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La fórmula de Byung-Chul Han para combatir el miedo con esperanza

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Neus Tomàs

2 de septiembre de 2024 21:47 h

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Para algunos es un autor poco riguroso. Se le ha tildado de bluf y de ser un exponente más del consumismo que critica en sus libros. Para otros, muchos a juzgar por las cifras de ventas, es uno de los pensadores que mejor retrata la sociedad actual. Lo que es difícil de rebatir es que Byung-Chul Han (Seúl, 1959) sigue siendo el filósofo de moda, título que los medios le otorgaron a raíz del éxito de ‘No-cosas’, publicado en España por la editorial Taurus, en el 2021.  

Este martes llega a las librerías su último ensayo, ‘El espíritu de la esperanza’ (Herder), en el que teoriza sobre la necesidad de “mirar a lo lejos, mirar al futuro” en el sentido casi etimológico del concepto esperar, ese ‘hoffen’ que definió Friedrich Kluge en su ‘Diccionario etimológico de la lengua alemana’. Así que, siguiendo con esta misma tesis, la esperanza es una manera de orientarse.

Byung-Chul Han parte de la premisa de que donde hay miedo es imposible la libertad y que por lo tanto ambos sentimientos son incompatibles. Sirve para la percepción personal pero también la colectiva. Eso nos llevaría a debatir sobre el miedo como elemento regresivo para la democracia. La angustia, añade el autor, comporta la sensación de encerramiento e impide el futuro porque cierra las puertas a lo nuevo. De ahí que concluya que la esperanza es opuesta al miedo. 

Como en anteriores ensayos recurre a referentes que van desde Platón a Nietzsche pasando por Spinoza o Heidegger (le dedicó la tesis) para vestir sus disertaciones. De Nietzsche rescata una cita en la que explica cómo la desesperación ayuda a entender la esperanza. Como si la primera fuese inherente a la segunda. Eso le lleva a afirmar que quien tiene esperanza no se deja confundir por “las crudezas de la vida”. Es una manera proactiva de abordar el futuro, alejada de percepciones naifs o más propias de los manuales de autoayuda. 

Una de las reflexiones más interesantes que apunta el filósofo surcoreano es que no es lo mismo pensar con esperanza que ser optimista. ¿Y cuál es la diferencia? Pues según Byung-Chul Han radica en que el optimismo carece de toda negatividad y el que lo practica es tan testarudo como el pesimista . “El optimista está convencido de que las cosas acabarán saliendo bien. Vive en un tiempo ‘cerrado’. Desconoce el futuro como campo abierto a las posibilidades. Nada ‘acontece’ para él. Nada lo sorprende. Le parece que tiene el futuro a su entera disposición [...] No cuenta con lo inesperado ni con lo imprevisible”.  

Esa idea le sirve al autor para insistir en varios momentos en que tener esperanza significa estar preparado para lo que haya de venir, aquello que aún no existe y subrayar que uno no se angustia por nada en concreto, sino por el mismo hecho de estar en el mundo. “La angustia no es previsora ni visionaria. En cambio, la esperanza nos abre las puertas al futuro, a lo venidero, a lo nonato, a lo latente, a lo que aún se está gestando. La esperanza es un estado de ánimo mesiánico”, sentencia.

El libro tiene 140 páginas, breve pero denso, e incluye imágenes del pintor y escultor alemán Anselm Kiefer, considerado uno de los artistas contemporáneos de mayor prestigio internacional. Los fans de la versión más pop de Byung-Chul Han probablemente se sentirán satisfechos con la concisión de la obra aunque en esta ocasión las reflexiones tal vez no son tan atractivas como las de ‘La sociedad del cansancio’. En todo caso, vale la pena leerlo aunque solo sea para hacer la comparación. 

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