Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
No hay tiempo para el pesimismo
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Media legislatura y ya tenemos una imagen clara de la forma de gobernar Cantabria del PP. Nada nuevo, por otra parte: privatizaciones en sanidad y otros sectores, una política de vivienda completamente inútil y orientada a favorecer los intereses de los promotores y rentistas, un modelo territorial que busca favorecer otra burbuja del ladrillo dando luz verde a la construcción de vivienda unifamiliar en suelo protegido, operaciones en favor de intereses privados y medios afines, como la compra exprés por 4,5 millones de euros del edificio del periódico Alerta, subvenciones a espectáculos taurinos “para acabar con la despoblación”, derogación de la Ley de Memoria, desmantelamiento progresivo del sistema sanitario público, especialmente en las zonas rurales, y un largo etcétera de políticas destinadas a favorecer intereses particulares frente al interés general y las necesidades de Cantabria.
El PP de María José Sáenz de Buruaga entiende las instituciones como un medio para favorecer a quienes solo buscan hacer negocio, lo público como un coste a minimizar y la autonomía como un mero altavoz desde el que sumarse a las ocurrencias de Feijóo y de la extrema derecha en su malograda batalla contra el Gobierno central. Así, utilizan incluso nuestro papel en las instituciones europeas para alimentar esa guerra política, llevando a Isabel Urrutia a Bruselas a leer con dificultad un papel, en lugar de velar por los intereses de los cántabros y cántabras.
Frente a esto, en Cantabria, encontramos un arco parlamentario completamente incapaz de plantear alternativas a este modelo, sumido en crisis internas y preparando el terreno, en el caso del PRC, a una posible vía de salvación siendo el socio y facilitador de las nefastas políticas del Partido Popular. Lo cierto es que en muchos sentidos, la situación no llama a ser optimista. Ni la correlación de fuerzas invita a ello, ni el anquilosado modelo de los principales partidos, ni el preocupante bajo nivel del debate político autonómico, dejan entrever la luz en al final del túnel en que estamos inmersos.
Sin embargo, quienes creemos en otra Cantabria, en otro modelo de sociedad y en la defensa del interés público, no tenemos tiempo de ser pesimistas. No podemos permitirnos perder energía en lamentar el rumbo de los acontecimientos. Tenemos la obligación moral de defender y transmitir al conjunto de la sociedad que es posible avanzar en otra dirección. Y tampoco tenemos tiempo para centrar el debate político en nuestros dimes y diretes, en cuestiones internas ni en cruces de acusaciones que nada tienen que ver con las preocupaciones reales de la gente de Cantabria.
El cantabrismo está planteando, en estos tiempos, la receta alternativa al modelo del PP. Centrado en presentar propuestas, en fiscalizar la actuación del Gobierno del PP, en atender los problemas reales y en contribuir a movilizar al conjunto de la sociedad
El cantabrismo está planteando, en estos tiempos, la receta alternativa al modelo del PP. Centrado en presentar propuestas, en fiscalizar la actuación del Gobierno del PP, en atender los problemas reales y en contribuir a movilizar al conjunto de la sociedad. Lo estamos demostrando con hechos, con una trayectoria que se define por el trabajo constante, el rigor y la autonomía en la toma de decisiones frente a los intereses y peleas políticas de los grandes partidos estatales y sus sucursales aquí. Lo hicimos planteando un modelo cántabro de transportes, presentando medidas para transformar el modelo turístico, lo hacemos llevando ante los tribunales al Ayuntamiento de Ribamontán al Mar y lo hicimos también saliendo a la calle con la determinación y valentía que otros, con más altavoz y más recursos, nunca tuvieron.
Lo saben quienes nos apoyan y, cada vez en mayor grado, lo saben nuestros detractores y adversarios políticos, que ya no pueden obviar el carácter emergente y la creciente fuerza social de Cantabristas en un escenario político al que nadie nos había invitado, y donde nadie nos esperaba.
Quienes creemos en otro modelo social y económico, creemos en lo público, en la defensa del medio ambiente, en la primacía del interés general de la sociedad cántabra frente a los intereses especulativos, en el derecho de todas y todos a acceder a una vivienda digna o en la necesidad de preservar nuestra cultura y patrimonio, hoy tenemos un proyecto político estable, confiable, valiente, transformador y capaz de plantear alternativas.
No tenemos, como muchas veces tuvimos antaño, la necesidad de votar a quien toque, de apoyar el enésimo proyecto aterrizado semanas antes de las elecciones y que esconde la cabeza al día siguiente. Tenemos al menos posibilidad de promover una alternativa desde aquí, para dar voz a las miles de personas que pensamos que Cantabria y quienes la habitamos merecemos mucho más que el desprecio y la desvergüenza del Partido Popular.
Estos casi dos años de Buruaga y los suyos en Peña Herbosa han significado un flujo constante de malas noticias. Algunas en línea de continuidad con el Gobierno anterior y otras de elaboración propia. Pese a todo, de las situaciones difíciles nace, y está naciendo, el coraje y la valentía para cambiar las cosas, y en los momentos complejos despierta la conciencia sobre la importancia que tiene, para las vidas de todos y todas, defender lo común, los derechos de todas las personas y el futuro de nuestra tierra.
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