El homenaje de la España vaciada a la tradición ganchera, un “precario” oficio nómada que data del siglo XVI

Fue el célebre escritor José Luis Sampedro quien inmortalizó el oficio ganchero en su obra cumbre, 'El río que nos lleva'. Las imágenes inmortalizadas con su pluma son las que han permitido que a día de hoy, las tradiciones ya desaparecidas en torno al río Tajo, y tantos otros en España, no se hayan olvidado.
Así lo explican desde la Asociación de Municipios Gancheros del Alto Tajo, que se preparan desde ya para celebrar su tradicional Fiesta Ganchera, en agosto, un evento que ha sido declarado como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Pero los múltiples pueblos unidos en torno a esta celebración no quieren que se limite a solo una fecha.
Por eso, este 5 de abril se reúnen para celebrar una tala de madera con la que obtendrán los palos que se emplearán en la tradicional fiesta ganchera del verano. “Creemos que lo mejor es que las actividades estén repartidas a lo largo del año, porque no tiene sentido que se limiten a agosto”, explica Nerea Moreno, que es parte de la Asociación de Municipios Gancheros. “Los pueblos tienen que estar vivos todo el año y los oficios tradicionales justamente es lo que nos hacen recordar”, explica.
Existe registro de la tradición ganchera, por lo menos, desde el siglo XVI. Se extendió hasta el siglo XX, cuando acabó por desaparecer. En parte por el transporte por carretera, y en parte por la construcción de los embalses. A mediados de los años 60 desapareció finalmente. Pero la imagen de estos esforzados hombres, que practicaban una peligrosa actividad en “lagunas de madera”, que llegaban desde las zonas de Levante y bajaban por el río Tajo hasta los lugares que demandasen la madera, sigue viva en los municipios que hoy se consideran gancheros.
Las distintas celebraciones vinculadas a este oficio tradicional tienen como objetivo que no se olvide. Es lo que ocurre en la 'Corta de madera' que se celebra este 5 de abril, los gancheros se reunirán en la plaza mayor de Peralejos de las Truchas y se plantarán pinos “al ritmo del acordeón”. El público está invitado a venir con trajes tradicionales. “Seas de donde seas, trae el tuyo”, es el consejo. Se celebrará también una comida popular, y habrá una demostración del oficio de tejero. En el evento se celebrará también un taller de jotas serranas.
“Efectivamente, se trata de recuperar viejos oficios, pero también de poner en valor lo que es el medio rural. El concepto de patrimonio es muy amplio. Toda la sociedad es realmente patrimonio, aunque parezca que lo que tenga que ver con lo etnográfico o con lo rural, es de carácter menor. Pero no es cierto. Es una manifestación diferente, pero tiene el un gran valor. Es distinto, claro, pero es cuestión de entenderlo”, reflexiona Moreno.

Jesús Sanz es parte también de esta 'Escuela de Gancheros' que se dedica a mantner viva la memoria de este oficio en la zona del Alto Tajo. “Es todo lo que pretendemos, que no se pierda este oficio como ya ocurrió durante varios años. Queremos rememorar lo que ocurría antiguamente y queríamos darle más visibilidad”, explica. Vecinos de la zona, o que su familia es del lugar, llevan cerca de treinta años en esta labor. “Lo que pretendemos es que se sigan manejando herramientas tradicionales, y también haremos una pequeña repoblación”, asevera.
Como tantas otras actividades, la que llaman 'la maderada' se debió detener durante la pandemia, pero es el único parón que ha vivido la iniciativa desde que comenzó, hace ya décadas. La zona del Alto Tajo, recuerda Sanz, no es estrictamente de donde venían los gancheros, cuyo origen es más bien de la zona de Valencia, localidades como Chelva, o de Priego en Cuenca. “Este es un lugar más bien de madera. Todas las tareas, de cortar los pinos, derramarlos, pelarlos y dejarlos preparados para cuando venían los gancheros se hacían en primavera, para aprovechar cuando el río tenía más agua”, explica.
Recordar los oficios como un impulso turístico
Con la fiesta no solo se quiere recuperar estas tradiciones del olvido, sino también que se conozca la zona. “Que vengan en primavera y vuelvan en otoño. Es todo parte del homenaje”, explica Sanz. Y es que con el fin del transporte de madera por los ríos también llegó la despoblación a los pueblos. “Y ahora esto sigue así, por desgracia”, recalca. En la zona del Alto Tajo, afirma, la madera siempre ha sido la “principal riqueza”. “Ahora ahora se hace menos corta”, recalca Sanz.
El padre de Jesús era una de las personas que se dedicaba a cortar la madera y dejarla preparada para cuando llegasen los gancheros y echarla al río. También llevaba a cabo otras tareas de labranza y de cuidado de ganado. “Siempre he vivido el tema, desde muy pequeñito, y cuando se hizo la asociación me apunté sin dudarlo. Me ha gustado imitar lo que hizo mi padre de alguna manera, y que ahora también lo hagan mis hijos”.

Cinco son las localidades que forman parte de la Asociación de Municipios Gancheros. Cada uno de los pueblos se hace cargo de la fiesta ganchera de agosto: Peñalén, Zaorejas, Taravilla, Peralejos de las Truchas y Poveda. “La población se vuelca con la fiesta”, asevera Nerea Moreno, que es parte de la suerte de comisión permanente de la asociación que se involucra en los festejos todos los años.
Cuando com enzaron con estos eventos, lo que planteaban era hacer varias actividades alrededor del oficio ganchero y de los distintos oficios tradicionales, sobre todo los relacionados con el aprovechamiento forestal. Nerea recuerda también a José Luis Sampedro, su libro y la película que lo reprodujo, dirigida por Antonio Real. “Generaron un germen para que pudiera aparecer esta asociación”, asevera. “Estos espacios de memoria y de puesta de valor de los oficios tiene que existir”, asevera.
“Realmente era un oficio con mucho riesgo, con una situación precaria, no era muy grato. La mayoría de los gancheros no sabían ni nadar”, recuerda Nerea. Los gancheros “tamizaban” el río de madera, y si un tronco se desplazaba, corrían el riesgo de caer y quedar atrapados bajo el agua. “Es difícil hacerse la imagen, porque en las bajadas más pequeñas podían caer hasta 15.000 palos”, asegura.
Las poblaciones se mueven en torno a la celebración, porque es una manera de mantener una identidad viva, aunque se haya olvidado en otros lugares a los que también llegaban los gancheros, como puede ser Aranjuez. “Se habla mucho de que somos la única asociación que puede movilizar a la gente de distintos pueblos, para trabajar juntos y hacer la fiesta”, explica Moreno. La festividad alrededor del río que los une.
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