea de Ribera antes de que empiece. El PP europeo no puede boicotear a Von der Leyen, pero aprovecha la oportunidad para que los socialdemócratas tengan que tragarse los nombres de dos ultraderechistas, el italiano Raffaele Fitto y el húngaro Olivér Várhelyi.
Este miércoles fue el día en que confluían los dos movimientos. Teresa Ribera comparecía en el Congreso y en Bruselas tenía que definirse la situación en favor o en contra de la vicepresidenta. Incluso se decía que todo dependía de la actuación de Ribera en sede parlamentaria a la que de repente el PP había elegido como la encarnación de todos los errores, a pesar de que las decisiones más importantes las había tomado Carlos Mazón el 29 de octubre.
Ribera es responsable de dos organismos públicos que tuvieron una actuación destacada en la crisis, la AEMET y la Confederación Hidrográfica del Júcar. La parte más relevante de su discurso fue cuando detalló la información que se facilitó a la Generalitat, en especial en la tarde del día 29. La última versión del Gobierno valenciano es que la Confederación estuvo varias horas sin informar de nada al Cecopi, el comité de crisis. Ribera lo negó con una cronología detallada.
“Nunca hubo apagón informativo”, dijo. La Confederación actualiza cada cinco minutos en su página web la información recibida. Entre las 16.26 y las 20.12, envía nueve mensajes por email para avisar de los elevados registros de precipitaciones sobre la rambla del Poyo, sobre la que se terminará volcando el exceso de caudal de los ríos. Siete de ellos se producen entre las 16.26 y las 18.43, el momento en que la Generalitat alega que estaba funcionando a ciegas.
Es curiosamente el momento en que Mazón está en la comida con una periodista en un restaurante con mala cobertura y cuando la consellera Salomé Pradas sale varias veces de la reunión del Cecopi, iniciada a las 17.00, para intentar contactar con su presidente.
Hay otros avisos relacionados con los pantanos. A las 16.55 la Confederación comunica que se prevén caudales de más de mil metros cúbicos por segundo en el río Magro para impedir que la presa se desborde. Poco más de media hora después, la Generalitat emite una alerta hidrológica que advierte del riesgo de desbordamiento de los ríos. A las 17.52, la Confederación advierte de que está en un escenario 1 en relación a la presa de Forata. La situación se agrava y a las 18.05 pasa a escenario 2 por existir el peligro de rotura o avería grave de la presa.
Ribera afirma que el presidente de la Confederación traslada esta información a la reunión del Cecopi, a la que asiste por videoconferencia. Parece bastante lógico que lo haga, porque es su función y es imposible pensar en qué saldrá ganando si oculta la información. Las entradas de agua al embalse se encuentran en niveles de 2.000 litros por segundo, el doble del máximo de seguridad.
Ester Muñoz fue la diputada del PP elegida para atizar a Ribera. No se atrevió a mencionar en ningún momento a Mazón en el primer discurso. Es como si el presidente valenciano no hubiera tomado ninguna decisión relevante ese día. Al igual que había hecho antes Feijóo, afirmó en la segunda intervención que “el señor Mazón no tenía que estar en el Cecopi” ante la rechifla socialista. Si eso es así, hay que preguntarse por qué Mazón acudió finalmente a esa reunión más de dos horas y media después de su comienzo. Es una excusa con la que salió Mazón varios días después.
Muñoz sólo quería hablar de Ribera. “Cuando el país la necesitaba, se escondió”, le acusó. Afirmó que una obra de ingeniería –de la que su Ministerio tiene las competencias– “hubiera evitado la riada”, una presunción muy discutible, dadas las enormes cifras de agua caída. “Esos siete emails (de la Confederación) no fueron sobre caudales, fueron sobre lluvia”.
La diputada sostuvo que el presidente de la Confederación “nunca dijo nada”. En ese caso, habría que saber por qué nadie le preguntó nada. Hubo muchas negligencias ese día, pero no tantas como para que nadie preguntara al responsable de la Confederación sobre las lluvias y caudales en las cuencas que controla.
Inevitablemente, al final aparecieron las amenazas. Ahí Muñoz estuvo algo confusa. Planteó la hipótesis de que si la culpa era de la Generalitat, la delegada del Gobierno, presente en la reunión del Cecopi, “podría haber avisado de que estaban poniendo en riesgo a la población, pero no lo hizo”. Es una hipótesis basada en las acusaciones contra Mazón, que se supone que el PP rechaza. Es suficiente para que Muñoz ya conozca el resultado jurídico: “Es un dolo eventual de manual. Le deseo mucha suerte defendiendo esto en los tribunales”.
Será que el PP también quiere que Ribera acabe en la cárcel. A partir de aquí, tendrán que entrar en acción otros, como alguna querella de Manos Limpias y algún juez adicto al estilo de Peinado que esté disponible. Candidatos no van a faltar.
En Bruselas, se cerró un acuerdo el miércoles entre conservadores, socialdemócratas y liberales para confirmar la ratificación de toda la Comisión propuesta por Von der Leyen, lo que incluye a Ribera. El escenario en el que la derecha europea iba a torpedear el Gobierno de coalición que dirige sólo para complacer a Feijóo era una pura fantasía.
Feijóo ha comunicado a los barones del PP que ya pueden desengañarse. No pueden librarse de Mazón, porque es uno de los suyos y tiene que intentar salir del agujero en el que se encuentra consiguiendo que la reconstrucción sea un éxito. Están condenados a convivir con él, como si fuera un cadáver que despide en estos momentos un olor no muy agradable.
“La gente no va a perdonar a Mazón, haga lo que haga”, ha dicho uno de los barones a El Mundo. Asumen que Vox se beneficiará de este desgaste en la Comunidad Valenciana. La imagen de gestión del PP en los gobiernos autonómicos, de la que tanto le gusta hablar a Feijóo, queda seriamente dañada. El partido necesitaba apedrear a Ribera, por mucho que sepan que es otra fantasía pensar que eso salvará al presidente valenciano.
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